06 noviembre 2009

Cómplice de su llanto



Han pasado cinco años,
cinco años de un medio
lleno de vacíos.
Ambas inmersas en el periplo
del mundo de la
responsabilidad, la de verdad.
Ambas madres, tú más sola que yo
pero madres al fin.
Yo me quejo de un ahora marcado
de rutina, impresa en compresas rosáceas
de desconfianza, tú criando sola
a tu niña con media pensión
como compensación,
vienes a mí, sellada a
golpes obra del último novio,
fruto del reciente intento a
confiar de nuevo en otro hombre,
en otro amor, que resulto ser
un desgraciado colombiano
que tan solo te usaba
para casarte con su hermano.
Con la promesa de una familia nueva,
en camino, un nuevo bebe-Aído,
que sirve para atarte a
su paranoia, y
tras cada nueva amenaza, (de muerte)
tras cada nueva paliza, (de pánico)
destroza tu ya de por sí inconsistente
ecosistema de madre-niña frágil,
y no puedo hacer más
que ofrecerte mi hombro
para llorar juntas,
si por mas cuentas y milagros
que inventes, te sientes
incapaz de seguir adelante,
aunque muchos hipócritas
crean saber qué es moral y amoral.



Yo no puedo hacer más
que sin prejuicio alguno,
brindarte mi presencia,
para ser cómplices de su llanto.

Cómplices de un crimen,
meditado y muy meditado.
Eva Márquez

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