30 abril 2009

Mi primer amor


Recuerdo el verano de 1967, el único en mi vida que soy capaz de diferenciar como especial y diferente de los demás veranos de mi lejana juventud. Todavía juntos mis padres, se les ocurría irnos de campamento, a los pueblitos de la sierra, con las carpas y todo el equipo comprado en Sears. Aquel verano, mi padre descubrió un pueblito situado en medio de un valle aledaño a Santa Rosa de Quieves, habitado por unas 50 personas y decidieron que era el lugar ideal para acampar. Nuestro perrito, un cocker spaniel, de nombre Toffee, era un cachorro de cuatro meses y cuando veía los animales en la carretera ladraba asustado, refugiándose entre mis piernas. Llegamos al pueblito de la Santa peruana. Tenía un nombre quechua que ya no recuerdo. Era en las afueras del departamento de Lima, camino a Ancash. Acampamos en un lugar precioso en donde había un río de aguas claras y cristalinas. Anhelo regresar allí, porque si bien siento que nunca tuve patria, fue aquel pueblito el único lugar del que me he sentido parte. Añoro el color de su hierba, la luz filtrándose por las nubes de un gris majestuoso, el brillo de mis luciérnagas, el croar de los sapos envidiosos y también el silencio infinito que parecía transportarte a otro planeta.


Toffee y yo vivimos allí los días más bellos. Recuerdo cuanto me reía al verlo escarbar la tierra alocadamente, correr como un potro salvaje, juguetear con las plantas y al enfrentarse como un campeón con los caracoles y las culebras en la falda de la montaña. Me reía alegre, porque eran descubrimientos propios de la infancia. Regresamos a aquel lugar en 1969, mi perro lo reconoció en el aire y empezó a saltar en el asiento trasero. Yo viajaba con mi diario, haciendo todo tipo de apuntes y pegando pedacitos de papeles, facturas, fotos y recuerdos. Citando el clima, los nombres de las personas o los lugares que visitaba, lo que comíamos, en fin todo lo que iba sucediendo y lo que con ello aprendía.


Hace ya tiempo que me deshice de aquellos tesoros. Acampamos al lado de la casa de unos amigos de mis padres, que por pura casualidad tenían el mismo apellido. Aquella casa tenía un jardín grande, en donde mi padre colocó las tres carpas en donde viviríamos los próximos días. El lugar era acogedor, sobrio; nuestras carpas rodeadas por plantas salvajes, todo era muy verde, algo poco usual para los que vivíamos en Lima. Conocí a la gente más sencilla y buena del mundo, me trataron como si fuera una princesa, todos admiraban mi cabellera rubia y mi blancura invernal. Era la gente más pobre, pero también la más generosa del mundo. Siempre recordaré la vez que acudí a pedirles un par de choclos y papas por encargo de mi madre y regresé con un saco entero al hombro y una cesta llena de huevos recién puestos por sus gallinas. En aquel pueblito comían muchos choclos.


Recuerdo que los vecinos tenían caballos porque fue cuando aprendí a montar.Los vecinos de los amigos de mis padres tenían un nieto de mi edad, que se quedaba a veces con ellos en el pueblito. Lo conocí una tarde en que él paseaba por la casa de sus abuelos y tal vez sorprendido se detuvo a saludarme. Mi perrito le ladró, porque sentía que debía defender nuestro territorio, pero a él le dio lo mismo y me miró casi sin mirarme. Le conté que me encantaban las flores y que podía montar a caballo y que no debía temerle a mi perrito, que no era bravo. Me respondió que no le asustaban los perros y que además el mío era demasiado pequeño.Él empezó a caminar, hablaba poco. Yo lo seguí sin hacer preguntas, aunque a mí siempre me gustaba hablar bastante, pero me agrado su amistad y compañía desde la primera vez que lo vi. Era un muchacho de mente inquieta, inteligente y aventurero. Como no había nada que hacer allí -ni la televisión se veía- pasábamos mucho tiempo juntos. Nos hicimos inseparables. Sé que le gustaban mis ojos y mi caballo dorado. También le gustaba mi reloj, el que mi papá me trajo de Londres cuando era más pequeña.-¡Qué reloj más bonito!- Después miraba a mi perro, porque no mantenía su atención en un cosa por mucho tiempo seguido. De inmediato volvió a preguntar:-¿Qué raza es tu perro? -Es cocker spaniel. No es un chusco.


En esto pasamos los quince días de vacaciones con mi nuevo amigo. Tiempo lleno de recuerdos imperecederos: El caminito de árboles frondosos, las casas típicas de la sierra -algunas pintadas de vivos colores-, las bodegas, los paseos al río, los maizales gigantes; nuestros proyectos de salir de casa y recoger choclos y otras verduras para la comida, las culebras a las que ninguno de los dos temíamos, las travesuras, los árboles pintados de blanco para evitar las hormigas, la tarde que buscamos hongos en el monte y nos perdimos y mi perrito vino a rescatarnos encontrando el camino a casa, la fogata, el teléfono público dentro de la casa de un vecino, los campesinos, la diminuta iglesia -más vieja que el pecado- cerca de un viejo puente colgante como el de los mismos Incas, las risas maravillosas de nuestros 15 años. La certeza de no querer estar en ningún otro lugar. No sé si fue la última tarde, mi melancolía me obliga a pensar que sí, cuando fuimos a dar un paseo y vimos la puesta de sol. Sentí una pena profunda al saber que tendría que marcharme y separarme de mi nuevo amigo. Me había enamorado de él y probablemente él de mí, pero los dos nos quedamos callados y ni siquiera nos dimos un beso, el primer beso.


Esa noche la luna estaba redonda, más hermosa y más grande. Imagine que mis fieles y amadas luciérnagas alumbraban una más de mis noche, pero que algo dentro de mí había muerto para siempre. Desde entonces, las veces que volví allí sólo fueron espejismos. Nunca lo volví a ver. Tampoco lo pude olvidar.

Buscando


Atravesando el mar bravo de la vida
de los corazones atormentados
del futuro incierto
del dolor del mundo
encontrarás el motivo que te despierte
que te recuerde que estas vivo
que respiras
que sientes
que sufres
que tienes hambre
que tienes sed
que estas vivo
que todavia tienes algo por que vivir
que todavia tienes algo por que reir
que todavia tienes algo por que llorar
que todavia tienes algo por que luchar


Y si la vida te muestra la otra cara de la moneda
la más oscura,
la siniestra,
la escondida,
la misteriosa,
entonces cierra los ojos e invoca a tu angel
el nunca te abandona,
nunca,
pidele que te regale una noche de estrellas
una luna llena,
cientos de luciernagas
que te alumbren al pasar
que iluminen tu camino
que te guien en tu futuro

sin temores
sin sombras,
sin dudas,
sin mentiras,
sin depresiones,
que te cubra con su manto alado
y que sus plumitas blancas te alivien el dolor
que puedas admirar el azul color del cielo
el brillo magico del mar
el silencio de la noche
la paz de conciliar tu cansancio en la almohada,
de encontrar el fondo de tu alma
y la razon de tu existir.

(Poemas de mi libro Luz de Almas Viejas)

Alas

(Alas)

Han pasado los días

todavía estoy entre tus manos.

Un gesto inocente,

lleno de pureza y amor
Mis manos te guían

o ¿Son tus manos las que guían las mías?

Se siente como me elevas hacia un horizonte caliente

alejado de la oscuridad.

Ay mi vida deja que tus manos sigan,

ya no puedes parar.

Elévame y déjame caer otra vez

en tus manos divinas.

Manos como alas que acarician

y arden como las de un ángel de fuego.

Sigue mi ángel hasta el final

Ahora estoy dentro de ti,

soy parte tuya

solamente tuyo.

Entrega total entre alas,

Eterno momento de suavidad y calor.

Eterna expresión de ternura y pasión.

Eterna entrega, eterno volar.

Sigue, recorre cada fibra de mi ser

y toca una canción.

Hazme vibrar con tu boca.

Hazme tuyo ahora,

una vez más
y otra vez más.
Juan Calle-Bellido

Como combatir la Influenza Porcina




La nada

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo,
supe que todo no era más que nada.
Grito "!Todo!" y el eco dice "!Nada!".
Grito "!Nada!" y el eco dice "!Todo!".
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.
(Era ilusión lo que creía todo y que,
en definitiva, era la nada).
Que más da.....

Pequeños dilemas laborales a las 9 am.






¿ Café


ó

Cappuccino ?












Esa es la cuestión.

Uno más


De repente, me crucé con Dios en la calle. Justo cuando iba a hacerle una pregunta, me di cuenta de su preferencia por actuar en el anonimato: se vistió con ropas sencillas.
Disfrazado de paisano, Dios bajó a la feria como uno más. Tomó un cartón de bingo para jugar. Sabía perfectamente cuál cartón iba a ganar, pero prefirió escoger otro. Así, cuando otro paisano gritaba “¡bingo!”, el disfrazado sonreía.

ATRACAR POR SIEMPRE ALLI


ERES TU
MI PIEL
DE AGUA
QUE CADA DIA
VIVES EN MI MAR
SALADA
Y TRISTE
A LA VEZ
FORMANDO
ESPORAS
QUE GERMINAN
EN TU INTERIOR
CON MI
SIMIENTE
ARRAIGADA
EN TU
VIENTRE
DE COLOR
DE CORAL
ESTAN HECHOS
TUS DEDOS
QUE CRECEN
DIA A DIA
DENTRO
DE MI PIEL
CUBRIENDO
MIS HUESOS
MONTADA
VIVES
EN MI ESPALDA
QUE ES
TU MONTE
ENSEÑOREADO
DESDE
EL QUE
OBSERVAS
MI BUQUE
MI BARCA
MI VELERO
DESDE
MI MASTIL
DIVISO
TUS MONTES
GEMELOS
QUE
POR SIEMPRE
Y CON ANSIA
ESCALARÉ
BUSCANDO
ALIMENTO
ATRAVESANDO
VALLES
Y DESIERTOS
ENCONTRANDO
MANANTIALES
ESENCIAS
JUGOS
DESPIERTOS
Y MI VELERO
SURCA
ESTE MAR
Y VIENE
A TUS COSTAS
A ARRIVAR
A NUESTRA CALA
DE CANTOS
REDONDEADOS
DE TANTO
SUBIR
Y BAJAR
POR LOS
POROS DE
TU PIEL
DE TUS MONTES
A TUS VALLES
DE RECORRER
TU OREOGRAFIA
DE PICOS ESCARPADOS
DE GRUTAS
Y RINCONES
INCIERTOS
Y EN ESA
CALA
QUE ES
NUESTRA
PENETRA
MI VELERO
ARRIANDO
VELAS
BUSQUEDAS
BANDERAS
QUE SOLO
SUEÑA
CON ATRACAR
POR SIEMPRE
ALLI.

29 abril 2009

Perdido

(Perdido)
Una locura, un sueño abatido a tiros,

un ser tendido en la carretera.
Una ligera despedida, un golpe en el centro de su vida,

un corazón que se pierde

a través de un hilo de sangre que sale de su costado.
Un arma de doble filo corto su entraña,

partió en dos su alma,

mucha tela que cortar muchos versos que borrar.
En una borrasca despiadada le arrancaron la ropa y la piel,

en jirones se va la vida ,
la sangre se mezcla con el agua

y sin quererlo se va al mar diluido en millones de partes.
El mar le dirá que es bienvenido,

que su alma estará en cada roca y en cada ola.
Que le escucharan por siempre,

mientras el mar sea mar y el amor sea amor,

una canción de cuna para ella
que siempre será su forma de vida.
Ella, perfección incomprendida,

vida brindada con suspiros,

esperanza perdida en cada latido.
Silencio, que el mar tiene un lamento,

una canción, un bramido,
ronco quejido de rocas derruidas,

arena formada del dolor,
millones de partes de un corazón.
Y el cuerpo tendido, se levanta como fantasma,

un ente que camina y avanza hacia un lado del camino.
Nada le daña, nada le duele,

solamente tiene los ojos rojos, los labios cosidos,

una canción atrapada entre los dientes,

quejido apagado, canción de cuna perdida.
Camina y el sol le daña aún más la mirada,

le ciega, pero avanza,

con cada meta lograda una vida apagada.
Un sueño perdido, esquizofrenia desalmada,

arranca suspiros y mas canciones atrapadas.
Esquizofrenia desesperada, vida alocada,

a cien mil por hora,

latido perdido entre cada ola y entre cada paso del camino.
Se va la vida hueca, sin sentido,

se va la vida al lado del camino.
Tú, amor mió, eres el camino,
haz que vuelva,hálame,
dame vida, auxilio boca a boca,

respiración prestada, alma compartida.
Verso trágico, vestido de verde esperanza,

como el césped a un costado de la vía.
Amor rojo, como la sangre,

que nubla la mirada de un ojo

brutalmente estrellado contra el asfalto del desconsuelo.
Cuerpo caído, recoge tus pedazos, reconstruye tu alma,

que no vale la pena brindar el dolor por una vida.
La vida, se vive a golpe de corazón,

a fuerza de latido a paso decidido

y no al reptar cobarde por el asfalto del rencor.
Llanto que limpia la sangre, aclara la mirada,

expresión del corazón dolido,
que busca valentía entre su debilidad,

atemorizada por su paso decidido,

corazón en cada latido.
Corazón de valiente,

que seguirá en el centro de mi pecho erguido y fuerte,

cual monolito indestructible,

como roca forjada en las ígneas entrañas de la vida.

Cita con Lucy.

Yo entre con cierto nerviosismo y creo que ese fue el primer pequeño error, nunca le debí haber demostrado algo de sensibilidad, aunque por encima se notara mi fragilidad, no me arrepiento, de cualquier modo, ella, iba a cumplir su cometido…

Eran cerca de las seis de la tarde y yo ya estaba ahí sentado, aunque la hora acordada eran las siete, pensé que lo mejor era llegar temprano, no podía correr el riesgo de perder esta cita, era decisiva, una hora y media antes, mientras salía del edificio de la alcaldía, en donde dejé una, de las casi mil hojas de vida que he repartido, levanté la mirada y vi en la torre de la iglesia, el reloj marcar las cuatro y media, el clima estaba terrible, la tarde fría y gris, como todas las tardes del último año, comenzaba a llover y pensé que lo mejor era tomar el primer bus que pasara.

Como me encontraba resfriado, había puesto todos mis esfuerzos en cuidarme el mal, no aguantaba uno más, la solución, una camiseta interior, una camisa gruesa, un chaleco de lana que me había regalado mi mamá unas cinco navidades atrás y nunca había estrenado, la chaqueta gris heredada de mi tío Hermes, una bufanda roja y el abrigo negro que hace diez años me acompaña. Producto del frío no sentía mayor incomodidad, pero al poner el primer pie en el bus, sentí como si lo hubiera puesto en el umbral del infierno.

Mis ojos pesados, mi cara pálida y una nariz roja brillante, junto con la bufanda, era lo más colorido que había visto en días, sin embargo al mirar el entorno dentro de ese infernal ambiente del bus, prefería la palidez de mi cara en el espejo y no ese colorido y estruendoso lugar, entendí, que para salir del abismo se requieren grandes esfuerzos. No era fácil tener que controlar con fuertes aspiraciones el fluido nasal, horas antes había botado el pañuelo a la basura, no era más que un trapo amarillento y empapado, soportar las ganas de estornudar para no empeorar la situación, eran mi purgatorio.

Finalmente se comenzó a desocupar el bus, pero el calor no se bajaba, pude sentarme, cerré los ojos un segundo y comencé a sentir como el sudor helado, escurría por mi pecho, trataba de llenarme de ánimo, pensando que lo que hacía era necesario para poder contemplar la posibilidad de ver algún día a mis hijos, recordé el día cuando la madre de ellos, me dijo, “me llevo a los niños, yo no soporto más esta situación, no soy una mujer que pueda convivir con un perdedor”, simplemente cruzo el atlántico en busca de un mejor futuro para ella y los niños, ya que como lo dijo no soy sino un simple perdedor.

No podía ver a través de la ventana, las gotas golpeando con fuerza el vidrio me lo impedían, le pregunté a la mujer de al lado, si sabía en qué calle estábamos y con un movimiento, casi imperceptible de su cabeza, me indicó que no.

Dando clic acá podrán continuar con la lectura. Disfrutenla si pueden.

La historia de la bailarina


La bailarina

Siento mi mirada que recorre el patio de mi colegio en la primaria en busca de la felicidad de todos, tropieza con una niña, Cecilia, solitaria en una jardinera, comiéndose su sándwich de jamón importado con queso. Siento mis deseos de unirla con el mundo de la compañía y mi felicidad al juntarla con otra como ella que se hundía poco a poco en la soledad del patio plagado de niñas curiosas, traviesas, alborotando los corredores que te llevaban a la capilla en donde nos hacían oír misa todos los días. Todavía puedo verlas, están allí, mirándose, sonriéndose mutuamente.

Siento en mi cabecita la corona de reina de juguete, era de plástico y pedacitos de platina que parecían diamantes sobre la cabeza de una niña que me recordaba que yo no era importante en la vida de aquellos que me dejaban guardada en un cuarto con televisor, camas camarotes y la crueldad de una ventana por donde observaba un mundo al que no tenía acceso.

Toco mí vestido de tul rosado, suspendido en el aire al giro de mi cuerpo, en medio de la multitud que baila: fue una noche de algarabía y puedo recordar los aromas contaminados por mi intuición de haberlo perdido todo; era la boda de mi madre. Siento triste mi sonrisa y escucho mi corazón latiendo como si hubiera estado corriendo, me escondo debajo de la mesa del comedor, con la ilusión de la promesa de que mi primo Arturo vendría el próximo invierno para jugar conmigo y rescatarme de esas tardes aburridas de telenovelas y del cielo gris de mis once años. Recuerdo la luz de la lámpara de tres focos que me llegaba poco a ese espacio cobijado por un grueso cielo de madera oscura.

Siento unas manos que aprietan mis dedos que tocan mis piernas dentro de la frazada, deseos de vivir sólo para compartir la vida con él que es tan pequeño, es uno de mis hermanitos a quien tengo que cuidar porque mi madre no quiere esa responsabilidad. Siento el agua tibia de su baño, su mechón de cabellos rubios contra mi mejilla, su vocecita gigante tocando hasta el último rincón de mi alma solitaria. Siento unas ganas terribles de llorar mis manantiales de tristeza. No soy feliz.

Corren lágrimas de desespero ante una mala nota marcada con rojo sobre la hoja oficio de un examen de matemáticas, una decisión de cambiar el curso de los números rojos de mi boleta del último año de la primaria, la única mala nota porque todas las demás eran veintes. Era la primera de la clase e iba a perder mi puesto de alumna aplicada porque no me gustaba para nada la profesora de matemáticas a la que no simpatizaba, tenia que tener mi libreta en azul ya que mi corazoncito anhelaba la admiración de los que no estaban cerca. No podía defraudar a mi abuela.

Siento miedo de entrar a la escuela a las dos de la tarde, huele a despedida, a peligro, a responsabilidades de adultos, a grandes decisiones, es que me van a expulsar culpándome de haber hablado cosas impúdicas, de haber despertado la malicia en una de mis compañeras, todo porque se hizo mujercita en el servicio de señoritas y la única que estaba allí para decirle que le había bajado el periodo era yo. Me acusaron de ser pecadora. Me estremece la soledad más que nunca antes, la clara sensación de que se había perdido todo. Veo la luz rodeando el cuerpo de mi hermana a los diez y luego me veo rodeada de su luz; brillamos juntas durante casi veinte años y luego nos consumimos en hogueras mutuas hasta que todo se oscureció. La vida y sus circunstancias nos separarían. Los golpes nos aplastarían y acabarían con nuestros anhelos de llegar a ser grandes bailarinas. Ella se pasaría la vida corriendo muchas millas, yo imaginando que mis manos lloraban el flamenco.

Busco el olor de mis triunfos y el reconocimiento que trajeron a mi vida pero no lo percibo, busco en el aire su aroma pero ni siquiera logro recordarlo. Queda una sensación descolorida que se pinta de negro cuando recuerdo la desventura de ser aplicada, romántica, habladora, cursi, ridícula, anticuada, envidiada, bella, talentosa, abusada, aplastada, ignorada, incomprendida, de sentir que nadie me quería.

Siento en mi dedo el anillo de colegio del quinto de secundaria, que vuela por los aires hasta perderse en la oscuridad del patio del colegio, para nunca recuperarlo, porque esa noche tuve un pleito muy grande con el desgraciado que me había vilmente engañado. Me siento enamorada, locamente enamorada por primera vez, pero muy triste, en plena metamorfosis hacia lo que soy desde siempre, una mujer buscando el amor, entregando su alma, su vida, su total. Siempre a los hombres equivocados.

Percibo la desesperada realidad de tener otro hermano que viene a contaminarlo todo, a mi dolor de estómago provocado por una tía malvada que dice que ahora sí quedaré relegada en un rincón de veinte centímetros, como si antes mi rincón no hubiera sido un poco más chico. Oigo el llanto de un bebé en la habitación de al lado, siento sus manitas que buscan mi dedo gordo para apretarlo, anhelando convertirme en una muñeca gigante, en su protectora, en su madre, en su protectora. Desde siempre he sido la protectora, la mujer gallina.

Oigo el sonido triste de las cuerdas de mi guitarra, mi soledad de siempre acompañada por su música, mis ganas de encontrarme y de hacerme invisible. Cierro los ojos para volver a soñar, para que se cumpla mi sueño de amor, en el sueño soy feliz, estoy bailando, estoy sonriendo, estoy más allá de mí misma.
Regresan los terrores nocturnos, los pleitos con mi madre enemiga, los gigantes monstruos con los que compartí mi infancia y que lograron infectarme de terror a los diez y siete años. Vuelvo a caer en el hueco negro. Respiro profundamente y al abrir mis fosas nasales lo percibo aún: el olor del amor imaginario, de la poesía naciéndome en las palmas de las manos, de las palabras que brotaban del manantial de mí torturada mente. Inventaba una fusión y sentía los pasos del que caminaba ya en el mundo sin saber de mí y sin hacerse presente todavía. Regresa el temor: una enorme escuela que absorbe hasta devorarme por completo.

Me veo caminando por la avenida solitaria a las seis de la mañana, voy hacia un enorme grupo donde otra vez no cuento ni inspiro. Regresa el recuerdo de cómo mis ojos inundan la almohada por las noches.

Entonces, el aroma del amor colma el aire: uno que me rescató de mi intento de abandonar mis sueños y que luego se fue a buscarse a sí mismo; otro que fue un lobo que se disfrazó de amante enamorado para ocultar un espíritu pobre y necio; un tercero que me perfumó con mi propia esencia y luego se extinguió dejándome llena de mi aroma.

El recuerdo de cómo bailaba el flamenco, el movimiento armonioso de mis manos, el estiramiento de mis brazos, me alargo, me encojo, me contraigo, me elevo, salto invado el espacio con mi grácil movimiento. Soy yo perfumada de danza, feliz, feliz, hallada, colmada, inspirada de esto que se llama vida. Me siento enamorada, marcada por una personalidad fuerte y viril vestida con gabardina y poesía; es hermoso, intrigante, me conquistó en un segundo y después fui suya mientras me susurraba al oído falsas promesas de amor. Me duele de nuevo porque siempre supe con certeza que era él y no otro mi verdadero amor. Me invade el recuerdo de cómo luchaba como una gata anhelante para tenerlo para luego quedarme callada ante el dolor de su negativa que plagó mi aire. Entonces viene un olor a pérdida que se cierne sobre todo lo que abrazo y lo que suelto.

Después vendría la ceguera ante un amor que promete, ante una oportunidad de darle forma a un alma que había vivido invocando. Lo arruinaría todo, huyendo, evitando volver a sentir, volviéndome exigente e injusta, culpándolo por lo que otros me hicieron, reparando hasta en los menores detalles. En esos días era neurótica, equivocada, soberbia, arrogante, necia y pobre de espíritu. Era nada. Era miedo. Era triste. Era soledad.

Entonces llega el momento en que me encontré devastada, sola, callada y de nuevo sintiendo un amor que creía inexistente: había encontrado el amor pero lo deje ir, y me quedé con los ojos abiertos, las manos caídas y los dedos de los pies paralizados. Nunca más volvería a bailar. La danza había perdido su aroma y yo me quede indescriptiblemente triste.

El aroma de la felicidad reaparece por un momento y es entonces cuando lo llena todo como nunca: danza, y la decisión de fundirme con ella, de abrazarla, de hacerme una famosa bailarina.
A los veinticinco lo tenía todo para triunfar. Lo veo despertando a las cinco y media de la mañana para llegar a clase de siete, lo siento tomando cuerpo en mis ensayos vespertinos, lo saboreo en mi certeza de conseguir el giro, los aductores, el salto, la magia hasta entonces acariciada del movimiento.

El aroma del amor que me abraza, todavía lo percibo bañando mi aire. Es diciembre y huele a verano porque él regreso a buscarme, a vivir el amor conmigo, porque me ama, porque lo amo y despierto con él delgado, atlético, dulce y enamorado de mis cuarenta y cinco kilos de bailarina. El recuerdo del dolor muscular, como duele, a músculos adoloridos, de tantas horas de ensayos, de tener problemas porque se me sale la rodilla derecha. Que dolor me duele el alma, mi dedicación, mi ilusión, mis ánimos, mi entrega y mi decisión, de repente todo se acaba, se muere, llega el final. Se acaba mi sueno para encontrarme con la cruel realidad de que nunca jamás seré la famosa bailarina. Un dolor que me acompañara siempre, que no me dejara vivir jamás.


Tengo 31 y vivo en una casita humilde con persianas en las ventanas y una cocina donde me hice cocinera. Hago el sexo tres veces a la semana, siento las ramas de mi tronco de mujer creciendo de mis entrañas, estoy embarazada por cuarta vez de un hombre que me aburre con sus besos cuando me repite en las madrugadas un insulso “te quiero” mientras duermo. Tengo 31 y tengo mi propia familia.

Tengo 41 y estoy deprimida, me siento que vivo en el abismo, llena de preguntas sin respuestas, de ser lo que no quería ser, de vivir donde no quería vivir, un sueldo ínfimo de mediocre maestra que no enseña, una carrera de último recurso, un ojo herido y el otro ciego, un corazón que no quiere sentir lo que siente. Estoy sola de nuevo, enemiga del amor, guardada en una caja de inmovilidad y miedo.

A los 51 encuentro un olor que perfuma el aire con su alegría: niñas que danzan al ritmo de mi voz que insiste en permanecer en un espacio donde no queda espacio para mi voz. Y me quedo y dicto una melodía a esos cuerpos pequeños, a esas caritas que me enseñan que aún tengo dos piernas que pueden saltar tan alto como puedan saltar sus piernas. Me detengo a apreciar y valorar lo que la vida me ofrece, los cabellos sudados de mis alumnas después de su clase de danza, de su alegría desmesurada cuando las felicito, de las flores que me regalaron después del recital, del recuerdo en mi mente que no hace más que llenarme de amor. Encuentro paz y felicidad en mis niñas bailarinas.

A los 61 me siento vieja, sola y perdida, me busco en la nada del amor, me busco en el desamor, me busco en lo profundo de un abismo que creo que me ahoga, pero que guardo en la boca de mi estómago. Pinto paredes y acomodo en los recovecos de mi sistema las piezas de un rompecabezas que no existe. Niego y contamino el ambiente con mi olor a cansancio, a sufrimiento auto inflingido. Ensucio el aire con mi olor de negatividad, de mujer que no acepta su realidad y que quiere cubrir su dolor engañándose al creerse completa.

A los 71 por fin encuentra la paz que llega después de años de andar errante, a su cama a las seis de la mañana que tibia la cobija, a los brazos de un amor que eligió y que la elije después de haber vagado como fantasmas que penan su desventura. Por fin esta enamorada de un enamorado que le lleva el desayuno a la cama. Es feliz sabiendo al fin que el amor es un lago dormido en el fondo de un mar que brama.

A los 81 llega la muerte. ¡Ay!, debo llorar mil años para sacarme esta pena, pero no tengo miedo, estoy lista.Llega la Aurora, con su voz que calma, su regaño dirigido, su agujero de atrapasueños puliendo las imágenes de mi inconsciente. Siento su aroma dulce de mujer completa. Es mi amiga, maga, madre, hija, hermana, maestra, mi ángel. Es mi hermana perdida y encontrada. Dan las doce de la noche. El recuerdo de la luz, de la verdad, del talento, la apertura, la danza, los sueños de mujer que crece.

La Aurora me abraza con su fragancia de compañía. Me veo caminando, me percibo con los ojos y los dedos, me encuentro y me decido. Percibo un olor de mujer, de persona, de amante, de un amor que está en mí, que me besa, a una esencia de lo que soy y no soy, de lo que quiero y me rebasa. Huele a que me encuentro poco a poco y me desvanezco con la tarde, con la soledad que amo y con la compañía que no me acompaña. Percibo olores que quedan y que faltan, tantas esencias blancas y negras, perdidas, lejanas, encontradas, desiertas, cabizbajas, erradas.

Percibo olores a mí y a esos que pasaron, que permanecen, que quedaron, que mueren.

Marisabel

El vuelo de mis luciernagas


El vuelo de mis luciérnagas


Anoche mis luciérnagas iluminadas
subieron hasta lo más alto del cielo
como una estrella fugaz
atravesaron las cumbres
bordeando las cimas blancas
cantando alegres con las aves
volando a veces con ellas
mientras la noche oscura
las confundía con las estrellas


Anoche dibuje un coro de Ángeles
eran siete
cantaban a la orilla de un río claro
de agua dulce,
de agua mansa
melodías sagradas
canciones de esperanza
de infinito amor
coloreando con sus notas
la pálida hierba seca
despertando a todos los insectos
y otros seres de la madre Tierra.

Mis luciérnagas guiaban a los Ángeles
como linternas en la oscuridad
alumbrando el sendero
para los nuevos huéspedes
que iban caminando serenos
rumbo a su nuevo amanecer
los Ángeles gallardos protectores
cubrían con sus alas blancas al nuevo grupo
dejando a su paso caminos de flores nuevas
diversas, multicolores, bellas

Brillaba la más pura luz,
sin sombras
sin temores
sin miedos
sin rencores
sin desamores
sin fracasos
sin celos
sin mentiras
sin envidias
sin temblores
sin enfermedad
sin depresiones
sin pobreza
sin maldad
sin odio
sin guerras





Marisabel - Febrero 5, 09

Cuantos besos


Cuantos besos


Cuantos besos estos labios han dado
Cuantos besos
cuando mis labios eran tiernos
y mis deseos de amor ingenuo,
puro,
inmaculado,

He besado con los besos del alma,
He besado con los besos del placer,
He besado con los besos del amor esperado,
He besado tantas veces buscando sentir el amor,
He besado esa boca que solo quería beber del néctar de los amantes,
Alimentándome de falsas promesas,
Del romance de la noche
encendiendo la sangre de la lujuria
solo para convertirme en la hembra
en la amante,
en la mujer,
para dejarme después sola,
triste,
embarazada,
abandonada,
desesperada,
enamorada.

Cuantos besos estos labios han dado
besos,
caricias,
que se convirtieron en la misma vida
en la prolongación de nuestros cuerpos
empezando el momento sublime de la fusión de dos cuerpos
para volverse uno.


Yo lo amaba,
lo quería más que a mi vida,
fueron mis besos los tesoros
que para el había guardado
y mis caricias,
mi virginidad,
mi entrega de amor,
para completar el milagro maravilloso
del fruto del amor,
de nuestros hijos.
Mis besos de amor
fueron miel dulce y cautivadora
Mis besos,
se los di con todo mi amor,
más allá de mi carne,
de mi piel,
de mi ser,
de mi sentir,
fueron besos que brotaron del alma
de una joven mujer enamorada
volando alto,
tocando nubes blancas,
acariciando el pecho de mi primer amor,
esos fueron los besos mas puros,
la entrega mas limpia,
ingenua,
natural,
el amor de juventud,
los primeros besos,


Poco tiempo después llegaría el ultimo beso,
el beso traicionero,
el beso mentiroso,
el beso de Judas.

Así pasaron muchas lunas
y me olvide de besar,
mis pechos,
mis piernas,
mi piel,
mis labios,
mi cuerpo,
todo dejo de sentir caricias.


Por mucho tiempo me resigné con los besos de mis hijos,
de mis padres,
de mis hermanos,
y los de mis otros seres queridos,
los otros tipos de besos,
a contentarme con los abrazos
que buscaba hambrienta
porque estaba seca
y necesitaba beber de las aguas del amor,
estaba calmada,
quieta,
en espera,
para entregar mis caricias controladas,
mis besos escondidos,
mis besos que estaban esperando.


Hasta que una noche llegó el amor,
cuando menos lo esperaba,
me cubrió el alma,
el cuerpo toda de besos,
de unos besos tibios,
apasionados,
honestos,
fueron besos buenos,
no dijeron nada,
no me hicieron falsas promesas,
fueron besos de amor,
no me preguntaron nada,
solo me cubrieron toda
con plenitud desconocida,
llenándome de nueva luz,
de suave esperanza
y sobre todo calmando mi sed,
mi sequía de amor.



Marisabel - Febrero 05, 2009

Fuimos amantes


Fuimos amantes


Fuimos amantes cientos de lunas
saboreando la dulzura de nuestras caricias
recibiendo entre gemidos nuevos amaneceres
llenando la habitación de fuertes latidos
nuestros cuerpos encendidos
prometiéndonos amor eterno
besándonos con la fuerza de los vientos
retorciéndonos como fuertes madreselvas
recorriendo nuestros cuerpos de punta a punta
bendiciendo nuestro amor,
rociando con poemas los besos deliciosos
Disfrutando nuestros sentidos,
perdiéndonos en nuestros ojos,
jugando en nuestros montes,
en nuestras orillas,
en nuestros lagos,
en nuestras cuevas,
enloqueciendo con la última caricia antes del orgasmo.

Fuimos amantes finos,
inteligentes,
elegantes,
manejando las crines y las cintas de nuestro pecado
viajando escondidos pero felices en noches inciertas,
llenando nuestro futuro de la promesa del amor prohibido
del amor imposible

Fuimos amantes hablando de cosas que no importan
Tomados de la mano, apretando cada minuto
incrustando los besos inciertos,
los besos escondidos.
Fuimos amantes contemplando la luz de la luna
y oyendo nuestras quejas,
nuestros quebrantos
inquietudes,
sinsabores,
compromisos,
lazos,
escuchando nuestros lamentos
mientras por momentos suspiramos
Amantes iluminados por la pasión de lo prohibido,
de lo imposible,
de lo sublime,
de lo que tiene que haber sido el amor.
Fuimos amantes que se dejaron de ver por muchas décadas,
para volverse a encontrar y descubrirse de nuevo.
Fuimos amantes cuando nuestra carne era dura,
mi vientre plano,
el tuyo atlético y varonil,
mis pechos erguidos,
mis muslos torneados,
te enloquecía la forma de mi cuerpo,
amantes amándonos en un silencio monumental,
nunca nos dejamos de amar,
de sentir,
de necesitar,
separados por la distancia,
por el tiempo,
por las circunstancias,
por la edad,
seguimos siendo amantes en el recuerdo,
y volvemos a vivir cada momento
al recordar.


Tu recuerdo esta noche me cubre
como nube blanca y ágil,
me acaricia el viento de lo vivido,
me alumbra la luz frágil de mis luciérnagas
los rincones escondidos pero no olvidados.

Fuimos amantes,
fieros,
calmos,
amantes que de verdad se amaron,
y quiero que sepas que nunca,
nunca,
óyelo bien,
nunca he dejado de amarte.


Marisabel - Febrero 5, 2009

Hoy quiero


Hoy quiero


Hoy quiero estar un ratito a tu lado
quiero mirarme en tus ojos
quiero bañarme en tu mar que es calmo y me hechiza
quiero cobijarme en el calor de tu piel
y subirme en las alas de tu alma,
quiero nadar en la corriente de tus aguas mansas,
calladas, que me llenan de paz,
perderme en tus ojos que brillan y que siempre me encienden
quiero volverme un barquito de papel,
y navegar dulcemente por el camino del consuelo,
quiero penetrar por la puerta de tus parpados al llegar la madrugada
quiero darte un fuerte abrazo,
regalarte mi más tierna mirada,
suspirar ilusionada
perderme en tus pupilas,
quedarme estacionada.
Rendirme a mi tristeza y alojarme en tus lágrimas.

Hoy quiero regalarte todos mis besos
mis caricias, mis palabras, mi espera,
quiero entregarte este amor que me quema,
por este incendio que tú causaste,
sin que tu todavía puedas asimilar o comprender
cuanto y porque te amo.

Tus ojos encadenados hasta el día en que nos encontramos
ahora son mis dos luceros,quiero perderme en tu mirada,
en el brillo calmo que me brindaste
para así quedarme quieta, callada, feliz, amada, en paz.
Hoy quiero estar un ratito a tu lado.
Es todo lo que quiero,
es todo lo que necesito, porque te amo.



Marisabel – Febrero 05, 2009

Escribo para ti


¿POR QUÉ ESCRIBO?


Porque siento una necesidad de escribir que es tan fuerte como el hambre, como la sed, como querer dormir, como desear estar en los brazos de mis seres queridos, como el aire que respiro, como vivir, como ser feliz.


Porque quiero expresar todo esto que llevo dentro, compartir mis pensamientos, comunicarme, encontrarme, descubrir nuevas frecuencias, encontrar almas gemelas, mentes paralelas, similares.


Porque me gusta investigar, descubrir, aprender, analizar, y hablar. Porque siento que cuando escribo se unifican todos mis sentidos y se encuentran mi alma con la conciencia, la mente, el espíritu, el cuerpo y mi corazón.


Porque desde una mañana hace algunos meses descubrí que mi misión era escribir. Escribo porque me gusta y porque me da placer y felicidad, paz y tranquilidad, porque sí y porque no, escribo sobre las cosas que vivo y otras veces de lo que me cuentan o me imagino.


Escribo sobre mi Padre Celestial, sobre Ángeles, mi abuela, las mujeres de mi vida, los hombres de mi vida, mis hijos, mis nietos, mis experiencias, mi dolor, sobre gatos, flores, luciérnagas y mariposas, cuadros, fotos y pintores, poetas y escritores, artistas y comediantes, milagros, pormenores y por mayores. Que si la pobreza, que si la riqueza, que si la Navidad, que si el odio, que si la tristeza, que si la depresión, que si la opresión, que si la liberación, sobre la pereza, el desamor y el amor, sobre el sexo y el perdón, sobre la lujuria y el olvido, la envidia la gula y los otros pecados del mundo, sobre la bondad y los milagros. Escribo sobre Facundo Cabral, la Madre Teresa, Cesar Vallejo, Audrey Hepburn, Chaplin y Cantinflas y sobre la pobreza y el hambre, la injusticia y la desigualdad, por la madre patria, por la madre tierra, por el universo, por el cielo y por el mas allá, porque todos tenemos sangre en las venas y todos nos queremos ganar la lotería, seguir sintiéndonos jóvenes llenos de energía y salud y que se nos acaben los problemas.


Porque todos anhelamos ser felices y nos pasamos la vida buscando la felicidad. Escribo sobre el sol, el clima, la lluvia, los arcos iris, los colores, porque quiero escribir cientos de poemas y muchos libros, porque quiero reír y hacer reír, porque quiero llorar y hacer llorar, porque quiero sentir y hacer sentir, porque quiero amar y ser amada, porque quiero necesitar y ser necesitada, porque quiero vivir para siempre en esta relación maravillosa de la tinta con las pupilas de los lectores.


Escribo para ti.

Nuevo grupo rockero


Descalzo.

El vértice inconexo,
suave,
lento,
terso,
inconcluso,
destructivo,
arbitrario,
asombroso,
demoledor,
hipnótico,
asfixiante,
erótico,
casual,
inocente,
infantil,
cálido,
diáfano,
psicotrópico
e incalculable
del pliegue de sus piernas.

Maternidad


Maternidad

Aquella noche mis manos
Tocaron mi tronco dormido
Por dos décadas…
Las hojas secas de mi maternidad marchita
Levantaron sus cabezas gachas
Y sus raíces gimieron adoloridas….

La figura pequeñita de una niña
Visitó los caminos inquietos de mi mente
Me llené de ternura y emoción infinita…
Tenía los cabellos color trigo
Y los ojos dulces como caramelos de miel,
Sus bracitos rellenos como nubes blancas,
Sus manitas suaves como el algodón,
La niña se metía entre tu cuerpo y mi cuerpo
Y en su voz, infantil y aguda,
Nos llamaba ¡Papito! ¡Mamita!
Y nos cubría el alma toda
con su sabio amor de pequeñita.

Aquella noche cuando me hiciste el amor
Y me llenaste toda de ti
Y me diste todo tu ser
Sentí el deseo enorme de ser fecundada
De tener un hijo de nuestro amor tardío
De vivir una maternidad feliz,
Anhelada, completa
De ver crecer orgullosa el fruto de mi vientre
Y que tú lo acariciaras y le hablaras…

Aquella noche comprendí
Muchas cosas,
Me dolieron tantas otras,
Tú querías tanto como yo que el fruto germinara
Y yo quería darte una hija de este amor maravilloso….
Una niña con tus ojos,
Una niña con tus manos,
¡Que alborotara nuestras mañanas!
Y nos desvelara por las noches
Que nos llenara de una dicha total
Que completara los vacíos enormes
De nuestros frustrados anhelos…
De nuestro amor tardío…

Por eso, aquella noche
Sentí con fuerzas de colosos,
La necesidad de darte un hijo
De sentir mis pechos grandes
Y que en mi vientre marchito
Creciera una vida nueva,
Fruto de este amor puro que estoy sintiendo por ti
Y que me toca las fibras mas hondas
De esta maternidad ansiada…

Una niña con tus ojos,
Una niña con tú mirada,
Una niña con tus manos,
Una niña preciosa de este amor maravilloso.


Marisabel
Mayo de 1995 (a los 41 años)

Se valiente


Se valiente


El me miraba sola.
Me sabía triste.
Me sabía preocupada.
Esa noche mis violetas mi llanto regaban,
mientras el se asomaba al balcón blanco
en busca de mis ojos pardos que no miraban.


“Se valiente”
“Resiste”
“Aguanta”
me decía,
y yo le indicaba que si con la mano.
Las noches de dolor se hacían largas,
¡Infinitas!
¡Eternas!
La enfermedad no me dejada dormir.

El sol, como cada tarde,
caía sobre mis sueños de amor,
Sobre mis planes e ilusiones,
Sobre mis pasiones y mis fuegos,
y mis miedos,
mis grandes temores,
Mis pensamientos huían con prisa
Se escondían en mi pesada manta
tras mi renuncia a la vida.
¿Qué dicta tu corazón?
¿Dónde los lugares que soñamos?
Los secretos que nadie conoce,
y en los que somos tu y yo somos náufragos,
como dos almas que repudiaron su cuerpo.


“Se valiente”
“Resiste”
“Aguanta”
Repites y yo te miro con ternura,
Jugando con mis letras
escribiendo en la arena,
Que te quiero,
que me haces falta,
palabras que se llevan las olas.
! Soportando este calvario!


Me sobrecogía tu tristeza,
tu llanto,
tu angustia,
tu celo,
tu pena,
pero no más que la certeza de mi muerte.
Es tarde y prendo una fogata


“Se valiente”
”Resiste”
"Aguanta”
Tú eres fuerte,
Tú puedes,
Anda,
cierra los ojos
Trata de dormir.
Siento que hasta cerrados
mis párpados se pudren presos de su miseria,
De sus miedos,
de sus inquietudes,
De su tiempo sin tiempo,
como las aves que perdieron sus alas,
Como la humildad de la que carezco,
como llorar y gritar mi rabia,
como el hambre y la sed,
como la lluvia y la tormenta.
Como ese vacío inmenso.

Los sapos de mi huerta croan,
Mis amadas luciérnagas se esconden,
Mis gatas fieles dejan de maullar.
“Se Valiente”
“Resiste”
“Aguanta”


Marisabel
10/02/08

(Poemas de mi libro: "Luz de Almas Viejas")


Poemas de mi libro Luz de Almas Viejas....



Poema de una mujer en el otoño de su vida

Quiero decirte algo,
pero no digo nada,
que te amo,
Que no encontré aún
el sentido de mis pensamientos
Ni el de mis palabras.

Debería juzgar la oportunidad de irme
antes de haber llegado a casa,
cuando siento deseos de irme a otro lugar
para sentirme como en casa.
Quiero, ya sabes,
quiero seguirte,
quiero quedarme,
Quedarme en ti,
Pero he sentido miedo de llegar
hasta tu alborada,
Qué encontraría yo a lo largo de tu espalda
una vez reconocida la última cicatriz,
quizás la salvación de mis sentidos,
tal vez las cuerdas de una vieja guitarra,
el malecón,
Miraflores,
las luces del mar,
el cine Pacifico,
la calle de las Pizzas,
Quizás las lanchas viejas de Agua Dulce,
Mis aňos mozos,
Mis muslos firmes,
Mi piel lozana,
Mis ojos grandes,
tal vez, sentirme como en casa.

Vivir es amanecer contigo
luego de haber caminado largo
y en calma,
pero debería,
Oh! debería dejarte ir...
tengo que irme,
Tengo que marcharme…
No quiero,
Pero tengo que irme,
Tengo que marcharme…
Quiero quedarme en tus brazos,
Olvidarme de todo,
Pero tengo que volver.
Te miro hacerme feliz
y reinas en mi vida,
pero tú sólo duermes y nunca,
nunca sabrás nada.
Nunca comprenderás como te quiero,
Cuanto,
Como te añoro,
La falta que me hacen tus caricias,
Desde siempre…
Y tu dulce mirada
Al marcharme me has dado un fuerte abrazo,
Has besado mi frente,
Has besado mis ojos,
He dado la vuelta para caminar hacia el avión
Me he quedado con el recuerdo de tu dulce mirada,
Y he vuelto a llorar,
como alguna vez lloré cuando creía en el amor.

Te has quedado en la tierra de mi primera juventud,
Yo he regresado a mi realidad,
A mi mundo,
Tan diferente al tuyo,
A mi vida,
Tan diferente a la tuya.
Te has quedado a vivir en los caminos de mi mente.
Tu presencia me acompaña de día y de noche,
Hasta dormida pienso en ti.
Te observo hacerme feliz,
Una y otra vez,
Como si esos pocos días,
fueron siete,
Hubieran sido los días más felices de esta vida mía,
De este camino lleno de obstáculos,
dolor y fracasos,
Hasta que un día tropecé con tu espíritu,
Con tu virilidad,
Con tu juventud,
Con tu sonrisa,
Con tu ternura,
Con el amor que tanto había anhelado.


Nunca entenderé como pude quererte tan rápido,
Quererte tanto, tanto,
Que tengo que esconderme para suspirar cuando me acuerdo
De todos los momentos que tuve que robarle a mi vida,
Que está en otoño
Y que quiso robarle a la tuya,
tu primavera.



Mary Fernández
Febrero 2008

Si estuvieras hoy aqui abuelita


Si estuvieras hoy…


¡Si estuvieras hoy aquí,
adorada abuelita,
podríamos hacer tantas cosas!...

Como cuando niña
te acuerdas?
te cantaría canciones hermosas
Recitaría mis poemas
bailaría para ti flamenco
te regalaría un ramo de rosas
y sintiendo tu mano tibia
sobre mi cabeza,
te contaría de mis penas y alegrías,
de mis caídas,
de mis amores,
de mis triunfos y fracasos.

Si estuvieras hoy aquí
adorada abuelita
Se que lloraríamos juntas,
pero también se que mucho reiríamos,
te ayudaría a preparar banquetes,
tortas, postres, a envolver paquetes
y que juntas iríamos a orar al Santísimo
todos los domingos a Misa de doce
en la Iglesia del Parque de Miraflores.

Si estuvieras hoy aquí
adorada abuelita
me hablarías con esa voz suave,
dulce y bondadosa,
me darías tus sabios consejos
de la experiencia de tu dolor y,
cual bálsamo eficaz,
cual remedio milagroso
tus palabras santas sanarían mi alma,
pues tus palabras... abuelita,
supieron siempre llenarme,
consolarme,
tus abrazos protegerme,
mi espíritu inquieto se volvería calmo
recuperaría la entereza,
encontraría de nuevo la esperanza,
echaría de casa a la incredulidad
para invitar a la fe,
destruiría a la tristeza,
al desamor,
al miedo,
a la soledad,
para encontrar el camino de la ilusión,
pasaría del desengaño a la confianza...

Quedaría dulcemente dormida
al arrullo de tu melodía nocturna.
Si vivieras, abuelita...
para volver a verte,
y fuertemente abrazarte,
para decirte cuanto te quiero,
podría sentirme tan feliz!

==

Con todo mi amor para mi abuelita Carmen Rosa mi ángel, mi héroe, la mujer mas completa y maravillosa que tuve el privilegio de conocer y que sigue siendo el amor de mis amores y que ahora que soy abuela comprendo mejor.

Fuimos amantes


Fuimos amantes

Fuimos amantes cientos de lunas
saboreando la dulzura de nuestras caricias
recibiendo entre gemidos nuevos amaneceres
llenando la habitación de fuertes latidos
nuestros cuerpos encendidos
prometiéndonos amor eterno

Fuimos amantes besándonos con la fuerza de los vientos
retorciéndonos como fuertes madreselvas
recorriendo nuestros cuerpos de punta a punta
bendiciendo nuestro amor,
Fuimos amantes rociando con poemas los besos deliciosos
Disfrutando nuestros sentidos,
perdiéndonos en nuestros ojos,
jugando en nuestros montes,
en nuestras orillas,
en nuestros lagos, en nuestras cuevas,
enloqueciendo con la última caricia antes del orgasmo.

Fuimos amantes finos, inteligentes, elegantes,
manejando las crines y las cintas de nuestro pecado
viajando escondidos pero felices en noches inciertas,
llenando nuestro futuro de la promesa del amor prohibido
del amor imposible

Fuimos amantes hablando de cosas que no importan
Tomados de la mano, apretando cada minuto
incrustando los besos inciertos, los besos escondidos.
Fuimos amantes contemplando la luz de la luna
y oyendo nuestras quejas, nuestros quebrantos
inquietudes, sinsabores, compromisos, lazos,
escuchando nuestros lamentos mientras por momentos suspiramos
Amantes iluminados por la pasión de lo prohibido, de lo imposible,
de lo sublime,
de lo que tiene que haber sido el amor,

Amantes que se dejaron de ver por muchas decadas,
para volverse a encontrar y descubrirse de nuevo.
Fuimos amantes cuando nuestra carne era dura,
mi vientre plano, el tuyo atlético y varonil,
mis pechos erguidos, mis muslos torneados,
te enloquecía la forma de mi cuerpo,
amantes amándonos en un silencio monumental,
nunca nos dejamos de amar,
de sentir, de necesitar,
separados por la distancia,
por el tiempo,
por las circunstancias,
por la edad,
seguimos siendo amantes en el recuerdo,
y volvemos a vivir cada momento
al recordar.



Tu recuerdo esta noche me cubre
como nube blanca y ágil,
me acaricia el viento de lo vivido,
me alumbra la luz frágil de mis luciernagas
los rincones escondidos pero no olvidados.
Fuimos amantes,
amantes que de verdad se amaron,
y quiero que sepas que nunca,
nunca, óyelo bien,
nunca he dejado de amarte.

Solo el comienzo

Puedo condecorar la alegría con penas y heridas de guerra que enorgullezcan al caminante que la posea...

Puedo disparar mil armas para asediar tu ciudad santa,
puedo penetrar tus tesoros e imaginar caminar por las calles amuralladas de tu conciencia...

Puedo simpatizarle al cielo...

pero eso es solo un comienzo.

Citación de bienvenida


Retazos de momentos
en un instante
y alguna que otra palabra
malsonante.
Y odio, ODIO!
las rimas consonantes.

No obstante, ellas
me odiaron a mí primero
y decidieron largarse.

Ahora intentamos hacer las paces.

Mientras tanto
ésto es lo que soy de mí.

Imágenes y letras.
Jodida y radiante.


Pabellón de Alemania
Mies van der Rohe
Barcelona '09

28 abril 2009

El final de la conciencia


La muerte significa el final de la conciencia. Como sueño sin ensueños, como antes de nacer, sin recuerdos. El cuerpo se descompone, sus elementos vuelven a formar parte de la tierra, de modo que cuando uno se muere retorna a la tierra.

Pareciera que hablar de la muerte fuese como convocarla y efectivamente es así, ya que imágenes de seres queridos que han fallecido, se superponen con nuestras fantasías más temidas. La fascinación por lo desconocido se superpone con el miedo al deterioro al dolor y al desapego.La partida del compañero, el amigo, amante, protector, familiar, padre, madre y hasta de un estilo de vida (roles, jubilación, etc) nos obliga a reaprender muchas cosas y nos enfrenta al dolor y al miedo a lo desconocido.

Hablar de la muerte y sus circunstancias se ha convertido en un tema tabú y para muchos de nosotros admitir que la vida es limitada, nos produce una horrible sensación de vacío; nos cuesta reconocer que parte del proceso de crecer, es aprender a convivir con ella: "nacimos para morir"Sobre la muerte y los procesos que se viven han escrito algunos autores:
Elizabeth Kubler-Ross, en su libro "Sobre la Muerte y los Moribundos" dice: "Hay muchas razones por las que no se afronta la muerte con tranquilidad, ya que morir se ha convertido en algo solitario e impersonal, porque a menudo las personas enfermas son arrebatados de su ambiente familiar y llevado a un hospital donde se les trata como a seres sin derecho de opinar, tomando otros las decisiones por ellos, olvidándonos que estas tienen sentimiento, deseos, opiniones y sobre todo el derecho a ser escuchadas y a tomar la decisión de si quieren o no estar en ese lugar.

Alberth Schweitzer, escribió:"Si queremos llegar a ser buenas personas de verdad, debemos familiarizarnos con la idea de la muerte. No necesitamos pensar en ella todos los días ni a cada hora. Pero cuando la senda de la vida nos conduzca a una posición ventajosa donde el paisaje alrededor desaparezca, y contemplemos la vista distante hasta el mismo final, no cerremos los ojos. Hagamos una pausa por un momento, observemos el paisaje lejano, y luego prosigamos. Pensar en la muerte de este modo produce amor por la vida. Cuando estamos familiarizados con la muerte, aceptamos cada semana, cada día como un don. Solo cuando somos capaces de aceptar así la vida, poco a poco ésta se torna preciosa"

Freud dice: "Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte" ¿Qué sucede con esta suerte de viscosidad de la libido, que se niega, cuando ha perdido algo, a pasar a otra cosa?. Al describir el proceso por el que la libido se dirige a los objetos, dice que estos pasan en cierto modo a estar incluidos en nuestro yo, de modo que se trata de un pedazo del yo, en definitiva de lo que hay que desprenderse. Cada uno de aquellos seres amados era, en efecto un trozo de su propio y amado yo. El hombre aprende por el otro, la experiencia dolorosa de la propia muerte. La propia muerte es imaginable, siempre que intentamos aproximarnos a ella lo hacemos con respecto a la muerte del otro, adoptamos una actitud convencional que se derrumba cuando se trata de lo pérdida de una persona amada. Enterramos con ella nuestra esperanza, nuestras aspiraciones y nuestros goces, no queremos consolarnos y nos negamos a toda sustitución del ser perdido.

Christine Longaker en su libro Afrontar la muerte y vivir con esperanza dice:"Para la mayoria de nosotros morir significa tener que experimentar un cierto sufrimiento inevitable"

"La comprensión vivida de la naturaleza de nuestra mente, de lo que podemos llamar nuestra esencia más intima, esa verdad que todos buscamos, es la clave pare entender la vida y la muerte.
El amor es el sentimiento que mayores recompensas y satisfacciones puede brindarnos. Es por medio del amor que logramos "vivir en nosotros", por eso, perder a la esposa o esposo de toda una vida causa un vacío que las demás personas no pueden llenar.

El viejo se enfrenta tarde o temprano a la inexorabilidad de la muerte. Las múltiples perdidas que acompañan al proceso del envejecimiento conducen paulatinamente a la toma de conciencia de la propia muerte como acontecimiento próximo e inevitable.
Cuando llegamos a viejos esperamos la perdida de seres queridos, de funciones sociales, laborales, se pasa a ser jubilado, se pierde la pareja y se pasa a ser pensionado, se adquieren nuevos roles y se pierden capacidades corporales.
Cuando la compañera o el compañero nos abandona para siempre, se inicia el proceso de duelo más doloroso que existe, según los estudios pues deja una herida emocional inevitable, ya que esto implica, además de la partida del compañero, la partida del amigo, el amante, protector y hasta un estilo de vida; lo cual obliga a reaprender muchas cosas.

La vida es un continuo movimiento en el cambio y la incertidumbre, estamos experimentando muertes y renacimientos constantemente: cuando dejamos por primera vez nuestro hogar, cuando terminamos el colegio, cuando perdemos el trabajo, cuando vivimos una separación, cuando nos diagnostican una enfermedad desconocida, todo esta cambiando constantemente, nuestros pensamientos y emociones están apareciendo para luego desaparecer.Pero es importante reconocer que el dolor pasará a pesar de que se necesitara algú n tiempo para elaborar ese duelo y llegar a la etapa de la aceptación. El consuelo llegará cuando se acepte que el ser amado se le lleva en el corazón, internamente, y que es posible dejarlo partir y seguir con la propia vida, y, aun más, cuando nosotros hallamos logrado aceptar nuestra propia muerte.La aceptación lleva a la sanación del sufrimiento y a la posibilidad de seguir creciendo como ser humano.

Es en este proceso don de la familia es muy importante, porque puede ayudar al viudo en la transición que esta experimentando, convirtiéndose en su fuente de apoyo, de intimidad, compañía y consuelo, apoyándolo para que este no quede solo.
Estos beneficios es ideal que los reconozcan todos los integrantes que comparten el hogar, de ese modo tanto niños, adultos, adolescentes, como los mismos viejos, se podrán sentir orgullosos de estar en un hogar enriquecido por el amor y la presencia de varias generaciones, además que ayudará a las generaciones mas jóvenes a ser mas conscientes de la realidad de la vida y la muerte.

Después de esto creo que nos queda por preguntarnos:
Que es lo que tanto nos preocupa?Porque le tenemos tanto miedo?Hablar de la muerte nos ayuda?De que recursos dispongo que me ayuden si me enfrento a ella?A que es lo que más le temo?Enfrentarla y aceptarla cambiara tu percepción de la vida?Hemos pensado alguna vez en nuestra propia muerte?
"Aprende a morir y aprenderás a vivir" Porque, aunque solo aprendamos a afrontar la muerte, habremos aprendido una de las lecciones de la vida: cómo vernos a nosotros mismos para aceptarnos, en el sentido más profundo posible, como seres humanos.


Sobre la muerte y el dueloTrabajo monográfico para el Curso Virtual Educación para el Envejecimiento

Adriana Gomez Jimenez

Ojala


Hay el amor! que felices y que infelices nos hace.


Cuando era muy joven una vez me senti muy enamorada, tanto que en vez de caminar flotaba, todo me emocionaba y la vida era maravillosa. Hasta que se fue, para siempre, para nunca volver. Nunca lo he podido olvidar. Era muy joven, era inexperta, era pura, inocente, buena.


Y un poema inspirado en ese amor hoy quiero compartir....

Ojalá que las hojas del cedro no te toquen las mejillas cuando caigan,
para que no las puedas convertir en lagrimas de cristal,
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que cubre todo tu cuerpo,
Ojalá que la luna llena pueda esconderse de ti,
Ojalá que la tierra triste y seca no te bese los pies.

Ojalá se escape tu mirada constante,
se fuguen las frases correctas y acertadas,
se distorsione la mirada divina, la sonrisa perfecta.

Ojalá hagas algo equivocado para que te borre de pronto:
una palabra que hiera, una infidelidad,
una espada de fuego, una mentira,
una cuchilla enemiga.

Ojalá por lo menos que me lleve la noche y con ella el olvido,
para no pensarte tanto,
para no tenerte presente,
para no sentirte siempre,
en todos los segundos,
en todas los espejismos,
en los caminos torturados de mi mente.

Ojalá que no pueda tocarte con las cuerdas de mi guitarra,
con las palabras de mis poemas,
con las melodias de mis canciones,

Ojalá que los amaneceres no reconozcan tus caricias,
los dedos que recorrian amorosos mi espalda.
Ojalá que tu nombre se me olvide
que no recuerde el sonido dulce de tu voz,

Ojalá las paredes no graben tus pasos llegando
Ojalá que mis ansias de ti se esfumen como el humo de tu cigarro,
que no me sigas torturando con los fantasmas de tus besos difuntos
de tus flores que duermen secas dentro del cuaderno de mis poemas.

Marisabel

El espantapájaros.

Me despertó la lluvia, yo intentaba conciliar el sueño entre las mantas. Me giraba hacia un lado y hacia otro intentando buscar la comodidad adecuada.
Me quedé quieto unos segundos y pude escuchar unos ruidos que provenían de fuera, como si alguien arrastrase los pies.
Mire hacia la ventana, pero no podía ser, serian las ramas del árbol movidas por el viento.
Sólo podía ver una luz exterior reflejada y las gotas salpicando la ventana.

Cerré los ojos e intenté dormirme. Enseguida sentí un golpe en la pared, el corazón se me aceleró de repente, mantuve lo ojos cerrados, pero tenia miedo de haber dejado la ventana abierta, así que los abrí. Estaba bien cerrada y tampoco pude ver a nadie. Me quedé observando, esperaba ver un gato subido al árbol, o un cuervo, o un búho.

Entonces vi como una silueta humana se acercaba muy rápido a la ventana hasta chocar con ésta haciendo mucho ruido, el ruido de un golpe seco.
La sombra estaba apoyada con las manos y la cara en la ventana, respirando de manera agitada. Podía ver cómo se empañaba el vidrio con su respiración, y hasta podía oírlo respirar con dificultad, creo que estaba sangrando y goteando. Llevaba un sombrero agujereado y la ropa deshilachada. Parecía un espantapájaros.

Yo estaba temblando, y tenía los ojos ligeramente abiertos, para que no supiera que lo estaba viendo.

De repente oí una voz que murmuraba con agonía:
–Déjame entrar. Y otra vez.
Muy débilmente. Mientras daba pequeños golpes a la ventana.
Con una tos seca que expulsaba sangre, o al menos eso me parecía.
Yo intente taparme lo más que pude con la manta, aunque sabía que eso no me iba a salvar la vida.

Cerré los ojos para no verlo y pensé.

Pensé en llamar a la policía, pero me vería y yo no quería que supiera que estaba despierto.

También pensé en levantarme y ayudarle, quizá estaba herido realmente y necesitaba ayuda. Quizá le estaban siguiendo.

Pero permanecí inmóvil, no tenía la certeza de que ese hombre tuviera buenas intenciones. Podía ser un ladrón o un homicida, o simplemente un viejo loco.

Estaba indeciso.

Ya no lo escuchaba respirar ni murmurar.

Por un momento me planteé la posibilidad de que fuera un sueño. Pero era demasiado real.

Pasé un largo rato pensando en silencio con los ojos cerrados. Un silencio débilmente perturbado por el relajante ruido de la lluvia.

Lentamente me fui durmiendo. Hasta entrar en sueño profundo.

Una nota muy interesante sobre la Influenza


Un amigo de California comparte con nosotros:



REFLEXIÓN SOBRE LA INFLUENZA
¿Por qué la influenza a La Ciudad de México? De manera psicosomática, los resfriados o gripes aparecen cuando una persona ha llegado al límite de sus fuerzas, al límite de cargas que puede sostener, al límite de responsabilidades que puede cumplir. La gripe se presenta cuando todo nuestro sistema requiere poner un freno al ritmo de vida que se lleva, pero no se lo permitimos. Nuestro sistema nos obliga a frenar por medio de la enfermedad.


No es extraño que un virus de esta magnitud caiga justamente en La Ciudad de México, la ciudad donde más estrés, tensión y miedo existe. Donde la mayor parte de las personas han quedado atrapadas en un sistema de vida suicida, donde se dedica la mayor parte a trabajar bajo horarios extremos. La ciudad donde más tiempo se le dedica a los traslados, dos o tres horas para llegar a un lugar, mientras se viaja con el temor de ser asaltados o secuestrados. No es raro que el virus se instale en una ciudad donde no hay forma de purificación pues nuestra conexión con el Universo está cubierta del denso smog y al mismo tiempo, el mismo smog deja atrapadas las energías del miedo y el estrés dentro de la ciudad sin posibilidad de liberarse. La desconexión existente es verdaderamente grande a causa de estos factores. Todo ha estado encapsulado por tanto tiempo que era inevitable un proceso de liberación. Los habitantes de La Ciudad de México están esclavizados a un sistema del cuál parecen no poder encontrar salida y solo un medio de esta magnitud puede ser capaz de obligar a ver hacia dentro de si mismos. No es raro que las vacunas no funcionen y que los medicamentos no sean suficientes, este tipo de afecciones no se curan con vacunas ni médicos EXIGE UNA TRANSFORMACIÓ N DE FONDO.


No hay vacuna que nos prevenga porque el propósito no es liberarnos de una gripe mayor, EL PROPÓSITO ES LIBERARNOS DE LA ESCLAVITUD. La mejor forma de prevenir que el virus se extienda y se convierta de verdad en pandemia es tomar consciencia de que YA NO ES POSIBLE SOSTENER UN RITMO DE VIDA BASADO EN EL SACRIFICIO, LA ESCLAVITUD, EL MIEDO Y EL ESTRÉS. Es urgente idear cambios y alternativas, reestructurar nuestra vida y conectar CON NUESTRO VERDADERO PROPÓSITO DE VIDA, el cual no es justamente la obtención del dinero por dinero. Hace falta conectar con nuestra esencia y nuestra naturaleza, que no es precisamente la necesidad de trabajar para obtener artículos y lujos fatuos e innecesarios.


La influenza nos obliga a RESPETAR NUESTRA INDIVIDUALIDAD y soltar acciones que obedecen a la INFLUENCIA de los demás (familia, sociedad, medios de comunicación, jefes, gobierno, etc.).


¿Qué podemos hacer al respecto? Reflexionar: Si consideras que estás dentro del grupo de personas que viven un ritmo acelerado de vida, en base al sacrificio, la esclavitud, generando grandes dosis de estrés, detente y toma consciencia de ello. La toma de consciencia es la única medicina preventiva viable en estos momentos. Enviar luz: Si no estás dentro del grupo, entonces envía luz a La Ciudad de México y a toda la República Mexicana, ya sea Luz en intención, por medio del pensamiento, por medio de la meditación o energías como el reiki. Tomar medidas oportunas: Mantente informado y sigue las instrucciones pertinentes para este caso. De ninguna manera debemos descartar vacunas, médicos ni información de los medios. La influenza es solo un proceso de transformació n para generar luz donde hay obscuridad, en la medida en que conectemos con nuestras necesidades esenciales, esta crisis se detendrá.

D'SABOR MINI-MARKET
15400 Hawthorne Blvd. Suite H
Lawndale, CA 90260
310-676-7407
SIENTE EL SABOR PERUANO
COMPRALE AL PERU

La vuelta al mundo en una King Size.

Nunca me resultó complicado dormir en sábanas ya revueltas, enredadas o incluso transpiradas. Lo encuentro casi normal o rutinario.

El delicado problema reside en intentar dormir en esas mismas sábanas cuando no fue uno el que las revolvió, cuando no fue uno quien las enredó, cuando no fue uno quien las transpiró, etc.

El olor a piel ajena en una sábana no es nocivo para la salud, pero quienes hayan tenido oportunidad de experimentar este fenómeno sabran lo díficil que resulta dormir en ellas.

"La Muerte, color número XIII", Mar Cantón.

Qué nos lleva a ése estado, a estar completamente fuera de cuánto nos rodea por estar, de manera precisa, completamente inmersos. El desamparo? La soledad? El más auténtico pavor? Ese momento exacto en el que la vida y la muerte son lo mismo, en el que sientes con verdadero deseo estar más muerto que vivo, como si sin saberlo fueras creyente de una religión que no existe... O quizá de la única religión que existe de verdad: la humana. Por qué sentir si no la paz en la muerte, por qué si no desearla?

Querer morir es querer escapar, huir, desaparecer, que nadie pueda verte. Querer morir es querer cruzar un puente que no conoces, llegar a un lugar donde nunca estuviste pero que imagias mejor. Por qué.

Querer morir es querer seguir viviendo, querer morir, en realidad es querer matar al mundo y seguir viviendo, como si tuvieras la certeza de que eso es posible, con la impotencia de saber que no puedes hacerlo de otro modo.Querer morir es querer dejar de ver lo que ves. A veces fuera, a veces dentro, pero no basta con cerrar los ojos, ni los oídos.

Querer morir es querer viajar lejos. Escondernos. Simplemente.

Es lo único que poseemos en verdad. La única realidad: el puente que nos separa de aquello que nos aterroriza y que de seguro podemos cruzar cuándo nos venga en gana.Por ello quizás la inocencia de la juventud nos convierte en amigos de la dama muerte, a algunos. Lo que no sabemos es que su sombra nos acabará acompañando toda la vida. Cuando has visto más allá es tarde para olvidar lo ya aprendido.

Mar Cantón





"En ALas de la Mentira", Ariam Ram, Videocreación.

Canción de Cordillera

(Canción de amor)

Ayer, vi tu azul distinguido, el amarillo definido y el rojo conjugado.

En tu suelo,

forjado por multitud de manos campesinas.

En tus madres,

pariendo con coraje, mágicas maravillas.

En tu cielo,

matizado por millares de sueños y sonrisas diamantinas.

Es que tus mágicos colores,

conspiraron con las notas del viento en tus montañas.

La melodía viajó,

recibiendo la lírica en el calor de tus desiertos, selvas y playas.

Con esta canción de amor,

nació una civilización única y altamente avanzada.

Hasta que llego la noche,

en forma de barcos y de gente por el dinero idiotizada.

Trataron de desaparecerte,

matando en la explotación y el hambre al pueblo que ocupabas.

Pero la rebeldía y milenaria sabiduría,

se convirtió en lucha para sobreponerse de las heridas.

Ese pueblo se escondió en la sumisión,

entre la ruina del saqueo y la servidumbre obligada.

Muy salvajes fueron los ladrones,

pero solo lograron un trauma, un hematoma, una herida infectada.

Este mismo pueblo se lame las llagas,

el atraso, y la barbarie son expulsadas.

Ahora vuelve la melodía a recorrer tus montañas y gélida cordillera.

Cada vez más despierto,

menos asustado tu pueblo canta y trabaja.

Se mira en los arroyos,

su propia personalidad es reconocida y festejada.

Con un carnavalito,

latido de tu pueblo que a pesar del dolor jamás volverá a estar escondido.

Es entonces que te mira en el fondo de su corazón y camina al futuro entusiasmado.

Maravillado de descubrir que su alma es una milenaria melodía.

Canción colorida,

por el calor, de tus valles, florestas y playas.

Acompasada por el silbar del viento en tus collados y montañas,

con el ritmo de tu gente, cambiándole el paisaje a esta tierra,

por tanto tiempo bestialmente maltratada.
Juan Calle-Bellido