16 noviembre 2009

El amor prohibido





Hoy ella recuerda ese día como si hubiera sido hace una semana y no hace tanto, pero tanto tiempo atrás. Es mas, es la primera vez que se atreve valientemente a recordarlo. Fue un verano de 1972, tenía solo 18 abriles, se había convertido en una mujer hermosa de cuerpo llamativo porque Dios y la naturaleza se lo habían dado todo, porte, proporción, feminidad, pasión, alegría y encima era una romántica amante del arte, del mar y de la luna. Deduzco ahora que nunca como en aquel entonces tuvo conciencia de que esos fueron días felices.

Era su primer trabajo en una gran oficina de capital extranjero, una empresa minera, muchos ingenieros guapos y muchas mujeres mayormente feas. En su primer día como la recepcionista bilingüe que siempre contestaba alegre y atenta fue que conocería al que seria su primera aventura amorosa, su primera vez y que hoy se da cuenta también el amor de sus amores, pero claro a los 18 uno no sabe ni comprende esas cosas, sabes lo que sientes y de cómo te late el corazón de emoción cuando te conviertes en el amor imposible de un hombre maravilloso pero que tiene ataduras y compromisos. El corazón late fuerte, la adrenalina y las hormonas viajan a alta velocidad en esa carrera monumental del amor imposible.

Sus primeras palabras fueron ¿“Capricornio”? y ella que siempre había sido una fanática admiradora de los signos del horóscopo y de lo que dicen las estrellas se quedo muy impresionada de cómo aquel hombre tan mayor y varonil podía adivinar que era capricorniana. Su voz la dejo para siempre hipnotizada, su mirada se quedo para siempre en sus pupilas, se acuerda de como la miraron esos ojos y sabe con certeza que nunca mas volvió a sentir que una mirada la traspasara y penetrara así, toda, en cuerpo y alma. Se hicieron íntimos amigos, desde el primer día, tomarían juntos el café antes de que todos los demás compañeros llegaran a la oficina, llegarían al trabajo una hora antes de sus labores para poder conversar todos las mañanas de 7 AM a 8 AM de lunes a viernes, para mirarse, para contarse de sus vidas, y muchas veces decirse mucho sin hablar palabra alguna, el le llevaba muchos anos de diferencia, casi 15, era su niña de cabellos dorados y piernas bien torneadas, ella se sentía feliz, completa, comprendida, protegida, amparada, fascinada, hipnotizada con la presencia de ese hombre en su vida. Nunca había sentido una sensación tan completa. Era el amor, se amaban con ese amor que solo se alcanza cuando dos almas viejas se encuentran y se reconocen, porque vienen buscándose desde hace miles y miles de lunas.

Almorzarían juntos y caminarían siempre varias cuadras al mismo lugar todos los días, la gente los miraría mal, ella jovencita y hermosa, el un hombre casado y bastante mayor que ella, pero a ella nada le importaba. Ella lo sentía tan bueno, tan tierno y dulce, suave, respetuoso, considerado y así fueron amigos por mucho tiempo. Después de varios meses un día paso lo que tenia que pasar, lo que pasa entre un hombre y una mujer tarde o temprano, fue un lunes después de un fin de semana que se les hizo a ambos largo y eterno, fue en el elevador, estaban los dos solos, en un momento paro el elevador y el le dio un beso, fue un beso robado, no era el primer beso de Mabi pero si era el beso mas maravilloso que había recibido, sintió que se le salía el corazón, que los latidos eran como potros salvajes que se liberaban, que sonaron miles de campanas y que su espíritu se elevaba. Fue un beso largo, apasionado, tierno, cargado de un amor de esos que solo se siente una vez en la vida, de ese amor que nunca te abandona, de ese sentimiento que te deja marcada para siempre. Después del beso robado vino la excusa, el temor, la reacción ¡no puedo! le dijo, no puedo ni debo amarte, pero te amo, no puedo no debo volver ha hacerlo, lo que nunca quiero es hacerte daño porque tu ya tienes un novio y yo tengo una esposa, pero el sentimiento era mas fuerte que ambos, que todo. Y se dejaron llevar por la corriente de ese gran amor.


Una semana después del beso en el elevador, quedaron en verse un día sábado y ella lo espero en un parque cerca de su casa. Se fueron lejos de la ciudad a contemplar la naturaleza. Llegaron a un lugar precioso en donde había un río de aguas claras tibias y cristalinas, no habían llevado trajes de baño pero con toda la naturalidad del mundo se quitaron la ropa y se quedaron en ropa interior y se metieron al río, allí fue la primera vez que el le vio los pechos blancos y erguidos de frío y de temor pero que ella le entregaría con toda la inocencia y el amor que sentía y que no podía seguir reprimiendo mas. Se hizo mujer en sus brazos mojados y le entrego su virtud, aquella que había guardado con tanto cuidado, aquella virtud que habían querido robarle varios pero que ella no había permitido que nadie le quitara. Esa tarde de romance y amor prohibido ella no pudo contenerse mas, quiso entregarle su alma, su cuerpo, su mi ser, su mente, su sentir. Su todo. Y fue suya, totalmente, y el fue de ella, y los dos se amaron con furia, fuerza y ternura, fue tan maravilloso que nunca ninguno de los dos pudo olvidarlo. El recuerdo de esa tarde de amor quedaría grabado en sus almas para siempre, el tiempo nunca podría borrar esos momentos mágicos e inigualables.

Después fueron amantes secretos por mucho tiempo. Siempre escondidos. Ella se caso con quien no tenía que haberse casado para ser una mujer terriblemente infeliz, y empezó a vivir una mentira y una doble vida. La infidelidad duro lo mismo que duro su matrimonio. Un día quedo embarazada y se dio cuenta quien era el padre. Tuve el embarazo más infeliz y vivió los días mas largos de su existencia, fueron también los días más duros y tristes de su vida. Cuando nació la criatura tuvo la bendición de que era igual a ella y que no se parecía al padre. Su secreto la acompañaría para siempre y la presencia de su amante y mucho de el en ese hijo de ese amor prohibido. Y ese hijo de ese amor prohibido se convirtió en toda su vida, cuando lo veía le parecía estar viendo a quien tanto había amado y amaría por el resto de su vida.

Ella se divorcio pero el no pudo dejar a su esposa, el era un hombre de palabra y compromiso y el matrimonio era para toda la vida; Ella un día no pudo más y se fue de la ciudad, no quería ser la amante secreta ni convertirse en la querida, se fue pensando que la distancia lo haría recapacitar, pero el tiempo paso y miles de lunas tristes hicieron que todo se convirtiera en espejismos de un pasado. Los amantes nunca más se vieron. El hijo de ambos creció pensando que era el hijo del esposo de su madre, un hombre tan distinto a el en todo y en cambio tan igual a su otro hermano.

Pasaron muchas décadas y un día miles de lunas tristes después ya abuela y con nietos ella regresa al lugar en donde había dejado su corazón. Aquel lugar, el único del que se había sentido parte. Añoraba el color de la hierba, la luz filtrada por las nubes de un gris majestuoso, el brillo de sus luciérnagas, el croar de los sapos envidiosos y también el silencio infinito que parecía transportarla a otro planeta. Su amado y ella vivieron allí los días más bellos de sus recuerdos. Ella riendo al verlo nadar, tan atlético, tan fuerte. Era el único hombre con barba por el cual se había sentido atraída. Siempre añorando su humanidad, su risa, su modo de acariciarla y de mirarla, que falta le había hecho sus palabras, sus silencios. Su presencia. Ya no puedo más, se dijo, tengo que volver a verlo, aunque sea una vez más. Volver a abrazarlo, sentir sus manos, su piel, aunque hoy este cubierto de canas y sus ojos casi ciegos. Lo he sonado miles de veces, me he visto atravesando el mar infinito y las mareas a su lado, nos hemos vuelto a amar como la primera vez. Porque a pesar del tiempo y las distancias ella sabia que siempre se habían amado. Lo sentía. Lo sabía. Lo supo desde la primera vez cuando mirándola con esos ojos tan especiales le pregunto ¿capricornio? Y ella sintió que se le subía la sangre hasta la cabeza.

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