al abrir la cafetera, ya vacía.
Un olor, a café ya tomado,
me recrea en recuerdos
que mi mente proyectan
como los clichés de una película
ya en blanco y negro.
Recuerdos de una casa,
de una familia, de risas,
de momentos compartidos.
Mi boca se ensancha,
en una libre sonrisa
y en mi corazón
sensación de bienestar.
Y pienso que.......
Voy a preparar otra cafetera.
Mi día no es un día si no se incluye café de alguna índole en él.
ResponderEliminares el momento, la "ceremonia", de prepararse un cafe y prepararse uno mismo para un momento de tranquilidad.
ResponderEliminarEl café, ese oro negro que acaricia los sentidos con su perfume diabólico, cómo no rendirse a un buen café?
ResponderEliminarPues estais todos invitados, en esa casa, con esas risas y con un buen café humeante entre las manos..
ResponderEliminarYo lo llamo la vitamina del alma.
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