12 abril 2012

AMOR

No hay peor muerte, amor, más que la tuya

de mis entrañas surge sordo aliento

Y es tan interminable mi dolor

que desde mi pena

es sentencia de heredad que no se acepta.

Eras como un silencio con sonrisa.

Un manantial de conformidad sin ruego.

Una caricia siempre para todos

Y moría tu Alma en el desvelo.

Diste tu corazón como si fuera agua

a los sedientos...

Unas monedas

para los que te pedían la limosna,

sin ver que al entregarte te perdías

los momentos que aún estabas vivo.

No puedo entender por qué lo hacías.

Ninguna vez te rebelaste, amor

De esta desdicha.

Nunca dijiste: no. Nunca te opusiste

Ni luchaste a ocupar el lugar

que merecías.

Te lloro sin lágrimas

como tú lo pretendías.

Grito sin abrir los labios

en silencio

pero mi alma, amor

se esclaviza en tu partida

hasta el fin de los días.


AMALIA LATEANO

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