17 enero 2010

Titanic

Se hunden mis pesadillas atadas a todos los lastres que llevaba encima en aquel momento. El agua exigía mi cabeza y yo iba entregándole mis restos a modo de fascículos. Cuando recibió el último en el fondo de su seno, yo ya flotaba libre luchando contra los remolinos de sus olas onduladas. No era mi momento… y aproveche las circunstancias apropiadas para librarme de lo que llenaba mis bolsillos sin aportarle significado alguno.

Chasqueo mis dedos sobre la superficie de espuma y caigo en mitad de un desierto abrasador. No reconozco su nombre así que me consuelo con escuchar los susurros calidos del aire secando mi ser con su lengua áspera y granulada. En pocos minutos sigo sin saber mi paradero pero la sal ha terminado por cristalizar sobre mi piel y ahora soy el chico mas salado de aquel lugar.

Sonrío mientras mi segunda piel va agrietándose y desprendiéndose molido como un fino polvo plateado. Miro el humo que comienzan a desprender mis pies y tras un rápido barrido sin encontrar ninguna sombra decido sacar unas tijeras del sobrero de copa y darle un tajo al hilo que mantiene al sol sobre nuestras cabezas.

Uso el cielo como escudo y hago que se escurra sobre la atmósfera hasta caer con sonido metálico por la línea del horizonte. El frió entra en escena a continuación a pesar de que cielo no ha terminado apagarse de las ultimas llamaradas que pintan el oeste de anaranjado. Un rastro de sangre se pinta en el ocaso y de una pasada suave corta de lado a lado el ancho de mis muñecas.

El río de vida se escurre en un suspiro desapareciendo a borbotones entre los agujeros de la arena. Siento la fusión con el suelo mientras unas arenas movedizas oxidadas van engulléndome lentamente. Intento chasquear los dedos pero las rajas son tan profundas que han acabado con los tendones y mis dedos caen muertos a los lados. Al menos parecen unas regaderas exquisitas salpicando mi historia de forma dispersada. Los índices siguen siendo más rápidos y un chorro fino y constante va creando un lodazal emulsionado un cinabrio que se vuelve mercurio.

Cierro los ojos y deseo volver al océano… segundos después aparezco desplomándome como un bulto sin vida que va escribiendo con su sangre un cuento en su descenso. Los infiernos se dibujan con lo que queda de ella abriendo sus círculos para robarme las ultimas burbujas. Ni siquiera evito dirigirme a ellos. Disfruto del momento de desaparecer en silencio.

La luz se apaga al fondo del túnel cansada de esperar mi respuesta. El averno se abre como una rosa de rubí brillante. Sus pétalos afilados pretenden despedazarme entre sus caricias antes de llegar a las espinas. Paso de ese alivio y me concentro en el final. Saboreo el sabor de la muerte entre los labios y con mi lengua apago tan dulce instante. Las cadenas surgen con sus anclas para condenarme al calvario de la eterna caída sin final.

Digo no… y despierto de mi tormento.

Extraigo una vida nueva de su envoltorio de plástico y la estallo contra mi pecho hasta que los círculos se pierden la distancia a modo de punto y final… todo llega aunque no es el momento. La tortura de la vida se maneja extremadamente fácil caminando como un gato. Escojo otro cuerpo y otra cara y deshecho mi antiguo yo atándolo a un trozo de hormigón para después lanzarlo en el medio del Retiro a cambio de una oportunidad a estrenar. Dejo que el pasado alimente mi futuro mientras en parte devuelvo al agua lo que le arrebate entre sus sueños.

2 comentarios:

  1. Sin palabras...

    Es fuerte y emocionante.
    Un beso

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  2. Muy buena prosa poética
    Felicitaciones.
    AMALIA
    http://amalialateano.blogspot.com

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