22 noviembre 2009

DISCOTECA

¿Pero dónde me he metido?
pregunto medio cohibido
mientras el fiero latido
me atormenta los oídos
y entre lamentos pregunto:
¿Dónde coño me he metido?
A mi lado, embravecido
o empanado, se sostiene
o quizá apenas se tiene
un títere desgarbado,
nada le va ni le viene
pese a su corta vidilla.
Está ajado, aún abonado
por un tipo de pastillas
de esas que te hacen creer
que cada triste anochecer
cantando puedes volver
al país de las maravillas,
donde no hay un porvenir,
ni un porqué, ni un sinvivir,
ni un lo siento de rodillas,
sólo un cotidiano olvido.
¿Dónde coño me he metido?
Me lo vuelvo a preguntar
y cuanto más lo pregunto
más me creo yo el presunto
verdugo de este difunto
de la imagen del matar:
con sus ojos ya sin vida,
con su mirada perdida,
con los peces de colores
que se llevaron su mar
ahogando mi despedida.
¿Dónde cojones estoy?
Antes de volver, me voy.
Este poema lo escribí la primera vez que entré en una discoteca, con 16 años; disculpad su simplicidad pero lo he redescubierto hace un rato entre mis papeles y me ha hecho gracia reencontrarme con un divertido capítulo de mi vida.

2 comentarios:

  1. Me emociona descubrir el montón de nexos que unen a las personas, no ya tanto en esos que te relacionan directamente, sino en los que te demuestran que tu comportamiento se asemeja al de muchos, con la esperanza que de igual forma converjan los sentimientos.
    Tú papel pródigo me ha hecho esbozar una amplia sonrisa.
    Un abrazo.

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  2. Ya con 16 años tenías talento y el suficiente gancho, como para no regalarle al lector un coñazo por poema.

    Me gusta como abordas las ideas.

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