12 febrero 2010

Armonía.

Todo acabara por salir bien… Rezaba Chinaski entre dientes mientras da una patada a una lata de cerveza medio vacía que termina rondando desequilibrada marcándose espirales de cebada a su paso.

La gente se empeña constantemente en atarse mejor el nudo de su propia soga de ahorcamiento en temor a que pueda llegar a perderse… ironías después muchos acaban con el cuello partido por un simple traspiés. Pero lo que afecta a los demás, extrañamente no termina por salpicar sus zapatos.

Así que sigue andando indiferente a los agujeros negros y los baches. Parece florar sobre la acera como un anima en pena, aunque al decir verdad. Siempre va cargado de esa alegría que le caracteriza y que va vinculado inequívocamente al número de oportos que haya conseguido ingerir desde que el sol amaneciera.

Para él la felicidad solo depende del grado de embriaguez rozando la lucidez que se pueda alcanzar sin sobrepasar del tope y acabar en las curvas de descenso más escarpadas. Nada malo puede suceder a alguien con los bolsillos vacíos. Agarra su botella de vino hasta que sus labios saborean el delicioso condumio que vierte por sus venas.

No importa nada si el índice de necesidades es muchísimo menor que el de posibilidades… Sino se espera algo, no cabe el sentirse defraudado. Incluso no hay vaso medio vacío sino gente demasiado meticulosa con sus elecciones. Por la noche todos los gatos son pardos y por supuesto una gorda desesperada siempre será mejor que una paja de onanista compulsivo.

Ríe a carcajadas mientras la oscuridad de las calles le lleva por un sendero tenuemente iluminado a ninguna parte. Camina sumergido en los vapores etílicos que rezuma su propio aliento. Se siente aletargado en una botella ron que se zarandea torpemente entre las olas de un océano agitado con un mensaje indescifrable escrito en su interior.

Viaja sin prisas a donde sus pies acaben por arrojarle en medio de un naufragio que le abandone en un páramo desolado donde solo haya alcohol para curar las heridas de guerra. Arrastra los pies arrasando con ellos las baldosas como surcos en el sembrado. Le pesa tanto la vida que ha ido regalándola a pedazos.

Ya le queda poco que repartir pero sigue conservando esa maldita botella rojiza con el rubí mezclado con cinabrio. Lloran las penas pero ya no hay lagrimas que gastar entre la absurda simpatía que agarran los monos de las cogorzas. Se tambalea como una barra de gelatina fundía desbordándose como un estanque de agua a reventar.

Siente que el final se acerca. Pero sigue jugando a las cartas con la muerte para ver quien hace las mejores apuestas. La funesta guadaña afilándose a golpes de piedra de esmerilar y una sonrisa dibujada en la cara del truhán que sabe que su oponente tiene los pies atados a la silla para así poder huir en cualquier momento con el botín.

Gana una mano y sale disparado con la recaudación entera sin dar explicaciones a nadie de los que atados no logran más que morder el suelo tras su estampida. No se puede perder nada sino tienes nada que apostar. Canta una canción de marineros entre las tinieblas de esas calles en que solo las personas sin miedo se aventuran a pasar. Cuenta las monedas dentro de su bolsillo imaginando todo lo que hacer con ellas.

No importa el mañana sino eres capaz de olvidar el ayer y enterrar todos los problemas sin solución bajo lapidas sin nombre. Nadie merece llorar por aquellas cosas que no se pueden abordar. Se dejan libres a su albedrío con la esperanza de que otro se pueda llegar a obsesionar con tales menesteres.

La vida es sencilla si así se merece. Sólo hay que saber rellenar los huecos sobre las líneas de puntos con algo de coherencia para que el mensaje pueda entenderse para que los que nacerán mañana no se olviden de la gente del presente y mucho menos de la del pasado.

Porque todo camino tiene un principio, desarrollo y fin… y sino… simplemente no era un camino.

1 comentario:

  1. "persiguiendo su deseo: tuvo que engañar a un demonio para conseguirlo, pero una vez conseguido se vio obligado a matar a un ángel para conservarlo"
    Palabras robadas de 'El nombre del viento -P.R.' que se alternan con las tuyas en el espacio-tiempo.
    Soy un ladrón de lo que otros dibujan, sienten, viven. Así pervivo como una imagen reflejada, virtual, en los espejos del tiempo. Devoro como ricas viandas lo que otros escretan y muero vestido de príncipe rodeado de músicos ciegos en un olvido que ni siquiera alguien ha tenido a bien imaginarlo todavía.
    Una imagen del envidioso que a veces palpita en el alfabeto de tus pensamientos.
    Un abrazo....

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