22 abril 2009

Tareas pendientes.


Cargo metódicamente una a una las balas doradas. Las observo, soplo en su punta y arrebato el fino velo de polvo de su superficie antes de entregarlo al olvido del vacío. Estoy de nuevo en la luna. Escondido en el fondo de un cráter.

La estructura es suficientemente grande para tapar mi relieve de la brisa que pudiese capturar algo de la esencia que relatase mi presencia. Ninguno sonido llegaba pero yo no bajaba la guardia. Tenia que conseguir algo de tiempo. Decidí apagar la respiración pulmonar y solté la última expiración de una forma silenciosa como una dulce calada. A continuación comenzar con la cutánea a través de mis poros.

Seguí deslizando las balas en sus cilíndricas posiciones, sintiendo el susurro del metal friccionando entre superficies hasta llegar al fondo. Hablándolas para que no se pusieran nerviosas y saliesen disparadas. Le daba a cada una sus palabras, algunas órdenes como consejo. Cuando todas estuvieron en su sitio. Entonamos una letanía de palabras oscuras bendiciendo sacrílegamente el veneno de sus cabezas.

Hacia unos días que un cazador de sueños había llegado a la superficie.
Pues encontré algunos trozos oníricos descuartizados de mala manera en una de mis expediciones. Ni siquiera lo había devorado a sus presas de forma completa, sino que mordía y despedazaba y se iba masticando en busca de una nueva presa.

La innumerable cantidad de perdidas eran insostenibles. Porque los sueños que allí se almacenaban eran sueños perdidos… cosas que se iban flotando y acaban atraídas por la gravedad lunar. Pero el caso es que era un ciclo abierto. Ya que de vez en cuando sucedían cosas que las devolvían a las alturas para que la gravedad terrestre las volviera a capturar y devolver a sus legítimos dueños o alguno que se topase por su camino.

Eran sueños que se correntian en ilusiones al caer como estrellas fugaces. Era buen trabajo y como Sagitario había quedado confinado en ese lugar para cumplir esa placentera condena de cabalgar sobre la superficie lunar eternamente. El arco lo había cambiado por un revolver Colt 45. De balas de justicia consagrada. De oro con incrustaciones de plata lunar. Un caldo de Odio e Hipocresía cocido a fuego lento rellenaba la punta hueca de los proyectiles.

La sonrisa del jinete era el punto de mira. El secreto era el veneno de las flores de luna que florecen en el lado oscuro. Su similar era el extraído de un coral de Australia, pero con el cambio climático tuve que subir a la luna para conseguir un neuroveneno aun más potente.

Cerré el tambor con un golpe seco de mi muñeca… y todo estaba listo. Aunque sentía el olor acechante de la bestia… todo era sencillo pues corría en mi casa y todos conocían que las pezuñas de ónice eran las más precisas para resbalar por su superficie.

Salte de mi posición a la superficie y aterrice sin casi levantar polvo en su superficie. Había conseguido amoldarme a la gravedad como lo haría un gato caminando por la arena de la playa.

Todo casaba y realmente lo que ocurría es que había adquirido la excelencia suficiente para caminar sobre la fuerza que la arena oponía a mi propio peso. Asimilé ese conocimiento cuando encontré la realidad detrás de una esquina. El mundo era una pelota de física entregada por matemáticos pero con una reglamentación abierta por causa de la energía.

Todo tenía una acción y una reacción… y era esa misma reacción contra el depredador de sueños que había posado sus ponzoñosas garras en el terreno laboral. No es que adorase mi trabajo… sino que las complicaciones que eso acarrearía seria yo el único que las soportase estoicamente como Atlas y su mundo.

Pero me había cansado de limpiar la basura que iba dejando por doquier. Era una afrenta y aunque mi naturaleza no era belicosa. Olfatee la brisa y su perfil se dibujo en el horizonte que colindaba con la cara oscura.

Calibre las coordinadas espaciales y su cuerpo se volvió un punto rojo que exterminar. En la superficie de un queso plateado. Cargue las patas traseras y la arena hizo el resto impulsándome en un salto hacia delante… el resto lo hizo la cadena de la vida Y pase por las fases de mis patas en la carrera saltándome el primer paso… directamente al galope… después de eso preferí meter la 5ª y arrase la superpie lunar dejando una ventolera tras de mi ráfaga que devolvió los sueños sobrevivientes a su destino.

Los que estaban rotos cayeron en forma de confeti centelleante sobre alguna boda en el tercer mundo. Esa misma noche los afortunados consagrarían el enlace en su luna de miel. Pero yo ahora estaba de caza y ese era otro asunto que no me acontecía.

Antes de llegar pise el freno antes que mis cascos me delatasen a pesar de su silencio. Mi estela desbocada se paró conmigo y trajo una niebla formada por una tormenta de sal argéntica. Podía olerme y yo a él… jugábamos con las mismas cartas, puede que de barajas distintas… así que poniéndome en trote comencé a buscarle entre las sobras del otro lado de la luna.

La visión en aquel lugar era tan nula que todo se mostraba en una gama de trazos púrpuras que dibujaban las visiones al momento. Descubrí unas líneas vibrantes detrás de una gran roca.

Se estaba ocultando de mí. Notaba su miedo. Su tamaño era imponente como un pequeño dragón sin alas. Una cola terminada en bola decía que la había perdido no hace mucho tiempo en alguna confrontación reciente.

Cuatro largos colmillos se cruzaban entre si en un mordisco aterrador e infranqueable. Tenía una especie de sonrisa afilada que me había resultado irónica. Como un perro de chiste con los ojos entrecerrados. Un personaje esperpéntico. Pero me tenía miedo y eso no era normal.

Me había enfrentado a Serpientes e Hidras… a un par de Dragones Rojos despistados desde el sol… pero nunca ante un semidragón de las rocas. Lo peor es que la tensión de mi existencia le hacia inestable. Me acerque y comprobé como sus patas se tensaron como un arco a punto de escupir una flecha con malas intenciones.

Me quede quieto y espere que diese la cara, ya que su miedo conseguiría introducirle en la locura de mostrar su posición que si no es cierto que antes lo diga antes ocurre, estaba sucediendo.

La distancia no era mayor a 20 jodidos metros de oscuridad absoluta. Los sonidos se transformaban en pequeñas vibraciones de gusano en el aire. Y el parecía un maldito campo de lombrices comparado conmigo.

Fabrique una carcajada de hilos y sus gusanos se convirtieron en serpientes. Trague un tallarín de saliva y sus serpientes se convirtieron en anacondas que se abalanzaban contra mi presencia.

Amartille el percutor y apunto todas mis malas intenciones entre sus dos ojos amarillos. Su cuerpo se concentro en un punto para acto seguido estallar sobre mí. Mi índice acaricio el gatillo y la bala lo lleno todo de luz con un haz de espadas doradas que iluminaron el rostro de la bestia impactando sobre uno de los cuernos que lindaban el borde de su cabeza. Limándolo hasta la base. Para que el cuerpo de la bestia cayese abatido junto al mío.

Silencio sin vibraciones… Nada la más absoluta calma que un mar de algas y sus ojos amarillos clavados en los míos sin comprender porque no lo había matado. Nada… sin resentimiento ni miedo. Había visto la luz y ahora escuchaba atentamente las líneas de mi cuerpo.

Mi voz se condenso en un haz de tentáculos que acariciaron su cabeza con cuidado del que toca por primera vez a un dragón abatido. Le dije mi nombre y le pedí que dejase de cazar a mis sueños.

Acto seguido le dije que me acompañase al otro lado y sentí como su cuerpo me seguía como una estela sin dilaciones hacia la luz… Una vez fuera le acaricie con la mano y le entregue ese mundo que me pertenecía. Le di la bienvenida y le explique las condiciones en el idioma de los lunáticos haciendo amplios gestos representativos.

Acepto con una lametada se su lengua de granito pulido. Y le enseñe a comerse un sueño con educación y buenas maneras. Su sabor ahora le resultaba como la gloria sin las prisas del que realiza un delito. Con 3 de ellos quedamos satisfechos y tirados sobre la arena de un mar ahora en la paz de la calma.

Le rasque el vientre antes de quedarnos dormidos. Ahora corre a mi lado desperdigando sueños y todas las noches parecen una verbena. La gente ya no sabe que pedir entre las cientos de estrellas fugaces y dicen que se han quedado casi sin deseos.

Un par de toque en su cabeza y le invito a pillarme. Ha aprendido a correr sobre la arena sin dejar huellas. Aquí los únicos que tienen soberbia para marcar los pasos son los humanos y sus zapatos.

Los animales bailan salvajes sobre la luna en el ultimo aliento esperanzador de que la naturaleza se abre paso en las condiciones mas extremas… y que todo brilla en el justo ballet de los espíritus del zodiaco que subieron al cielo para marcar las vidas de los que nacieron bajo su signo.

4 comentarios:

  1. hay algo abstracto en algun rincon de tu cabeza. Tus prosas surrealistas se podrian definir como un "poema en prosa", grandes metaforas y palabras del mundo de los sueños seguidas una de otra. De una manera tan sencilla que parece que hablaras en tu propio idioma imaginario.
    Perfectamente interpretable porsupuesto.

    Parece un sueño profundo escrito mientras se duerme o perfectamente recordado.

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  2. Jajajaajjajjaajajaajajajaajajajajajjaja el final me ha dejado a cuadros. Es un muy buen giro de 180º, surreal, inesperado y muy pero que muy original.

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  3. Estoy tentado, tentadísimo diría yo, de transformar esto en un corto de cine. (The movies, otra de mis pasiones ^^)

    Mis más sencillas felicitaciones.

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  4. Jajaja es lo que les pasa a mis finales... que ninguna corta en plano... sino que les gusta reflejarse en otro lado y volverse oblicuo.

    Me alegra la aceptacion de la locura. Si quieres lo del corto... podria hasta mejorar la historia... Pero gracias por hacerme sonreir.

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