19 febrero 2010

0110-HORSIT

La luz del callejón se filtraba a través de las juntas de la contraventana que como alfileres de extrema delgadez la mantenían prendida a la penumbra de la pared. Se estaba preparando para la cita: el trasnochado contestador le había mostrado, entre balbucientes pitidos, una voz que de acuerdo a su deseo tan sólo deletreó el nombre de un bar a continuación de un guarismo.

No habían pasado más de cinco minutos desde que la cinta terminó de rebobinarse, y el abrupto 'clac' tras el hiriente zumbido circular le trajo a la memoria un pistoletazo de salida; su incipiente musculatura, que ahora cultivaba, se tensó con un leve temblor. E inconscientemente se fue desnudando con cierta parsimonia, entre sensual y estudiad languidez, intentando adivinar en qué momento había decidido jugar de esa forma con el sexo: a ciegas, promiscuo. Un instante después se olvido de la respuesta y la pregunta se derritió entre las volutas del cigarrillo que acababa de encender, el gorgoteo de los grifos de la ducha y el azul eléctrico que bailaba en la pantalla de cristal liquido del reproductor de música.

Mientras deslizaba, pubis abajo, los calzoncillos con suavidad morbosa, murmuraba con expresión de júbilo - a las 0_1_1_0 en el H_O_R_S_I_T - Y cerró los ojos hasta que llegó un último espasmo.

En el cuarto de baño se había formado una espesa neblina de vapor de agua; y escribió en la superficie del espejo un recordatorio de la cita: de los bordes de los trazos surgieron unas lágrimas expectantes que con gravedad sinuosa le acompañaron en la resaca del despertar al día siguiente junto con su reflejo de boca torcida con cepillo de dientes

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