29 octubre 2009

La reducción de los líquidos


Se escurre el tiempo por las paredes de ladrillo, lo hace pausadamente como si le fuese la vida el ello. Va conquistando uno a uno todos los senderos que forman entre sí sus laberintos de cemento. Cuando llegue al sótano será tarde pero mientras tanto aun quedan unos cuantos bailes por hacer, y todavía tengo alguna cerveza que pueda prestarme un par de alas de espuma.

La música suena acuática desde el fondo de la caracola que hace las veces de gramola mientras flota por el espacio. Lanzo una estrella más al vacío que termina incrustada como un meteorito en la superficie de la tierra. Bola perdida!! Grito mientras el perro invisible se prepara para de nuevo intentar coger al vuelo el siguiente objeto que pueda lanzarle… Una naranja termina exprimida entre sus dientes mientras de un trago engullo el zumo evitando que se oxide.

Los días suceden como una fila de fichas mudas enfermas de sarampión. Reptan por la vida enroscándose en las esquinas, pero al final de toda serpiente hay un niño con una sonrisa de perlas y no demasiadas buenas intenciones. Inevitablemente acaba por tocar el final de la cadena y todo se viene encima… la avalancha se derrumba como una cremallera que va dejando al descubierto el pie que cubre su bota. Cuando el polvo vuelve a posarse delicado como un velo, ya es demasiado tarde para decir que no.

Los pasos resbalan sobre el suelo de granito cuando van envueltos en sus suaves notas… el mundo se mece como un barco en plena tempestad y la realidad no deja de zarandearse en mitad de un cóctel de sensaciones. Las mejores están escondidas al fondo del vaso, pero como todo tiene truco, y nunca se acaba por vaciarse… puedes ser un fenómeno bebiendo, pero la magia tiene mas aguante que tu.

Al final cuando estas muerto descubres que realmente solamente había que romper el cristal para recoger el premio. Entonces ya no hay vuelta atrás y viajas sin dirección ni destino en un mar de recuerdos humedecidos en nostalgia. Mascas chicle, pero tus mandíbulas rechinan a la arena del parvulario y no lo puedes evitar… intentas buscar explicación pero todos los puntos de información han sido clausurados. Por lo que terminas como siempre perdido en ninguna parte y con las cuestiones bailando como indios junto a la hoguera.

Asaltan las dudas, pero aun te quedan fuerzas para esquivar los problemas que no son cosa tuya. Pierdes el pie enredado en un agujero de canicas y caes al suelo como un saco de yeso. Te viertes como un globo de agua con un sonido apagado para después perder la conciencia… cuando vuelves en si, estas llorando como un bebe en la cuna. A veces cuando me caigo espero no tener que volver tan atrás… acto seguido me levanto y me sacudo todo lo que pudiera sobrarme.

Sonrío y pienso que no es tan malo. Que siempre podría haber ocurrido algo peor. Agarro un bloc de notas y apunto todas las respuestas que pueda contestar en ese momento. Doy un paso y luego otro después… conozco el camino y también sus agujeros, puede que me caiga otra vez o quizás ya haya terminado con los descensos. Al final nada deja de ser una apuesta a la carta más alta con la banca. Reluce el As de picas sobre el prado de césped y el crupier se echa las manos a la cabeza.

Esta mañana todo estaba perdido y al caer el sol, puedes alegrarte por el resultado del día. Mantienes las dos piernas intactas y tienes suficientes monedas para pedir otra cerveza. La música suena al fondo y te acercas patinando sobre las lágrimas de los que no lo han conseguido. Miro la pared y aun queda para que se termine el laberinto. Suena la noche de los cuchillos largos de sus satánicas majestades.

Me ajusto la chaqueta de cuero y de un paso meto mis botas en la pista de baile. Cuando salga el sol puede que sea tarde, pero hasta entonces no voy a dejar ninguna canción con vida. Salto sobre ellas como un gato y las desgasto arañándolas hasta que llega la siguiente. La luna sonríe en el cielo y yo aun guardo un par de estrellas en el bolsillo para cuando todo termine y no tenga ningún sitio a donde ir.

Las lanzo y desaparezco camino a otro lugar donde los ángeles que caigan no tengan porque estar malditos. Saco otra carta y la suerte me acompaña a un lugar mejor donde el sonido nunca deja de ser armónico y la gente ve a las personas por lo que son y no como simples animales. Del cielo llueve un dulce licor y acabo por sumergirme en un sueño arrullado por el murmullo del tiempo que no deja de gotear.

5 comentarios:

  1. me gusta y me gusta esa forma, esas formas, esas tristezas aparentes, esos hilos conducentes a trágicos finales...

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  2. Que buen relato!, transmite palabra por palabra la sensación de agonia por momentos, la metáfora desborda y enriquece, una muerte intuida, juego de frases que evocan imágen y sentidos...muy bueno Kramen, un fuerte abrazo!

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  3. Me considero un ángel caído...y estoy sumamente lejos de la maldición. Es bueno dejar de ser un ángel, para uno y para otros.

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  4. Que tristezas y agonías tan bellas.

    Saludosss

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  5. en la antigüedad el barrio fenicio era famoso por los líquidos reducidos...

    Aullidos y saludos

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