27 octubre 2009

Elegía a la Aún Viva

Cuando no queda nada donde lo hubo todo,
o quizá sí queda pero la noche negra que todo lo puede,
castiga,
el corazón agrieta los latidos de otro y las miradas ya no
juegan entre ellas -mentirosas-, no se miran,
nada quieren.
Es entonces que ante el mundo con ánimo me derribo:



Por proteger mi sonrisa y acunarla con nana de piano,
mirarte y no ser capaz de mantener los ojos y la vida.
Por ganar batallas y conquistar mis tardes con ejercito de mariposas,
derivarte la ilusión al más áspero de los daños,
descuartizar tus ansias y tus sueños sin límite,
asesinarte
y no comprender más allá de tu ausencia.



Te mido y te recorto con precisión de artista que defrauda,
que intuye, que tacha,
qué desierto.
Como si siguieras viva te imagino columpiando colores frescos
en mi vida…
Loba que aullaste a mi llanto, sólo amando hacías lo tuyo.
A veces con existir ya nos valía en las noches raras,
y sabiendo yo de tu oficio de bufona y que el amor se presentaba
infinito,
no pude contener tu carcajada -deliciosa- por mucho tiempo,
el abrazo, la luna, tus dedos,
todo se partía, muchas cosas se ahuyentaban.



Desatada ahora la intrusa y temida muerte entre nosotros,
acuden todos los colores fingidos, la rabia decidida.
La diversión de nuestras manos juntas parece ser ahora la leña
de un diablo que observa
y seguidamente llora.



Dónde está mi aire, tu aire, ese aire caliente que iba acumulando
recortes de amor en nuestro cuerpo,
es tan sólo lo que pido...Pero débil o roto,
tan sólo es un lenguaje con forma de huracán,
triste, atrapado en su catástrofe de hierros,
triste, con ojos como canicas y encendidos.



Porque todo lo que miraste ahora yo lo miro.
Y se me persigue,
y se me hace sangre la lágrima y otra lágrima
y hasta yo mismo me persigo,
acompañado de dientes que a distancia arrancan
sonrisas y secretos.



Ahora calculas la despedida.
Soy testigo de como me dibujas de negro y sin rostro
en una pared negra y débil, soy testigo de como la tiras
a empujones malditos y tenebrosos.
Y tengo miedo. Seguidamente te mueres.



¡Que toque!, ¡que toque!, ¡que toque o que yo me muera!
Dejaría que me cortaseis las manos por poder abrazarla.
Vivir de su vainilla y conservarme entre sus gritos...
Sólo quiero bañarme en collares alegres o ser lengua
de su boca.
Sí, ¡que toque!, ¡que toque!, ¡que toque o que yo me muera!



¿Se me resbalarán mis propias manos?,
muy pocas cosas parecerán tener sentido...



Voy corriendo a todas partes mientras duermo y duermo,
y resulta que tu me quieres y resulta que yo te quiero.
De nuevo todo el colorido del mundo cae frente a nuestras vidas
y la noche permanece mágica
como la guitarra entre tus brazos y el silencio,
como esas caritas que fijas con celo en tu cuerpo,
como la ternura que se acomoda a nuestra fiesta
de detalles
y de mimos.
Entonces sólo busco alcanzar el Octubre,
y alcanzo tu Octubre y lo amarro a mi boca
y no lo suelto.
Es ahí cuando coso tu mirada a mi mirada
y el halo de tu vida a esta muerte que ahora acecha.

4 comentarios:

  1. Te cuento algo Nievas...estoy llorando. Posiblemente, me tocó tremendamente hondo tu poema...creo que mis lágrimas son el mas genuino homenaje que puedo rendirle a tan fantástico escritor y bello poema. Un abrazo!

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  2. .....

    El blanco de tu nombre...hoy se ve algo mas gris. Y es una pena, porque lo gris no es malo. Pero cd se pasa de la pureza del blanco...se ve algo mas triste...

    Bezzz,

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  3. Aplausos de pie, oh poeta...

    Magníficas letras sentidas.

    Aullidos y saludos

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  4. Yo tambien estoy llorando...Me gusto mucho, especialmente cuando dices "coso tu mirada a mi mirada"...HERMOSO!

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