07 mayo 2009

Senderos del recuerdo de una vida


Senderos del recuerdo de una vida


Hoy camino por la senda de mi niñez
Y me siento niña,

estoy contenta jugando con mis muñecas,
montando bicicleta,
patinando por la calles del malecón,
trepándome en árboles frondosos,
buscando nidos con pajaritos,
jugando en la playa
cubierta de espuma blanca.


De pronto llego a la avenida
en donde me encuentro con mi juventud,

voy a camino a la peluquería
ha hacerme un moño de bucles rubios,
uso tacones altos,
mucho maquillaje,
falda corta,
sonrisa traviesa,
mirada coqueta,

es de noche,
es primavera,
tengo 15 años,
de repente me tropiezo con el amor,
el romance,
la pasión,
la furia,
la ilusión.

Todavía no tengo 18 años
y estoy vestida de blanco
ante el altar,
radiante,
enamorada,
llena de planes,
de metas,
de promesas.

Después tengo un crío en los brazos,
he querido brincar los nueves meses largos del embarazo,
Poco después tengo otro mas,
dos hijos maravillosos,
son mis dos tesoros,
son mi todo.

Rápido,
porque rápido se pasa el tiempo,
al doblar la esquina de mis años maternales
años difíciles
porque soy madre soltera,
me encuentro con mi hijo el mayor
que es todo un empresario,
y me está dando consejos,
como siempre,
el otro,
el menor me trata con indiferencia y frialdad
los dos son agnosticos
y no entiendo el porque,
nunca lo he de entender.

Cuando me miro en el espejo
tengo arrugas en la frente,
pelo blanco,
soy una anciana robusta
que todavia sonrie,
y mis zapatos son de tacones bajos.
No debo de ser tan joven
porque tengo un hijo con hijos grandes,
soy casi casi una viejita,
debo de tener cerca de ochenta.
Me siento feliz
porque tengo mucho que decir,
nunca me siento triste
porque han pasado los años,
para mi la edad siempre fue un número.

Nunca dejé de sentir a mi niña interior,
mi voz siempre mantuvo jovialidad
y mis ganas
su energía,
Y todavía me hace feliz
abrir la ventana
para ver salir el sol por las mañanas,
y mojarme con agua de lluvia
para ir corriendo detrás del arco iris.

Tengo dolores que antes no tenía
y tomo duchas calientes
varias veces al día,
no me quejo nunca,
porque me hace feliz
sentirme viva.


Vivo cada día
con la intención de sacarle
el jugo a la vida,
mirando atrás
suspiro feliz y tranquila,
porque he vivido día a día,
poco a poco,
paso a paso,
siempre amando,
luchando,
conquistando,
siempre con el entusiasmo ardiente,
el mismo
que sentía cuando peinaba a mis muñecas
ensayando mi papel de futura madre,
que se me hacia tan lejano,
cuando escribía mis recetas
para después preparar mis ricas tortas.

Y ahora
en mis tiempos de anciana
disfruto ver a mis bisnietos patinando,
trepando árboles,
pintando paredes,
jugando en la arena,
mojándose en la lluvia,
recibiendo a mi lado nuevos amaneceres,

sintiéndome como una niña.

2 comentarios:

  1. Feliz infancia de una niña convertida en adulta... sigue escribiendo... es una buena terapia para romper el silencio de la memoria.

    Los recuerdos en papel siempre huelen a los papiros de la existencia.

    ResponderEliminar
  2. Es cierto Mariangeles, la edad es solo un número y tu lo has comprobado con este hermoso escrito. Un saludo afectuoso. Vicairot

    ResponderEliminar

Mensaje