Los surcos de tu rostro,
regados por tu llanto,
son huellas de cosecha
que ya fuctifico.
Tu pelo del color de la luna,
y que ayer fue dorado,
sigue dando su luz.
Tus pies, otra hora ligeros,
se arrastran por el suelo
sin perder su compás.
Esas manos que tiemblan,
y que habían sido firmes,
acarician igual.
¿Por que entonces te rindes?
Camina; continua adelante,
no nos niegues tu fuerza,
deja que nos miremos,
en ese claro espejo
de tu mundo interior
Que lindo mensaje!
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