05 mayo 2009

Dilema espresso.

-Es un tanto complicado.- dijo ella al tiempo que le daba una larga pitada al cigarrillo. Hacía rato que pensaba en decírselo, pero en decírselo al cigarrillo, sin embargo terminó diciéndoselo a él.
-Si, ya sé, me imagino lo que debe ser...- Una vez más, su sana costumbre de mentir descaradamente lo sacaba de un aprieto.
-No, en realidad no tenés la más puta idea, pero aprecio el gesto.-

Un silencio un tanto molesto se apareció en la mesa. El café estaba repleto, la gente pasaba como una delicada vertiente rasando las vidrieras de aquél café sin nombre. Ella miraba por la ventana y apreciaba como el humo de su boca se diluía en la palidez de la cara de él. Él se entretenía mirando alguna que otra expresión de las tantas que desfilaban frente a esa vidriera que le recordaba a algún otro café sin nombre en el que su infancia acompañaba a su padre a tomar un café luego del trabajo.

-¿A qué le prestás atención?
-No sé, la verdad no sé.- De hecho, ella si sabía, pero estaba demasiado concentrada en las últimas pitadas como para explicarlo.
-A mi me gusta prestarte atención a vos.- No sabía a ciencia cierta si era eso lo que quería decir, pero de una forma u otra, es lo que le salió.
-¿Vos escuchaste "Strangers in the night"?-
-Si, ¿por?- Nunca se esperó semejante respuesta.
-Creo que nosotros deberíamos reinterpretarla, en vez de "exchanging glasses" debería ser "sharing smoke".

Por un instante ambos intentaron insertar esa frase en la melodía, dentro de sus mentes; al no conseguirlo la conversación siguió su curso.

-Mirá, ¿viste aquella señora?- Señaló con el dedo meñique, esa poco sana costumbre que él tenía para señalar.
-Si, la ví, ¿por?- Y reprimió sus ganas de tomarle cariñosamente el dedo.
-Le puedo leer los labios, dice "Cuantas copas, cuantas tazas, cuantas tardes tiene agosto..."-
-Romántica la señora...- Y dejó escapar una sonrisa, casi concedida, regalada.
-Cortazaresca diría yo.-
-Si, puede ser.- Se acordó lentamente de cuando había leído Cortázar y no le gustó, desatando la sorna de sus amigos literatos.
-Ya sé que no te gusta, pero ¿no te parece?-
-Si, si...- Contestó un tanto nervioso, incómodo.
-Me gusta como te cambia la cara cuando tomás café.- Sus viejos métodos para aliviar la tensión nunca fallaban, eran como maquinaria aceitada.
-A mi me gusta como cruzas las piernas y fumas exhalando el humo por la nariz- Algo que tenía ganas de decir desde que se sentaron en la mesa, pero por algún motivo no había sabido explicar.
-¿Vamos a casa?-
-¿Por qué no?-
-Paga dios.-
-No, dejalo, ese tipo no cumple nunca, se volvió un moroso incobrable, pago yo que es más fácil.-

Salieron a la tarde nubalada, tarde nublada de un Agosto nublado. Una delgada llovizna les mojaba las narices. Él se abrochó el sobretodo y ella se acomodó la bufanda. Salieron caminando a mezclarse entre la vertiente de la gente que deambulaba por la calle con o sin paraguas de por medio; se dieron la mano y se perdieron entre la bruma que marcaba las 18:47 de aquella tarde de Otoño.

4 comentarios:

  1. Vos si que sois un gato... y lo que realmente me ha encantado de tu texto son las palabras gauchas que brillan como pepitas de oro en el fondo de la corriente.

    Esas pitadas a los cigarrillos y ese chubasquero cubriendolo todo...

    Una conversacion sobervia mientras el cafe cae por las gargantas al inicio de la muda de los arboles.

    Y sobre todo el Dios moroso... No te apures porque no tengas tiempo. Mas vale poco y perfecto... que saturar con paja de distintos colores.

    ResponderEliminar
  2. bonito blog, me hago seguidor y te dejo el mio por si tamb te gusta, un saludo.

    http://adornax.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  3. La bufanda, la delgada llovizna, la cara transformandose en el momento de beber el cafe, de repente me transportaste a Buenos Aires y me entraron una ganas locas de fumarme un cigarrillo y de tomarme un expreso. Muy bien, escribes muy bien, quisiera leerte mas.

    ResponderEliminar
  4. Bueno bueno bueno, que tampoco es para tanto. Agradezco tu abrumadora sinceridad Mariangeles, si bien yo soy de Rosario, viví 6 meses en Buenos Aires y algunas cosas quedan marcaditas, inconscientemente, pero marcaditas en fin!

    He visto que has colgado algunos textos, recién llego de una charla, me voy a poner a leerlos, una bonita digestión.

    ResponderEliminar

Mensaje