28 agosto 2009

Fuego...




( Fotografía: La Región)





Perdimos entonces el ritual del fuego,
y el fuego tomó venganza de nosotros.
Se nos metió en el cuerpo

( Beatriz Eugenia Valencia )






Cada año, agosto cumple con su salvaje rito. Puntual, agresivo y violento, el fuego llega a los montes gallegos sin aviso ni tregua. El fuego, su fuego, incendia, arde, quema, el fuego que acude sin aviso, el fuego estridente y lascivo, empujado por la mano cómplice del pirómano irredento, fuego compañero indeseable del verano, de mi verano, de todos los veranos desde niño.

Lo es desde hace tiempo, no lo olvido, en el estío su presencia infame me lo robaba. Cien veces lo he escrito y aún ahora, cada verano siento la necesidad de hacerlo de nuevo, de reclamar al fuego los meses que cada año me burlaba su presencia, los días que el fuego me robaba a su lado. Lo recuerdo como ayer, su marcha temprano, aún de noche, sus llamadas, su regreso, escuchar sus pasos cuando cerraba la puerta, su cansancio, el olor a humo con el que al día siguiente me golpeaban sus ropas, su preocupación, las horas sin descanso, fuego, fuego…

El fuego hacía cenizas ilusiones, montes y propiedades enteras en veranos tintados de dramatismo, el fuego ahogaba sollozos de los que, impotentes, luchaban a destajo intentando evitar su avance, el fuego nos alejaba de él al tiempo que convertía mi tierra, Galicia entera, en un espectáculo dantesco y miserable.

Nunca se lo dije, nunca tuve fuerzas para hacerlo pero durante esas noches de fuego y ausencias, durante aquellas malditas noches de agosto, el fuego entraba en mis sueños, se reía, arrasaba terreno noble dejando cenizas a su paso, reinventando mis miedos, inagotable fuego, absurdo, esquivo, mezquino…

Ahora él ya no está, y aún ahora no consigo evitar amanecer con la misma sensación cada nuevo verano, pensar en él cada vez que el aire se torna irrespirable, cada vez que llega el fuego, cada minuto en que el humo, su presencia negra y furtiva, llena todo hasta apropiarse del aire tiznando el azul de agosto. La sensación es la misma, se repite, el mismo temor, los mismos miedos al escuchar un aviso, el fuego, su llegada y sentir aquel motor sobrevolando un monte cercano, presentir su descarga sobre el fuego, el fuego, criminal, irreverente y altivo…






Hoy siento necesidad de escuchar a Chavela, de quedarme con ella...




5 comentarios:

  1. Un día más. Gracias.


    Un abrazo.

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  2. Al fuego, estas palabras:
    http://www.youtube.com/watch?v=tq-u3KmYq1k&feature=related

    aullidos y saludos.

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  3. Que interprete tan increible, su fuerza me llego a los + produndo y no pude controlar el llanto, tanto que con mis lagrimas pude apagar el fuego.

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  4. me encanta, jm, a medio camino entre la información y el sentimiento

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  5. Que pena...cada año ver como arden....hectareas...casas... plantas...animales....y alguna que otra vida humana...

    :( :(

    :(

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