08 julio 2009

La noche de caza

La ciudad fue absorbida por la oscuridad, la niebla espesa invadía los callejones, era mi momento…
Desperté sediento, es mi naturaleza, tenía que cazar….tenia que cazarte
Salí en tu búsqueda, eras un olor, un impulso de sangre que recorría todo tu cuerpo, te veía aunque estuvieras a kilómetros de distancia.
Me vestí con un pantalón oscuro de cuero y un jersey de cuello alto negro, botas con la punta de hierro, y una pulsera de pinchos. Tenía el pelo engominado, todo empuntado, me hice la raya en los ojos, y salí con mi mejor fragancia, el olor corporal.
No fue nada difícil encontrarte, tu latido era una señal en mi radar, una más, la de hoy…
Me sorprendió tu hermosura, lo eras realmente, tu pelo ondeaba al viento, un viento inexistente que solo aparecía para mover tu pelo, sonreías con la sonrisa mas irresistible que había visto nunca antes, las ansias de poseerte aumentaron aun más si cabe…
Y me miraste, con esos ojos llenos de vida, de un color azul grisáceo, y te miré, te clavé mi mirada más irresistible, y no pudiste resistirte…
Me hiciste una señal, y te seguí hacia uno de esos callejos anieblados donde solo nos podíamos ver tú y yo, y alrededor una blancura espesa….
Me sonreíste con picardía, ya no había marcha atrás, ya no pude controlarme…
Te bese salvajemente, te mordí delicadamente el labio, tu corazón se enchufó y latía a un ritmo frenético, tu tampoco podrías detener tus ansías de poseerme…Dimos rienda suelta al desenfreno.
Te quité la ropa sensualmente mientras mis labios recorrían cada centímetro de tu piel, cada curva, cada relieve…
Y me desnudé ante ti, un cuerpo cargado de muchos años de vida, pero que ante tus ojos era un cuerpo joven, vigoroso, espléndido…
Te alcé sobre mis brazos, y te presioné contra la pared, tus piernas rodearon mis caderas, y comenzó el acto más animal, más necesario….
Mi cuerpo se introdujo en el tuyo, a un ritmo frenético, salvaje… tu sudor era parte de piel, y el mío de la tuya…fuimos uno.
Y el momento álgido nos rondaba, hasta que el éxtasis llegó, mis ojos blanquecieron, y millones de descargas eléctricas deliciosas sacudieron todo mi cuerpo, desde la punta de los dedos de los pies hasta la cabeza, pero todavía quedaba algo más que hacer, antes que todo aquello terminara, el gran orgasmo…
Te agarré de la cabeza y la ladee, y clavé mis dientes afilados en tu cuello, regalándote el mordisco más sensual. Querías morirte de placer, tu cuerpo convulsionaba sin coherencia, y me lo agradeciste dándome parte de tus adentros.
Estuve al borde del desmayo, gozaba como nunca lo había hecho, las piernas me fallaban, me costaba sujetarte…
Tuve un segundo de cordura, y retiré los dientes, pude haberte matado, haberte desangrado, pero más que nadie, merecías la inmortalidad.


-Leinad23-

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