Ciudad que vaga,
en el olvido del agua
que sobresale por los canales,
húmeda atmosfera,
la que envuelve tu
bello rostro,
tus cantares, tus costumbres,
Venecia.
Aún me acuerdo
de cuando andaba por
sus calles,
cuando me movía por
góndolas.
Son recuerdos,
no todos buenos,
ya que,
por esa ciudad suspendí
mi suerte en el vacío sin
saber por qué,
o más bien por saberlo demasiado
bien.
Mi madre,
una mujer de bien,
se casó con un hombre,
una persona non gratta
bajo mis ojos,
jugaba, bebía y
por último,
usaba a mi pobre madre
como un simple saco de boxeo.
Un buen día,
estaba presente
en una de las muchas
peleas caseras
que solían frecuentar
entre ellos dos,
no tuve más remedio que
ponerme por enmedio,
para defender el poco prestigio
que quedaba ya,
de la pobre mujer,
alcé los brazos sosteniendo,
en una mano un
mechero y,
en la otra una botella
de ese alcohol
que a él tanto le gustaba.
No tuve más remedio,
encendí el mechero
prendiendo al alcohol,
la mala suerte fue
cuando este,
por mi torpeza,
acabó alcanzandome
la cara y deformando para siempre
mi rostro infantil,
con tan solo quince años
y ya deformado.
Me maquillaron con
una mascara de porcelana,
me despojaron de nombre
alguno y me
enviaron a los suburbios
donde estoy ahora,
en el segundo día mne dibujé unas
lágrimas rojas
dentro del
blanco de la mascara.
Es la única manera de velar
una muerte aquí
abajo,
pintarse la mascara por tus pecados,
eso también te da tu sobrenombre,
por el que conoceran
aqui abajo.
Ya he hablado bastante,
tanto como para saber
que callar
es suficiente,
ahora en cambio
deambularé solo,
por aquí,
embriagandome del
miedo que crea mi pasado.
By Lan
en el olvido del agua
que sobresale por los canales,
húmeda atmosfera,
la que envuelve tu
bello rostro,
tus cantares, tus costumbres,
Venecia.
Aún me acuerdo
de cuando andaba por
sus calles,
cuando me movía por
góndolas.
Son recuerdos,
no todos buenos,
ya que,
por esa ciudad suspendí
mi suerte en el vacío sin
saber por qué,
o más bien por saberlo demasiado
bien.
Mi madre,
una mujer de bien,
se casó con un hombre,
una persona non gratta
bajo mis ojos,
jugaba, bebía y
por último,
usaba a mi pobre madre
como un simple saco de boxeo.
Un buen día,
estaba presente
en una de las muchas
peleas caseras
que solían frecuentar
entre ellos dos,
no tuve más remedio que
ponerme por enmedio,
para defender el poco prestigio
que quedaba ya,
de la pobre mujer,
alcé los brazos sosteniendo,
en una mano un
mechero y,
en la otra una botella
de ese alcohol
que a él tanto le gustaba.
No tuve más remedio,
encendí el mechero
prendiendo al alcohol,
la mala suerte fue
cuando este,
por mi torpeza,
acabó alcanzandome
la cara y deformando para siempre
mi rostro infantil,
con tan solo quince años
y ya deformado.
Me maquillaron con
una mascara de porcelana,
me despojaron de nombre
alguno y me
enviaron a los suburbios
donde estoy ahora,
en el segundo día mne dibujé unas
lágrimas rojas
dentro del
blanco de la mascara.
Es la única manera de velar
una muerte aquí
abajo,
pintarse la mascara por tus pecados,
eso también te da tu sobrenombre,
por el que conoceran
aqui abajo.
Ya he hablado bastante,
tanto como para saber
que callar
es suficiente,
ahora en cambio
deambularé solo,
por aquí,
embriagandome del
miedo que crea mi pasado.
By Lan
Venecia preciosa.
ResponderEliminarLas mascaras no siempre ocultan dolor.
Tu poema tiene mucha fuerza.
:-)
si es verdad tiene fuerza y hay osadía en el
ResponderEliminarte sigo en tu blog Y ME ENCANTA ESA IMAGEN ...HACE POCO UN AMIGO FUE A VENECIA Y ME TRAJO UNA MASCARA,pequeña,con reflejos plata,esta colgado en el espacio mas querido de mi hogar...es bellisima!!!!!!
ResponderEliminarinteresantisimo tu laburo
lidia