Es curioso como a veces, la vida se nos echa encima torrencialmente. Los hechos se suceden y nosotros, impotentes, no hacemos más que lamentarnos por ser cómplices sin voz ni voto de nuestro mismo sino. Y es que “a menudo, lo noble no es lo bello”.
Ni el guapo de turno se le echa encima a la rubia tonta, ni el burócrata es feliz en su oficina. La vida injusta, de principio a fin. No conformes con lo que nos toca, fabulamos y fabulamos sobre nuestras querencias y cuánto más ahínco empeñamos al prendernos de las nubes, más destartalados quedamos cuando al caer, desde el arcén, observamos que el cielo queda muy lejos: Azrael no es más que otro funcionario que no llega a final de mes.
De ilusiones vivimos, de ilusiones que por desilusionarnos agonizan y que en el relicario de las verdades pecaminosas, condenadas están a morir.
El Gato Negro
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