Cadena

Ato un hilo con la continuación del siguiente… lo hago con la suficiente maña del que ha tejido los sueños de una vida y los ha bordado en un hilo de oro trenzado. Lo malo es que lo perdí en algún lado del camino y ya no lo puedo encontrar. Era una vida perfecta en que todas las piezas casaban al milímetro. Antes estaba y ahora ya no… y por mucho que pudiese buscarlo.

La única verdad es que hacia ya tanto tiempo que el horizonte ya había desaparecido replegado en alguna de las esquinas. A pesar de todo. Reuní el valor necesario para volver al camino con un hatillo aun más reducido que el que tenía al comenzar.

El aroma del Pan y Quesillo llego meloso a mi destino y lo englobo todo en una nube de esencias que penetraban tan adentro que una vez allí, podías saborearlo hasta que solo quedase el silencio absoluto goteando junto al sudor.

Enrolle el hilo a mi cintura y lo amarre fuerte. Las migas habían desaparecido por la voracidad de los pájaros y el mercado negro de las piedras rodadas había conseguido poner en bancarrota los retornos de tanta gente que al final lo que encontré, fue un mar de ánimas sin rumbo.

La tristeza les albergaba tan fuerte que su nostalgia se había convertido en su bucle reiterativo. Se levantaban y caminaban el trecho que cada día desandaban al atardecer. Una línea siniestra que estaba exterminando las ilusiones y las alegrías.

Era un siniestro transito de tierra baldía y extrema… pusilánimes rostros sin nombre deambulaban como fantasmas del pasado. Sin poder avanzar ni retroceder. Era la ley del punto gordo cobrándose irónicamente las victimas a centenares.

Cuando yo pase… la ausencia de flores hizo que todo se volviera tan inadmisible como el control férreo de la sociedad y desatando algo de cordel fui anudando sus muñecas a los pasos de mi cintura y no sin esfuerzo titánico de arrastrar un rebaño de ovejas sin voluntad los aleje tanto de sus rutinas que cuando salieron del estupor.

No tenían más que agradecimientos… Regale un cordón para que todos caminasen juntos y les recomendé que esa algebraica sociedad formase un conjunto… uno cerrado y limitado, pero con una ayuda interna que les hiciese luchar contra la adversidad de sus vecinos… Un solo guía que rotaria como cabeza de turco… Una conciencia de panal hexagonal con una democracia perdida en la tirada de un césped.

Recuerdo que la última vez que los ví… corrían agarrados de la mano como una serpiente que se mordía la cola… bailaban alrededor de un árbol frondoso ya que en su anterior perdición habían perdido el rastro de la vida.

Sonreí satisfecho cuando alguno de ellos parecieron recordarme… solo era una mancha uniforme de humo que pululaba sin preocuparme del ruido de mis pisadas… cuando vinieron a mi encuentro su abrazo colectivo me supo a fresas con nata. Aun no habían encontrado el rastro de los aromas. Pero al menos ya sus bocas no sabían a polvo y ceniza.

El árbol creció y creció y en sus ramas crearon una pequeña ciudad. Se subieron a ella y sus pasos no volvieron a perderse. Sucede que cuando todo esta perdido aparece una marca en forma de X que te dice donde empezar de nuevo sin pasar por la casilla de salida.