01 mayo 2009

La desazón epidemiológica en un mundo aglomerado.



Las habitualidades se deforman ante la popularmente desacreditada influenza, politizada, odiada, que ha puesto el dedo sobre aquél que osa estornudar en un transporte público y lo llevan a punto del linchamiento. Acaece en este México en donde algunos hicieron compras de pánico en esta quincena, otros como ese amigo, familiar, compadre, vecino que todos tenemos, se fueron a chupar el pago a una cantina antes de que las cerraran y ahora se ahoga en los pagos de la tarjeta de crédito. Agonizan los pequeños comercios bohemios que subsistían al día, que por adolescencia, ignominia o displicencia dejaban de lado el ahorro, la creación, el bosquejo de escenarios. El Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) cae, el negocio restaurantero va en picada y el del entretenimiento en grupo (antros, bares, cantinas, cines, teatros, etc.) se encuentra en la lona.



La moral no se desvanece.



Algunos niegan la aparición del virus y se resisten como guerrilla colombiana a adoptar medidas de seguridad, pues “es puro cuento”. Culpan al sistema, al partido contrario a sus ideales, a Obama, a Osama, al Corán, a la Biblia, a Nostradamus, a los mayas, a los ovnis, a Jaime Mausán (investigador de fenómenos paranormales, ovniólogo), a la CIA, a la AFI, a Calderón, al Peje, etc. Este sector de la población incluye una actitud burlesca ante el mal y disiente cualquier explicación médica del problema.



Otros tiemblan con el sólo hecho de entrar a un lugar concurrido. Van ataviados de guantes de látex, mascarilla (porque el cubrebocas tradicional no es suficiente), manga larga, gorra, lentes, pantalón largo. Observan cada movimiento de los individuos que se les acercan, como si ocultasen una bomba y fuesen a cometer un acto terrorista suicida. Al menor indicio de estornudos, escurrimiento nasal, tos o gota de sudor en la frente inician una huída en estampida que ya habían practicado y salen despavoridos a reunirse en un “punto de reunión de emergencia” que han establecido anteriormente. Al llegar ahí rocían sus ropas con desinfectante, y se embadurnan de alcohol todo el cuerpo. Se miran unos a otros y asienten al decir “por eso no debimos de haber salido”.



Unos más aprovechan los días no laborales, no escolares para echar el trago, y caen en discusiones monumentales, más o menos bien argumentadas y subjetivas sobre cómo será el mundo en 100 años: “7 grados más de temperatura a nivel global… el mundo perecerá porque el plancton desaparecerá y es la base de la pirámide alimenticia” arguye uno, a lo que el otro responde: “No wey, en cien años no estaremos aquí, porque en las profesías mayas el mundo se acaba en el 2012 y falta muy poco… caerá un meteorito que nos arrasará como especie humana y sólo las ratas, las cucarachas y Fidel Castro quedarán vivos…”



Tengo que agradecer a este padecimiento que al menos aquellos que nos quejábamos de la tediosa rutina, que encaminándonos a las actividades cotidianas nos encontrábamos en trance debido al tránsito apocalíptico de la Ciudad de México (de verdad me llegué a inventar juegos de manos, personificaba a diversos actores de series, películas, noticieros; inventaba recetas de sushi, postres, cocteles… hasta llegué a bajarme por un six de chelitas y el tráfico NO disminuyó.). Las aglomeraciones que otrora te transformaban en ese hombre-masa, donde las facciones desaparecen y sólo los clones se confunden viajando uno al lado del otro; han desaparecido. Antes en la micro todo el mundo se embarraba contra las carnes de cualquiera. La clásica señora bola, de grandes protuberancias que por su peso y tamaño le valía cacahuate pasar como aplanadora ante todos los demás es ahora más precavida. La gente se ha espaciado más. Defendemos el espacio vital, vaya ironía.


Ahora sí mi querido Jean-Paul Sartre, L’enfer c’est les autres.

4 comentarios:

  1. Y aqui en el Aeropuerto de Miami ves pasajeros llegando con mascaras cubriendo sus bocas y muchos dejando la ciudad con el atuendo "facial" del momento. Todos llevan pomitos de desinfectantes en sus manos y NADIE y repito NADIE se despide con besos ni abrazos!!!! y NADIE se quiere contagiar.

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  2. Bueno. Las notícias vuelan.

    Tienes una redacción impecable.

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  3. estos comportamientos tan efímeros segun la conveniencia del momento, esta falsa educacion, este kilombo!. bienvenido

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