Vengo en taxi a casa. Radio, dial impuesto y unas 4 ó 5 canciones por el camino hasta mi “cama”… Y tú entre ellas, mi querido y amado poeta… Esa canción cuyo nombre nunca recuerdo y tanto adoro, como otras tantas tuyas, sí, de Sabina, “…ese que canta…”, llego y abro ventanas y links, tengo sueño, por eso vine. Y sin embargo… Aquí ando, porque lo río todo, lo lloro todo, lo siento todo… Una pluma al caer y un hombre que se desploma. La melodía de lo más profundo de los océanos y las conversaciones que te hacen dar carcajadas entre alcohol, tabaco y amigos de los buenos.
Voy a por mi pijama.
Y en esa cama donde amontono cosas, helada, me pregunto si todo tiene sentido sin ti, o sin ti, o sin ti… Y entre tanto sin ti elegido y vociferado me quedo sola.
Y entre tanta soledad elegida creo el mundo que nunca tuve. El de las flores, el mar y los versos. Y saco fuera mis ángeles y mis demonios como antes no pude de tanta compañía, les doy la mano, les invito a casa, les conozco, y me reconozco en ellos. Y tanta guerra de décadas.
Y acabo durmiendo en el sofá, sin interés en mi propio tálamo. Y me doy cuenta de que soy tan errante como heredé a pesar de tener mi cueva. Y cuando encuentro amor lo acabo echando porque sólo quiero esas manos invisibles que me sostienen.
Y siento que me ha tocado la lotería del mundo y todos sus seres, la de escuchar el murmullo de la hierba cuando crece, la de no poder compartirlo, la de las dos caras, porque eso nunca cambia.
Una máscara de cera que de tan caliente te deja cicatrices y de tan fría te quema. La que te quitas cuando llegas a tierra segura, tierra de nadie, a tu tierra. Donde no hace falta fingir que eres feliz, que estás a gusto, que todo marcha bien… Que no oyes voces ni sueñas sueños despierta, que no estás loca ni cuerda, sino al límite. Que respetas lo senderos que no son tuyos, que toleras lo intolerable, que sostienes lo insostenible, que no eres radical ni libre, que estás como todos, en la cuerda floja.
Cuando la cuerda la tienes en tu propio cuello y es tu decisión apretarla como el nudo de una corbata o como la soga de un amante celoso.
Acabas encontrando la nueva concha de cangrejo ermitaño, esa del tamaño exacto que nunca quisiste y en la que tan cómoda te encuentras. Un nido de víboras o gorriones, un nido al fin y al cabo en el que habitar sin molestar o ser molestado lo suficiente.
Y eres mujer y no hombre y no se estila. Y ya llegas al cuarto agujero del cinturón “yo que he estado en el primero”… Tan gorda, tan llena, tan satisfecha.
Y sientes que prefieres tus huesos a la carne de otros, y tu frío al calor de esa carne.
Un útero lo rellena cualquiera, pero no una entraña. Y tu entraña es tan difícil para todos… Y de tanto hachazo en la entraña te escucho, poeta, y entiendo hasta tu amígdala cundo vibra al cantar y digo, y pienso.
Viva la soledad de los huérfanos de este mundo extraño donde la extraña soy yo y vosotros los complacidos. Debéis serlo con tanta sonrisa y risa, y yo con máscara, y algunos que me vieron sin ella.
Y aquí me quedaré en mi sofá, escuchando las olas de mi sangre y la marea de mis sueños.
He invitado, pero nadie viene.
Y ya no me importa, porque ahora estoy conmigo con quién nunca estuve antes. Ser desconocido y nuevo que me llena y me deja sola, como cualquiera.
Con mi calor y mi frío intensos.
No espero nada.
Y a pesar de todo sonrío desnuda.
Voy a por mi pijama.
Y en esa cama donde amontono cosas, helada, me pregunto si todo tiene sentido sin ti, o sin ti, o sin ti… Y entre tanto sin ti elegido y vociferado me quedo sola.
Y entre tanta soledad elegida creo el mundo que nunca tuve. El de las flores, el mar y los versos. Y saco fuera mis ángeles y mis demonios como antes no pude de tanta compañía, les doy la mano, les invito a casa, les conozco, y me reconozco en ellos. Y tanta guerra de décadas.
Y acabo durmiendo en el sofá, sin interés en mi propio tálamo. Y me doy cuenta de que soy tan errante como heredé a pesar de tener mi cueva. Y cuando encuentro amor lo acabo echando porque sólo quiero esas manos invisibles que me sostienen.
Y siento que me ha tocado la lotería del mundo y todos sus seres, la de escuchar el murmullo de la hierba cuando crece, la de no poder compartirlo, la de las dos caras, porque eso nunca cambia.
Una máscara de cera que de tan caliente te deja cicatrices y de tan fría te quema. La que te quitas cuando llegas a tierra segura, tierra de nadie, a tu tierra. Donde no hace falta fingir que eres feliz, que estás a gusto, que todo marcha bien… Que no oyes voces ni sueñas sueños despierta, que no estás loca ni cuerda, sino al límite. Que respetas lo senderos que no son tuyos, que toleras lo intolerable, que sostienes lo insostenible, que no eres radical ni libre, que estás como todos, en la cuerda floja.
Cuando la cuerda la tienes en tu propio cuello y es tu decisión apretarla como el nudo de una corbata o como la soga de un amante celoso.
Acabas encontrando la nueva concha de cangrejo ermitaño, esa del tamaño exacto que nunca quisiste y en la que tan cómoda te encuentras. Un nido de víboras o gorriones, un nido al fin y al cabo en el que habitar sin molestar o ser molestado lo suficiente.
Y eres mujer y no hombre y no se estila. Y ya llegas al cuarto agujero del cinturón “yo que he estado en el primero”… Tan gorda, tan llena, tan satisfecha.
Y sientes que prefieres tus huesos a la carne de otros, y tu frío al calor de esa carne.
Un útero lo rellena cualquiera, pero no una entraña. Y tu entraña es tan difícil para todos… Y de tanto hachazo en la entraña te escucho, poeta, y entiendo hasta tu amígdala cundo vibra al cantar y digo, y pienso.
Viva la soledad de los huérfanos de este mundo extraño donde la extraña soy yo y vosotros los complacidos. Debéis serlo con tanta sonrisa y risa, y yo con máscara, y algunos que me vieron sin ella.
Y aquí me quedaré en mi sofá, escuchando las olas de mi sangre y la marea de mis sueños.
He invitado, pero nadie viene.
Y ya no me importa, porque ahora estoy conmigo con quién nunca estuve antes. Ser desconocido y nuevo que me llena y me deja sola, como cualquiera.
Con mi calor y mi frío intensos.
No espero nada.
Y a pesar de todo sonrío desnuda.
© Copyright Mar Cantón/ 2007.
"[...]Pero dos no es igual que uno mas uno[...]"
ResponderEliminarPor cierto, me gusta la pintura que encabeza tu escrito.
ResponderEliminarNo, 2 no es igual que 1+1... (sonrisa)... Qué canción más bonita por Dios... Me encanta la manera que tiene este hombre de decir cosas tan rotundas con tanta simplicidad de palabra.
ResponderEliminarLa ilustración de de Amano, si pinchas el enlace darás con su página, es un dibujante japonés que hace cosas realmente magníficas.