23 abril 2010

Nicolás.


Levantas una carta y miras debajo. Parece el memori… pero cuando vuelves a colocarla en su sitio un simpático tío las mueve todas sin que te des cuenta. Trabaja para la banca y en lo suyo es el mejor.

Su madre le decía siempre que no iba a llegar a ningún sitio, porque se pasaba los días sentado en el césped del jardín. Sacaba buenas notas, pero prefería gastar el resto del día que le sobraba allí tirado y de esa forma tan sencilla de vivir era feliz.

El patio de atrás no era gran cosa. En una colonia de unifamiliares su paraíso se veía contenido por los muros de las demás casas que colindaban con la suya. Al menos le consolaba el pequeño vergel que había ido cultivando a lo largo del tiempo para que todo pareciese funcionar mejor de lo que era. Fuera de sus confines había ruido y gritos… dentro de su casa también. Así que escogía salir a tomar el aire. Porque de alguna manera allí al menos se sentía a salvo.
Soñaba con desaparecer. Irse a otro lugar, no importaba cual, le valían los múltiples países que desde su infancia venía rodeando con un circulo en las clases de geografía. Se visualizaba dispersándose y volviéndose una materia no concentrada que podía formarse de nuevo completamente en otro lugar.
Durante ese proceso. Estaba presente… veía las cosas, incluso podía interactuar con los átomos de las otras partículas que le rodeaban. Tras tanto tiempo de entrenamiento diario había logrado una especie de talento que por supuesto fue mejorando con los años.
Llego un día que se cansó y dijo basta. Entró en casa y dijo a sus padres que le había agotado la paciencia. Ellos le tomaron por necio y le regañaron por molestar sus asuntos que no eran otros que pelearse continuamente. Les interrumpió y dijo… me voy por vuestra culpa y allí en medio de la alfombra desapareció.
Sus padres anonadados le buscaron inútilmente por toda la casa… y en pleno frenesí de locura. Llamaron a la policía, que tras personarse en la vivienda. Tomó a la pareja por loca y avisando a los del sanatorio mental los internaron una buena temporada.
Una vez había cumplido su primera venganza personal. Volvió a hacerse carne y reuniendo todo lo necesario comenzó su viaje. No le importó para nada su minoría de edad, ni el dinero… en verdad no temía cualquier cosa que pudiera ocurrirle, porque siempre le quedaba la opción de desaparecer y andar sin forma para conseguir sus deseos.
Y tantas vueltas que dio por el mundo sin pagar un duro que acabó en las Vegas. Ahora es un misterioso empleado con unas facultades increíbles, cuyo sueldo desorbitado es pagado sin reproches para hacer posible su continuidad en la empresa. Siempre gana… la banca por supuesto.
El simplemente es un hábil titiritero que controla los hilos de todos los destinos con los que topa. Porque en aquel jardín trasero decidió mandar al traste todo y forjar su propia historia. Cansado de aceptar todas aquellas normas inútiles que se caían por los agujeros de sus bolsillos rotos.
Eligió comprender a usar su propia energía porque una vez entiendes la base del universo. Todo lo que tiene forma puede volverse lineal y viceversa. Así que escogió vivir y lo demás se escribió en los renglones de un libro que está por firmar. Sus padres aún siguen buscándole, pero a él le da igual unos señores que se pasaron su infancia discutiendo en vez de lograr alcanzar la paz.

4 comentarios:

  1. No sólo el contenido del relato atrapa, sino la forma de encararlo de la autora.
    Nos sumerge en un mundo mágico que sin embargo, no deja su carácter de cotidiano.
    Amalia

    ResponderEliminar
  2. sorprendente. muy bueno.

    claro y sin vueltas.

    un saludo

    RANTI

    ResponderEliminar
  3. Eres tan inteligente y creativo amigo...es un placer leerte! Hice un viaje por cada línea, tendrá continuación?
    Muy bueno texto!

    Un beso

    ResponderEliminar
  4. Te aplaudo. Me pareció brillante. Enhorabuena.

    Saludos.

    ResponderEliminar

Mensaje