11 mayo 2009

Tómelo o déjelo


El fulgor avellana
de mis ojos oblicuos
coronados con
rebecos abanicos
de pestaña acariciar.


La estatua del cuello
de musa bruñida,
cobre labrado por
virtud altanera
de continuo calar.


El olor de mi cabello,
tinta ceniza
y humedad vegetal,
de celosas cardas
encontienda inmortal.


El vértigo mórbido
precipitándose
al palpitante risco
entre mis pechos,
esternón pa’ curar.


El efecto comba
de mi cuerpo
cual Teresa de Bernini
en beato estertor
a la hora de amar.


La brisa pelusa
que viste mi piel,
erizable hebra
tapiza-desnudos
en diario pulular.


La cárcava infinita
de mi ombligo
sin fondo
en vientre lozano
y dispuesto frutal.


Mis piernas de bambú,
fervientes encaramadas,
lo diminutos de mis pies
en sigilo y desenfado
de andariega eventual.


El sendero marcado
como cordillera a la espalda,
sensible y palpable
camino de ensalmos
y rosario vertebral.

1 comentario:

  1. "cual Teresa de Bernini" me ha encantado esa comparación. Hermoso y sensual. Saludos!.

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