31 diciembre 2009

Pira funeraria.


Vuelve el fuego como siempre… lo hace a su ritmo sin ningún tipo de prisas, el no entiende de urgencias, tan sólo hace su trabajo. Todos corren hacia el otro lado mientras que sigo contemplando como todo se convierte en pasto de las llamas. Oigo como me llaman a la espalda, después de un rato… dejan de hacerlo, quizás porque ya no les intereso… o puede que el la proximidad del peligro les haga refugiarse.

Todos huyen y yo sigo mirando al enemigo a los ojos mientras crepitando me susurra que me acerque. Hasta un niño sabría que no debe de hacerse, pero el baile de su figura es tan cautivador como un delicado fractal recurrente que en cualquier punto guarda la misma cantidad exacta de belleza que en los demás.

Así que dejo que las calidas caricias vayan besando mi rostro… ya no hay chillidos porque el humo ha terminado por rodearme y los que estaban han concluido saliendo de allí para salvar sus míseros pellejos de la quema de la nueva inquisición.

Todo arde y al menos así me siento como en casa. Echo de menos el infierno y salvo en los contados volcanes que siguen medio activos, es la primera vez que estoy tranquilo y relajado hace mucho tiempo. El agua de las mangueras entra tímida salpicando lo que aun no ha sido devorado. El fuego y yo nos reímos porque ya estamos en otro lado.

Subimos por los techos quemando el oxigeno bajo nuestros dedos… somos la extensión de las llamaradas de las sombras y nuestro legado es el hollín negro que lo ensucia todo con su manchado talento. Ayer por la mañana había futuro… pero hoy prefiero arder incinerado junto a lo que me rodea.

Aun no he dejado la conflagración con la realidad. Ni siquiera puedo buscar un día en el baúl de la vida en que me haya sentido más vivo que en ese momento. Porque cuando todo se acaba hay un posible comienzo que resurge de las cenizas de lo que fue y pudo haber sido. Me enciendo entre los rescoldos de mis restos y no se ha mezclado con el denso barro azulado que he acabado por convertirme.

Soy lo que queda de mí cuando me he ido… recuerdos candentes silbando cuando no hay nada más que devorar al paso. Suspiro como un delicado humo que bambolea en su ascenso al cielo a pesar de no dejar de ser un maldito demonio. Me dejan pasar entre sus nubes hasta que me condenan de nuevo a mi exilio de los caídos. Mi sonrisa contiene todas las piezas del rompecabezas que nunca se finalizo por estar incompleto.

Me dejo llevar montado en el viento para que la ciudad arda bajo mis pies cuando comience el año nuevo. Tengo mis zapatos brillantes y el infierno en las yemas de mis dedos. De un chasquido quemo las dos siguientes manzanas mientras bailo junto a los bomberos que intentan consumir mi ansia de acabar con el mundo arrasándolo con las brasas de mis pulmones.

Devolver a la tierra lo que le pertenece por defecto… sangre y humo… carne y cenizas para que el día de mañana sirva de alimento para la nueva vida con la única esperanza que las siguientes generaciones vuelvan a escuchar la llamada de gea.

2 comentarios:

  1. Este poema es buenísimo, genial. Me ha encantado.
    Es una forma muy interesante de explicar esta historia con metáforas y comparaciones que la enriquecen mucho.
    Me ha fascinado.
    No sé si hay algo personal pero el poema parece muy sincero y directo.
    Mis felicitaciones y un fuerte abrazo
    http://amalialateano.blogspot.com

    Besitos
    AMALIA

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  2. BONITO,INSPIRADO,ENVOLVENTE.
    BUENAS NOCHES FENIX DE LOS INGENIOS.
    :):):)

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