La deliciosa porosidad de su propio cuello lo volvía loco.
Fantaseaba con masticarse la yugular;
tardes enteras
estirando la lengua,
planeando como saborear la yugular.
Envidia,
envidia le daban
todos ellos
que podían complacerse con la sosa acidez del cuello ajeno,
que nada de malo encontraban en el perfume de las nucas de terceros.
A fin de cuentas,
era sólo cuestión de tiempo,
sólo cuestión de paciencia,
inmaculada paciencia.
Ya llegaría el día
de los besos en retrovisión.
que cosa mas rara! y que buena idea! una pregunta seria: te fumas algo?
ResponderEliminarcomo se te ocurre?
jaja
saludos
me ha gustado...estaba tratando de hacerlo jajaja...es instinto....
ResponderEliminarbesitos.
bon apettit :p
ResponderEliminarDraculistico total , me encanta.
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