09 diciembre 2009

La noche se asoma por la ventana

La noche se asoma por la ventana, llueve. Por los cristales entelados corretean gotas cual lagrimas de una mujer el día del funeral de su amado. Dentro ya se han apagado los focos, la poca luz que entra proviene de los fanales que prendieron poco antes. Paso las noches asomado en la ventana por el insomnio, que atiza fuerte, como la espada de Aquiles atizo el corazón de Hércules antes de dejar su cuerpo sin vida en los parajes áridos de Troya. La ventana es mi vida, porque aquí dentro no hay vida, y fuera, lo que fue mi vida, robada por unos señores de bata blanca, que decidieron encerrarme en este estúpido hospital y tirar la llave. Esta es mi ventana, la ventana que me da vida cuando mis pensamientos se escapan entre los barrotes oxidados de este estúpido laberinto de locura. Cada noche es igual a la anterior, me las paso enteras soñando en volver a la vida, un sueño que nunca se hará realidad, pero aun puedo hacer eso, soñar, y soñar me hace vivir, se podría decir que me mantengo en vida gracias a mi pequeña… la pequeña ventana de mi habitación.


En la cornisa se instalaron unos lindos gorriones, suelo soñar que soy uno de ellos y puedo volar libre, a través de esos barrotes oxidados que me separan de la libertad y viajar, ver mundo y ser libre otra vez, pero eso solo son ilusiones, la realidad es bien distinta, porque estoy cautivo en un hospital para la gente que los sabios de bata blanca llaman locos, por ser demasiado soñador. Pero eso va a cambiar, estoy harto de esta cárcel, y voy a marchar voy a fugarme por mi ventana, mi pequeña ventana.


Hace meses que lo planeo, desde el mismo día que esos gorriones se posaron en mi cornisa decidí que volvería a la vida, que marcharía de este laberinto que me corroe por dentro y destroza mi alma. El plan es sencillo, solo necesitaba algo que me permita acabar romper los débiles y oxidados barrotes que la lluvia debilitó para mi y hace un par de meses le robé una pequeña lima metálica que una enfermera usaba para hacerse la manicura. A sido muy difícil conservarla por los intensos registros que realizan a todas las habitaciones día tras día, pero la guarde dentro de mi, pese al dolor, la libertad tiene un precio, y por muy alto que sea estoy dispuesto a pagarlo. Desde entonces cada noche me la he pasado sentado en mi ventana limando y soñando, noche tras noche esperando mi momento, el momento de volver a vivir y dejar este laberinto que me destripa el alma y ese momento ha llegado, es el día de mi fuga ahora solo queda esperar.


El día se asoma vuelvo a mi cama antes de que la enfermera me venga a buscar para llevarme al comedor con los demás para el desayuno. Nunca me relacioné con nadie, supongo que porque siempre tuve la idea de que no pasaría allí el resto de mi vida, y hoy, por fin, puedo asegurar que será así. Estoy feliz pero debo ocultarlo puesto que si me descubren todo el trabajo de estos meses, todo el esfuerzo, las pocas ilusiones que me mantienen vivo, mi vida, todo, todo habrá acabado. Después del desayuno nos llevan a lo que ellos llaman sala de juegos, un nombre cruel, puesto que solo es una gran sala sin nada, ni muebles ni ventanas. Normalmente me pasaba los días andando en círculos sin parar, ansioso de que llegara la noche para seguir limando el camino hacia mi libertad, pero hoy es distinto, hoy es el gran día, estoy muy nervioso no puedo parar de comerme las uñas, aunque ya no tenga, mis dedos comienzan a sangrar, pero ninguna enfermera se preocupa, puesto que solo soy un loco, nadie importante, para la demás gente solo soy un humano defectuoso, pero van a ver como soy capaz de mucho, seré fuerte, me fugaré y viajaré por todo el mundo, hasta encontrar un lugar donde ser aceptado, donde ser comprendido, donde ser feliz.


La hora de la comida se acerca y otra vez me toca comer esa bazofia de comida de todos los días, un puré de verduras y pollo con un gusto horroroso, que según las enfermeras es muy rico y nutritivo, pero tiene la textura y el olor de un vomito, pero debo comer si quiero seguir vivo para poder escapar de esa pesadilla de lugar, esa cárcel para soñadores e incomprendidos sociales.


Por la tarde, después de comer nos devuelven a las habitaciones, suelen estar toda la mañana rebuscando en ellas revisando cada recoveco para que no podamos esconder nada. Por la tarde nunca pude limar, porque cada hora pasaba una enfermera a vigilar que todo fuese bien, o eso dicen, mi opinión es que simplemente controlan que nadie intente nada raro.


Me tumbo en la cama y miro el techo pensando que hoy será la ultima vez que lo vea, miro todo mi asqueroso cuarto contento de saber que nunca mas voy a estar en esta mierda de lugar que casi destruye mi ser y me convierte en un muerto con vida, luego miro a mi ventana y sonrío, ella es el único motivo de que aun este con vida, en el fondo creo que ella a sido mi única esperanza de volver a vivir, de volver a sentir. Ha sido el único contacto que he tenido con el exterior en los últimos siete años de mi vida, el único lugar por donde he visto el exterior, y el único lugar que me ha hecho sentir el calor del sol. Ese mismo sol que se esconde por las montañas anunciando la noche, una gran noche llena de vida y esperanza.


Ya es completamente de noche, los focos se han apagado ordenando el sueño a los inquilinos de este terrorífico hotel de muerte, locura que tantas pesadillas me ha causado, pesadillas que estoy a punto de vencer. Es el momento acabo de partir los barrotes, ato las sabanas entre si por uno de los lados y otro de los extremos en una de las patas de la cama y lanzo el otro por la ventana, ya sin barrotes. Cojo aire y me dispongo a bajar, en ese mismo momento se dispara la alarma y tres enfermeros armados con unas barras de hierro irrumpen en mi cuarto y comienzan a golpearme hasta que pierdo el conocimiento.


Cuando lo recobro estoy en el agujero, es mi primera visita a este lugar, es un cuarto muy pequeño en el que no puedo ni levantarme, un hombre vestido con una bata blanca me habla y me dice que no tendría que haber intentado ninguna tontería, pero que ya es tarde y yo sé mi castigo va a ser muy duro.






No se cuanto tiempo llevo en el agujero, aquí no hay luz y la concepción del tiempo es completamente nula, de pronto la puesta se habré y los vigilantes me sacan a golpes, preguntándome si aprendí la lección, les digo que si, que por favor me devuelvan a mi cuarto, que deseo ver mi ventana porque es lo único que me hace sentir libre, que me da alas para seguir con vida, ellos ríen, no entiendo el porque, pero estoy feliz porque me devuelven al cuarto, y aun tengo mi lima, dentro de mi, tan dentro que forma ya parte de mi ser.


Cuando llego a mi cuarto entiendo sus risas, donde antes había una ventana ya no hay nada, solo una tapia y de golpe me veo otra vez en mi cuarto, pero esta vez sin luz, sin ventana, sin vida, sin libertad. La idea de vivir sin la ventana me sobrecoge, me destroza por dentro. Sin ella no encuentro ningún motivo para vivir, estoy solo, sin ella, sin luz, sin el sol que me daba alas para seguir con vida, pero aun tengo la lima, y esa lima va a ser quien me de mi libertad, ya no puedo limar ningún barrote para huir, pero puedo acabar con esta agonía que me corroe, acabar con esta tortura, tortura de vida que se avecina sin ella, mi ventana. La saco de mi, por el mismo sitio donde día a día la guardaba para seguir limando mi camino hacia la vida, pero esta vez no me va ayudar a vivir, me va a ayudar a morir, morir para ser libre. No tengo miedo, la muerte no esta tan mal, por lo menos no tanto como mi vida sin ella, sin la esperanza de volver a correr, de volver a notar el calor del sol en mi piel, la agarro con fuerza y la clavo bruscamente en mi cuello, abriendo una brecha en mi piel clavandomela asta el fondo, la sangre sale a borbotones pero no hay dolor, sino placer, placer de volver a vivir, de dejar esta muerte en vida para morir libremente, una sonrisa de dibuja en mi cara cuando la enfermera entra en mi habitación intentando socorrerme porque se que es tarde, ya no hay vuelta atrás, y felizmente recupero mi libertad, mientras pierdo mi vida.

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