20 agosto 2009

Colisión de planetas

“Los cometas son cuerpos celestes constituidos por hielo y rocas que orbitan el Sol siguiendo órbitas muy elípticas”.

A Julián siempre le llamó la atención todo lo relacionado con el Universo, por las noches subía al techo de la casa de su abuela y desde ahí observaba las Constelaciones, pasaba horas mirando Estrellas y se preguntaba si en esos momentos existía otra persona haciendo lo mismo que él.

Por manía ó instinto hacía dibujos con sus dedos apuntando a las Estrellas. Flores, sillas, pingüinos. Las horas pasaban y pasaban, en ocasiones sentía que se perdía entre ese Mar Galáctico, entre todo ese Caos que nos espera allá afuera.

Julián creía que no era de este planeta, según él, era de “Raskoivnok”, un planeta que había colisionado con “Fruna de galos”, sus padres, antes de la colisión, lo encapsularon en una nave y lo mandaron a la Tierra, en donde lo encontraron Florencia y Pedro, sus padres adoptivos.

Así pasaron los años, Julián, ya con veintidós años, seguía creyendo que no pertenecía a la Tierra, no había algo que realmente captara su atención. Solitario, devorando libros recostado en una hamaca, solo eso, devorar libros y enriquecer su intelecto para cuando se ofreciera, en algún momento se tenía que ocupar.

Desde niño Julián tuvo que soportar las burlas de Jhanet, una vecina un tanto grotesca para ser mujer, vestía jeans y caminaba de una forma vistosa, moviendo las caderas al ritmo de campanas, haciendo que sus senos rebotarán con los pasos que daba. Jhanet era una mujer hermosa, pero prohibida. “He ahí una persona que ha tomado malas decisiones en su vida”, decía Julián. Jhanet poco a poco se había hundido en un pozo lleno de lodo -que en realidad era un pozo de crack-, en donde cada vez que se quiere salir y se hace fuerza, el lodo te hunde más hasta cubrirte por completo.

- “¡Julián, deja de chaquetearte arriba de la casa de tu abuela!”.

- “¡Chingas a tu madre Jhanet!”.

En 9 de febrero de 1999 Julián le mostró a Jhanet su juego con las Estrellas, solo tenían nueve años.

- “Mira Jhanet, cuando sea grande voy a ser Astrónomo”
- “¿Apoco?, órale, ¿y me vas a regalar una Estrella?
- “Te voy a regalar una Galaxia completa”.


Esas fueron las únicas palabras amor que Jhanet ha recibido en todos estos años, entre los dos existía ese amor puro que movía Constelaciones y que traspasaba Agujeros de Gusano, Jhanet era la diosa que Julián esperaba, ella era el motivo por el cual no había partido a Kiev, ella siempre había sido el motivo de desdichas y alegrías, de culpas, de llantos.

Una tarde mientras se disponía a entrar a su casa Julián escuchó la voz de Jhanet a lo lejos.

- “Julián, te invito a una fiesta”
- “No, no puedo”.
- “Entonces, paso a las ocho”.

Dieron las ocho y Julián estaba listo para la fiesta, Jhanet pasó casi cuarto de hora más tarde. Partieron rumbo a la fiesta y en el camino se fueron poniendo al tanto de sus vidas uno con el otro. Jhanet le contó a Julián de cómo en unas vacaciones de había ido a la Comunidad Autónoma en Chiapas, que la habían desvestido, desbaratado su mochila y revisado el ano en busca de algún contrabando, Jhanet de comentó a Julián de cómo los cuidadores de la entrada de había dicho que el Gobierno les manda medicinas caducadas y en ocasiones, meten bombas en las mochilas de algunos estudiantes con el pretexto de servir a su país. Niños y mujeres habían muerto hace dos años a culpa de una de esas tantas bombas, en esa explosión murió Jaime, el hijo de José, uno de los cuidadores, llevaban frijoles y tortillas para el desayuno, un niño de veintiséis años le había arrebatado la vida a una criatura con el pretexto de ayudar a un país que esta hasta el cuello de mierda.

Julián solo escuchaba hipnotizado todo lo que Jhanet decía, la imaginaba desnuda, con un peplo blanco cubriendo su desnudo cuerpo y resaltando sus pechos, caminando por un jardín lleno de olivos.

El pequeño viaje hacía la fiesta fue para Julián una revelación cósmica, estaba convencido de que Jhanet era el amor de su vida, la dueña de sus penas, y de sus quincenas. Entre tragos amargos de tequila los dos fueron soltando todos sus demonios, los invitados no importaban, el festejado no importaba, solo era ellos en ese cuarto ruidoso y con olor a meados. Julián le dijo a Jhanet lo mucho que la amaba, le recordó aquél día en que le prometió regalarle una Galaxia, Jhanet rió y después estalló en llanto, comenzó a disculparse con Julián por todo, él no hizo caso a las palabras que Jhanet decía, solo la beso.

Ebrios marcharon de la fiesta con un destino ya establecido, el cuarto de Julián.

- “Mira Jhanet, el hombre siente la necesidad de creer en algo, mira a mi papa, toda su vida trabajó para construir una casa y tener un coche, él decía que era lo único que le faltaba en su vida, después que tuvo eso y más, pero se seguía sintiendo solo, todos buscamos algo que realmente nos complemente, y tu, eres mi complemento.”

Sus ropas volaron dentro del cuarto de Julián y los dos se sintieron completos por vez primera en sus vidas, después del sexo, Julián comenzó a acariciar la espalda de Jhanet, y con sus dedos empezó a trazar figuras como aquella manía que de niño tenía, dentro de su pecho Julián se dio cuenta como su corazón latía de una forma extraña, recordó su ya extinto planeta, recordó a las miles de almas que corrían despavoridas en busca de una salvación casi nula, vio a sus padres llorando por su partida. Él sonrió, y supuso que así se sentía estar a punto de una Colisión de Planetas…

2 comentarios:

  1. la intimidad y el desnudo son puertas de la felicidad

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  2. :) Julián :)

    Bonito nombre...jijijiji.

    Me gusto el guion de la historia. No pude dejar de leerno ni aunque me sonara el tlf 3 veces ;)

    Gracias!!!

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