Pongo los dedos en el teclado y la música comienza de nuevo infinita en todas direcciones. El tiempo pasa y arrastra las notas con el aire que sus pulmones insuflan al mundo y entonces todo se para y la nada se vuelve densa.
Después todo vuelve a suceder despertando del ensueño… primero con grandes bostezos de ojos achinados y a continuación una orquesta de voces partidas comienza a repartir los buenos días entre las sabanas aun revueltas y calientes.
Las canciones se turnan en cada una de las duchas en que alguien se sumergió en otro lado del mundo… la letra inventada recién hecha y humeante como las tostadas con café, mientras el agua captura el sonido para derramarlo por las cañerías.
Al final en todo un alcantarillado que suena a una sinfonía armónica sin precedentes. Un chorro de voz que avanza inexorable hasta el silencio perdido en la lejanía de donde vayan a acabar… en el trayecto mil y una voces perdidas que solas no tenían ni una oportunidad de sobrevivir.
Pero que juntas y enmarañadas se transformaban en la esencia del sonido que se aleja del tumulto de la gran ciudad y sus ruidos, para volver a la naturaleza donde algunos artistas aun no han florecido en sus pequeñas parcelas de ignorancia urbana.
Aquellos que aun sienten la naturaleza a flor de piel y que sin grandes artificios labran con sus manos pedacitos de cristal. Unos grandes y ostentosos… otros mas bien diminutos y tallados por las manos de los grillos. A veces me engancho a la primera voz que cae por la alcachofa de mi ducha y me dejo caer por el sumidero.
Bailo entre todas esas canciones de autores anónimos volando entre los tubos carcomidos por el oxido y a pesar de no tener cuerpo siento como toda aquella suciedad mancha las voces cristalinas del agua.
Hasta que llegados a un instante… la ciudad se acaba y todo suena diferente… las voces atravesando los túneles de arena como hormigas deseando ver la luz del sol… otras convirtiéndose en agua para filtrase entre los substratos a ver quien llega antes al centro del mundo… y otras sin mas destino que la perdición del olvido siguen adelante hasta que la distancia las ha consumido tanto que no queda mas que una nota nítida que se va apagando como un corazón aburrido de latir.
Cuando me quiero dar cuenta estoy tan lejos de ninguna parte que cualquier intento por localizarme suena a carcajada de alguien ausente. Miro a todas direcciones y solo tengo nada y mucho de campo.
Los pájaros cantan y los pequeños escarabajos vuelan acunados por el viento que sopla cimbreándolo todo con la suavidad de su tacto de terciopelo.
Escucho la marea sobre los campos verdes de cereales y veo las olas chocando con las piedras que se alzan todavía impetuosas a la erosión del tiempo. Siempre acabo donde menos me lo espero, pero al menos allí suena una melodía excepcional.
Es la voz del viento que canta su propia historia lleva trinares dentro y vuela tan alto que la niebla se parte el cuello mirando hacia arriba que acaban convirtiéndose en pedazos de nubes que dibujan sobre el cielo.
La leyenda de un personaje que nunca toco el suelo ni dejo de surcar los océanos de cielo. No deseó ni el mar ni la tierra sino que desde los inicios busco una sintonía que sonaba al fondo de sus recuerdos.
Una melodía perdida que su boca tarareaba mientras yo dormía en el seno de su vientre. Caí del cielo en una gota de agua y me deslice por toda la superficie del mundo. Acabe helado en la antártica donde el viento acabo por cubrirme de hielo fabricando para mi un ataúd de cristal a medida.
Una vez repose de nuevo en el glaciar de pronto sentí como el mundo se podía escuchar a través del agua cristalizada… el hielo sonaba a burbujas y notas de piano mientras que la tierra me susurraba al oído que la música que yo escuchaba era la que bailaban mis propios pies.
Salí de la ducha y me seque con un nuevo día. Respire el café y bebí las tostadas mientras que mis zapatillas escribían con tarareos lo que me depararía la jornada.
Después todo vuelve a suceder despertando del ensueño… primero con grandes bostezos de ojos achinados y a continuación una orquesta de voces partidas comienza a repartir los buenos días entre las sabanas aun revueltas y calientes.
Las canciones se turnan en cada una de las duchas en que alguien se sumergió en otro lado del mundo… la letra inventada recién hecha y humeante como las tostadas con café, mientras el agua captura el sonido para derramarlo por las cañerías.
Al final en todo un alcantarillado que suena a una sinfonía armónica sin precedentes. Un chorro de voz que avanza inexorable hasta el silencio perdido en la lejanía de donde vayan a acabar… en el trayecto mil y una voces perdidas que solas no tenían ni una oportunidad de sobrevivir.
Pero que juntas y enmarañadas se transformaban en la esencia del sonido que se aleja del tumulto de la gran ciudad y sus ruidos, para volver a la naturaleza donde algunos artistas aun no han florecido en sus pequeñas parcelas de ignorancia urbana.
Aquellos que aun sienten la naturaleza a flor de piel y que sin grandes artificios labran con sus manos pedacitos de cristal. Unos grandes y ostentosos… otros mas bien diminutos y tallados por las manos de los grillos. A veces me engancho a la primera voz que cae por la alcachofa de mi ducha y me dejo caer por el sumidero.
Bailo entre todas esas canciones de autores anónimos volando entre los tubos carcomidos por el oxido y a pesar de no tener cuerpo siento como toda aquella suciedad mancha las voces cristalinas del agua.
Hasta que llegados a un instante… la ciudad se acaba y todo suena diferente… las voces atravesando los túneles de arena como hormigas deseando ver la luz del sol… otras convirtiéndose en agua para filtrase entre los substratos a ver quien llega antes al centro del mundo… y otras sin mas destino que la perdición del olvido siguen adelante hasta que la distancia las ha consumido tanto que no queda mas que una nota nítida que se va apagando como un corazón aburrido de latir.
Cuando me quiero dar cuenta estoy tan lejos de ninguna parte que cualquier intento por localizarme suena a carcajada de alguien ausente. Miro a todas direcciones y solo tengo nada y mucho de campo.
Los pájaros cantan y los pequeños escarabajos vuelan acunados por el viento que sopla cimbreándolo todo con la suavidad de su tacto de terciopelo.
Escucho la marea sobre los campos verdes de cereales y veo las olas chocando con las piedras que se alzan todavía impetuosas a la erosión del tiempo. Siempre acabo donde menos me lo espero, pero al menos allí suena una melodía excepcional.
Es la voz del viento que canta su propia historia lleva trinares dentro y vuela tan alto que la niebla se parte el cuello mirando hacia arriba que acaban convirtiéndose en pedazos de nubes que dibujan sobre el cielo.
La leyenda de un personaje que nunca toco el suelo ni dejo de surcar los océanos de cielo. No deseó ni el mar ni la tierra sino que desde los inicios busco una sintonía que sonaba al fondo de sus recuerdos.
Una melodía perdida que su boca tarareaba mientras yo dormía en el seno de su vientre. Caí del cielo en una gota de agua y me deslice por toda la superficie del mundo. Acabe helado en la antártica donde el viento acabo por cubrirme de hielo fabricando para mi un ataúd de cristal a medida.
Una vez repose de nuevo en el glaciar de pronto sentí como el mundo se podía escuchar a través del agua cristalizada… el hielo sonaba a burbujas y notas de piano mientras que la tierra me susurraba al oído que la música que yo escuchaba era la que bailaban mis propios pies.
Salí de la ducha y me seque con un nuevo día. Respire el café y bebí las tostadas mientras que mis zapatillas escribían con tarareos lo que me depararía la jornada.
¡Estoy encantada!
ResponderEliminarLa secuencia de los acontecimientos y sensaciones es fantástica.
Inspirador, creativo y envolvente…
Me ha gustado mucho kramen!
Saludos
En tu línea Kramen. Una deformación de una realidad extrasensible y surreal.
ResponderEliminarOh si, como extrañaba algunas cosas de tus textos Kramen, y si le sumamos la honorable mención de mi negro brebaje preferido es aún mejor.
ResponderEliminarNi te cuento como detesto no tener tiempo últimamente para prestar atención e inclusive para publicar por aquí, es como perderse tu película preferida cuando la dan por la tele!