16 octubre 2009

Esta mañana no he sabido que disfraz ponerme


Hace tanto que no pongo buena cara
para ser políticamente correcta
y he adelgazado tanto,
que todos me quedan grandes,
anchos a la altura del hígado.

Quizás hace un tiempo
los hubiera mandado a arreglar,
a coserles un corchete de bruces
y remendarles la careta,
pero ahora amigo mío,
sólo pienso en descoserles la boca
y mandarlos a callar.

Había pensado en regalarlos,
¿pero quién querría un disfraz usado?
Una sonrisa pasada de moda
y esa "cara de todo va bien"
cansada de camuflarse,
de zurcirse las ganas e hilvanar el deseo.

¿Quien querría unos zapatos
con las suelas desgastadas,
colmadas de parches
que sólo recuerdan un camino?

Mejor los dejo custodiando
el fondo del armario
y les ahorro este dilema.

Prefiero este vestido nuevo
hecho a medida de guiñapos y jirones,
que me ciñe el alma hasta dejarla seca
y me gusta cada día un poquito más.

Esta segunda piel que no calla se revela
y se adapta como un guante a mi pellejo,
me aborda, me borda y me desborda,
me abriga el corazón hasta quemarme
y me desarropa la vida hasta dejarme fría.

El Rincón de Nuke

5 comentarios:

  1. Ni siempre quedamos con una cara buena, pero la alegría es un estado de espíritu, una semilla plantada diariamente...

    Fantástico tu escrito.
    ¡Que estés muy feliz!

    Un abrazo

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  2. Solo me queda decirte: EXCELENTE! me encantó!
    Esa segunda piel, eres tu desde adentro, toda tu!

    Saludos,

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  3. Genial maestra... para variar nadie querria dejar de ser lo que es por algo que se antojaese nuevo y sin sentido...

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  4. Noto en tus textos una perfección dificil de igualar. Noto experiencia y soltura, como si formara parte de tu vida, y seguro que lo es.

    Un placer tenerte en el equipo, saludos.

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  5. Realmente no hay mejor disfraz que la piel sincera, con todo, muchos jamás creerán al que así se viste.

    Aullidos y saludos

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