Cabalgo sobre un caballo de fuego las horas que me quedan por vivir… se que son pocas porque alguien me susurro al oído esta mañana cuando aun dormía.. Me dijo…
Chico… haz un buen final porque el espectáculo esta a punto de concluir…
Y me desperté… como esos días en que sabes que el mundo tiene algo importante que enseñarte… la alegría a flor de piel haciéndome brillar un poco mas antes de extinguirme… el como no lo se, pero lo estoy buscando.
Salí a la calle tras tomar un sabroso café de Sumatra con un toque a canela y vainilla… unas tostadas con un sabroso coulisse de frambuesas y como no… como colofón y a mi salud un cigarro de hawaian snow… una delicia para los paladares sibaritas. Que hizo aflorar una profunda sonrisa de color de nieve.
Era un día precioso de verano con sus calles regadas y mi caballo estaba en la puerta esperándome con una nota deseándome buenos días… tire la nota y me presente a mi montura… ella me conocía porque había pasado una vida esperando a ese momento en que me llevaría a donde me tenia que llevar.
Flote su crin con los dedos abiertos y relincho feliz de haberme conocido. De un salto me subí a su grupa y pudimos continuar los pasos del destino que tenia prefijado. Tenia una montón de preguntas clasificadas por temas en un mochila que usaba de alforja improvisada.
Mientras corríamos sobre un regazo de humo que dejaban sus pezuñas al contacto con el húmedo asfalto matutino de las calles regadas. Me iba contando el trayecto que seguiríamos en el itinerario fijado.
Tenia unas paradas prefijadas y yo le incluí un par de satisfacción personal. Hicimos la ruta en un suspiro y no me olvide de visitar ninguna de las paradas deseadas. Me llevo a las suyas en las que comprendí la verdad de las cosas y la justificación que me otorgaban. De alguna manera estaba cumpliendo los designios que me quedaban por completar para llegar al punto en el que estuviera preparado.
Cuando MacDugeron que era mi flamígero corcel… me informo que había concluido con sus mandatos y que si estaba listo… podía llevarme al final del camino. A pesar de ello por cortesía me pregunto si necesitaba realizar alguna parada antes.
Sin desaprovechar tan afortunada circunstancia… conteste que si podría acercarme a algún lugar en el que pudiera tener contestación a todas las preguntas que tenia almacenadas… y diciendo que si me llevo a una pequeña tienda atendida por una señora mayor con el pelo gris y la nariz aguileña.
El escaparate de a penas un metro y medio tenia unas cuantas plantas en macetas y en el interior… unas cuantas mas salteadas de aquí para allá… en fin una tienda sin demasiada demanda pero bien atendida. Eran flores delicadas y extrañas. Visualmente muy vistosas… pero de gran dedicación y cuidados por lo que la clientela se reducía a personas muy detallistas y con una gran paz interior.
La señora me miro extrañada al dejar a mi caballo en la puerta de su tienda… me dijo que hacia allí si me llevaban al infierno en ese mismo día.
Le conteste que para el conocimiento nunca era demasiado tarde… y la mujer sonrió satisfecha por la respuesta.
Nos sentamos en una mesa de cristal sobre una roca de cuarzo hexagonal que a mi parecer era la más grande que jamás había visto. Las sillas a pesar de ser de madera tallada eran sorprendentemente cómodas y se amoldaban a la figura del cuerpo sosteniéndola y no simplemente sujetándola.
La voz de la anciana era un torrente de luz plateada… una fuente sin parangón de conocimiento concentrado y cristalino. Que durante horas fue contestando las preguntas que una a una iba sacando con su mano inocente de mi mochila.
Me soluciono el porque de las cosas tristes como sucesos que debían ocurrir para el enriquecimiento de la propia felicidad… ya que sin muestras de lo antagónico no puedes en verdad buscar el lado opuesto de ese conocimiento. O porque no la gran mayoría no podía cumplir en si sus deseos... con su conclusión de que hay personas que no pueden dejar de estar atados a sus conciencias arcaicas de que ellos no mantienen el poder. Y eso finalmente les aferra a vidas condenadas al fracaso.
Esa tarde en una pequeña tienda olvidada fue una de las mejores experiencias que puedo recordar de mis recuerdos. Me desvelo el sentido de la vida… y por supuesto la meta que tenía que desarrollar que hasta ese momento me había permanecido desconocida.
Sonreí aliviado cuando descubrí muchas de las cosas que sabia pero no podía ponerles nombre ni sensación. Pinto de verde los trozos de mi vida donde el gris había echado raíces y al final… en su ultima nota… introdujo la mano y saco un papel arrugado que había permanecido extraviado en el fondo de todas las preguntas.
No era mas que: Sinceramente piensas que debería acabar así mi historia?...
Un no broto de sus labios negando que esa posibilidad debiera suceder… y en la puerta de la floristería MacDungeron se fue enfriando hasta volverse humo negro y desaparecer montado sobre a un chorro de brisa que casualmente pasaba por allí. No sin despedirse con su sonrisa Irlandesa pintada en su cara…
La abuela me regalo una maceta de orquídeas blancas… y me contó que si dentro de un año la llevaba… me respondería mas preguntas si las flores estaban al menos tan hermosas como estaban…
Llevo 3 años llevándole la maceta a su verdadera dueña… a veces me cuenta mas y otras menos… pero los tres somos un mismo objeto cuando nos ponemos sentados en esa fabulosa mesa. Ella habla y el mundo escucha… pues no es más que la madre de la naturaleza.
Chico… haz un buen final porque el espectáculo esta a punto de concluir…
Y me desperté… como esos días en que sabes que el mundo tiene algo importante que enseñarte… la alegría a flor de piel haciéndome brillar un poco mas antes de extinguirme… el como no lo se, pero lo estoy buscando.
Salí a la calle tras tomar un sabroso café de Sumatra con un toque a canela y vainilla… unas tostadas con un sabroso coulisse de frambuesas y como no… como colofón y a mi salud un cigarro de hawaian snow… una delicia para los paladares sibaritas. Que hizo aflorar una profunda sonrisa de color de nieve.
Era un día precioso de verano con sus calles regadas y mi caballo estaba en la puerta esperándome con una nota deseándome buenos días… tire la nota y me presente a mi montura… ella me conocía porque había pasado una vida esperando a ese momento en que me llevaría a donde me tenia que llevar.
Flote su crin con los dedos abiertos y relincho feliz de haberme conocido. De un salto me subí a su grupa y pudimos continuar los pasos del destino que tenia prefijado. Tenia una montón de preguntas clasificadas por temas en un mochila que usaba de alforja improvisada.
Mientras corríamos sobre un regazo de humo que dejaban sus pezuñas al contacto con el húmedo asfalto matutino de las calles regadas. Me iba contando el trayecto que seguiríamos en el itinerario fijado.
Tenia unas paradas prefijadas y yo le incluí un par de satisfacción personal. Hicimos la ruta en un suspiro y no me olvide de visitar ninguna de las paradas deseadas. Me llevo a las suyas en las que comprendí la verdad de las cosas y la justificación que me otorgaban. De alguna manera estaba cumpliendo los designios que me quedaban por completar para llegar al punto en el que estuviera preparado.
Cuando MacDugeron que era mi flamígero corcel… me informo que había concluido con sus mandatos y que si estaba listo… podía llevarme al final del camino. A pesar de ello por cortesía me pregunto si necesitaba realizar alguna parada antes.
Sin desaprovechar tan afortunada circunstancia… conteste que si podría acercarme a algún lugar en el que pudiera tener contestación a todas las preguntas que tenia almacenadas… y diciendo que si me llevo a una pequeña tienda atendida por una señora mayor con el pelo gris y la nariz aguileña.
El escaparate de a penas un metro y medio tenia unas cuantas plantas en macetas y en el interior… unas cuantas mas salteadas de aquí para allá… en fin una tienda sin demasiada demanda pero bien atendida. Eran flores delicadas y extrañas. Visualmente muy vistosas… pero de gran dedicación y cuidados por lo que la clientela se reducía a personas muy detallistas y con una gran paz interior.
La señora me miro extrañada al dejar a mi caballo en la puerta de su tienda… me dijo que hacia allí si me llevaban al infierno en ese mismo día.
Le conteste que para el conocimiento nunca era demasiado tarde… y la mujer sonrió satisfecha por la respuesta.
Nos sentamos en una mesa de cristal sobre una roca de cuarzo hexagonal que a mi parecer era la más grande que jamás había visto. Las sillas a pesar de ser de madera tallada eran sorprendentemente cómodas y se amoldaban a la figura del cuerpo sosteniéndola y no simplemente sujetándola.
La voz de la anciana era un torrente de luz plateada… una fuente sin parangón de conocimiento concentrado y cristalino. Que durante horas fue contestando las preguntas que una a una iba sacando con su mano inocente de mi mochila.
Me soluciono el porque de las cosas tristes como sucesos que debían ocurrir para el enriquecimiento de la propia felicidad… ya que sin muestras de lo antagónico no puedes en verdad buscar el lado opuesto de ese conocimiento. O porque no la gran mayoría no podía cumplir en si sus deseos... con su conclusión de que hay personas que no pueden dejar de estar atados a sus conciencias arcaicas de que ellos no mantienen el poder. Y eso finalmente les aferra a vidas condenadas al fracaso.
Esa tarde en una pequeña tienda olvidada fue una de las mejores experiencias que puedo recordar de mis recuerdos. Me desvelo el sentido de la vida… y por supuesto la meta que tenía que desarrollar que hasta ese momento me había permanecido desconocida.
Sonreí aliviado cuando descubrí muchas de las cosas que sabia pero no podía ponerles nombre ni sensación. Pinto de verde los trozos de mi vida donde el gris había echado raíces y al final… en su ultima nota… introdujo la mano y saco un papel arrugado que había permanecido extraviado en el fondo de todas las preguntas.
No era mas que: Sinceramente piensas que debería acabar así mi historia?...
Un no broto de sus labios negando que esa posibilidad debiera suceder… y en la puerta de la floristería MacDungeron se fue enfriando hasta volverse humo negro y desaparecer montado sobre a un chorro de brisa que casualmente pasaba por allí. No sin despedirse con su sonrisa Irlandesa pintada en su cara…
La abuela me regalo una maceta de orquídeas blancas… y me contó que si dentro de un año la llevaba… me respondería mas preguntas si las flores estaban al menos tan hermosas como estaban…
Llevo 3 años llevándole la maceta a su verdadera dueña… a veces me cuenta mas y otras menos… pero los tres somos un mismo objeto cuando nos ponemos sentados en esa fabulosa mesa. Ella habla y el mundo escucha… pues no es más que la madre de la naturaleza.
Es un relato dulce y evocador que inspira ternura Gaceta de media noche. Lleno de misterio y añoranza.
ResponderEliminarBellísimo.
me gusta la tranquilidad del relato, la pausa, el modo de narrar
ResponderEliminar¿El caballero enmascarado tiene nombre?
ResponderEliminarAdoro el alemán pero llamarte cosa me resultaría un tanto extraño...