Era ya tarde para que los niños siguiesen en la playa… los llantos se habían apagado con la llegada de la hora de las brujas y los mas activos hacia tiempo que habían sido llevados a sus camas. Lo único que quedaba eran adultos tirados por la playa… alrededor de las fogatas… hablando… riendo… durmiendo o amándose… en fin… lo que cada uno de ellos hubiese perdido en la purificación del alma de la noche de San Juan.
Particularmente para mi era la mejor noche de la tierra… a pesar que el efecto mágico conllevaba un efecto dañino para los demonios y demás hijos de la oscuridad… disfrutábamos de una noche en la que el infierno se instalaba en la tierra.
La noche ocasionaba una acción sanadora sobre nuestras pieles como el agua oxigenada sobre las heridas… solo que lo nuestro era natural y por ello recibíamos un escozor térmico al estar expuestos a la magia de sus llamas.
Todos acababan limpios y aliviados de sus pecados y nosotros andábamos cazando pecados tenebrosos entre hoguera y hoguera… Realmente aquello era como estar en casa… si cerrabas los ojos podías sentir los gritos… los rugidos de las bestias… el crepitar de la piel de los hombres de lava y si afinabas la visión… vislumbrabas a los demonios lobos atacando azarosamente a los aterrados pecadores novicios.
Yo me encontraba a muchos kilómetros sobre la superficie, pero no podía evitar echarla de menos recurrentemente, porque allí… junto al calor de las llamas eternas y del tormento mas inhumano que pueda practicarse durante una condena. Aquello era lo que mi cuerpo sentía como suyo.
Recuerdo el primer día que acabe irremisiblemente en la tierra… todo era insoportable… el frío… la ausencia de dolor continuo… incluso los gritos y los lamentos se habían maquillado de un uniforme ruido que lo inundaba todo con sus aberrantes notas disonantes.
El tiempo fue pasando y yo me encontraba como un extranjero en tierra de nadie. Lamentaba haber terminado allí por mis ansias de escalar en la jerarquía demoníaca. Había conservado mis poderes, pero uno en especial… era el que me hacia que el regreso fuera imposible.
La capacidad de regenerarme de los daños sufridos me clasificaba como inmortal y salvo un par de poderosos de todos los reinos, los cuales tenían la capacidad de sustraerme toda la energía hasta convertirme en un montón de nada.
Toda la experiencia de estar vivo se resumía a un caos sin sentido… sin propósitos ni metas… me dedique a merodear con mi nostalgia por todos los desiertos, volcanes, tierras yermas y devastadas, paramos donde la vida ni se aventuraría a establecer algo que fuese duradero.
A pesar de todo yo seguía andando y por lo tanto sufriendo hasta que llego un día como hoy… Entre el 23 y el 24 encontré un reducto de salvación… un halo de esperanza… puesto que en ese instante entre ambos intervalos… todos podíamos salir a la calle…
Los humanos a divertirse y olvidarse de sus males incendiándolos en las piras funerarias… y nosotros controlando la naturaleza de esos males hasta encontrar las victimas más siniestras y alimentarnos con ellas…
Total… en una noche así nadie se daría cuenta. Es por tanto que en esta noche… Los demonios salimos a danzar en las hogueras… como en las noches de los tiempos en el infierno… capturando almas corruptas y sin control sobre ellas… enseñar a que todo mal… tiene un mal superior al que acatar…
Los pobre humanos no saben que con las hogueras despiertan a todos los demonios que buscando la semejanza con nuestro antiguo hogar… bailamos, bebemos y besamos en la noche del solsticio de verano…
Todo porque será el único momento en el año en que podemos sentirnos nosotros mismos en un mundo rodeado de extraños… ellos no comprenden al fuego… nosotros lo llevamos escrito en la piel… sabemos lo que dicen sus llamaradas… sus calidos susurros ardientes… sus flamígeras visiones… Le miro a los ojos y el fuego eterno y candoroso me sonríe con complicidad.
Deseo encontrar a mi victima y el humo se introduce por mi nariz hasta que en el cerebro se dibuja la cara de dos personas que están sentadas entorno a mi hoguera. Dialogan con otra pareja y toman bebidas adulteradas… son unos hábiles estafadores que roban a sus victimas y algunas las matan… tienen una larga lista de almas condenadas a sus espaldas…
Por fin un objetivo digno de capturar en una noche tan especial. Algunos de los de estaban acechándolos al verme en escena desaparecen prestos antes de que pueda identificarles.
Al final acaban siendo cedidos a mi voluntad… Mala fortuna para ellos… buena para mí. Pasado un rato la amable pareja acompaña a los lavabos a los imprudentes afectados. Y les roban todo antes de que puedan darse cuenta. El yace con un golpe en la nuca… ella entre lagrimas da todo lo que le queda para que les dejen en paz.
Paso tambaleándome aferrado a la fe inútil de una botella de whisky. Ellos se miran sonrientes… dos pájaros de un tiro… vienen corriendo a mi encuentro y me prometen mas de la bebida de la que pueda beber…
Les ofrezco un billete de 100€ que no tardan en aceptar… se alegran ilusionados por su buenaventura… a cambio les pido que me lleven a la playa para ver las estrellas reflejadas en el agua.
La oscuridad es total en ausencia de luna… ellos me acompañan hasta la playa y andamos por la orilla hasta que llegados a un momento no hay nadie alrededor. Él saca una navaja grande del bolsillo y me la pasa por delante del cuello aprisionándome entre el filo y su cuerpo. Me ordena que suelte todos los objetos de los bolsillos si aprecio mi vida.
Suelto la primera de las cosas, que no es ni más ni menos que un acumulador de almas… en apariencia una piedra dorada como el oro… pero sin su valor material como tal. En cambio su valor real… se pierde en una parábola creciente junto al infinito. Después cae la cartera y el móvil… Un paquete de tabaco y su compañero el mechero. Pero el siguiente objeto que tardo en sacar no les hace tanta gracia… ella chilla sorprendida y el soltándome avanza un par de pasos hacia atrás. En el suelo hay una mano humana con el índice extendido. Para mi no es mas que un útil de mi trabajo… un detector de mentiras.
Me miran extrañados antes de que agarre por los pies a cada uno volteándolos bocabajo. Les sacudo como dos pececitos recién pescados e indefensos… Ellos gritan pero desde el lugar que me llevaron no pueden oírles.
Me introduzco lentamente en el agua. Esta congelada como puñales de hielo que se clavan en mi piel… sigo avanzando hasta que no hago pie y continuo andando por el fondo… ellos intentan zafarse junto a las burbujas que exhalan alterados… no camino mucho mas allá… a cien metros de la costa ato sus piernas a la cadena de la bolla de señalización.
Enredo sus extremidades con la red y lo dejo todo como si hubiese sido un accidente. Recuerdo sus vidas escaparse junto al agónico sentimiento de asfixiarse sin remedio. Disfruto de sus almas aderezadas con la muerte de un sinfín de ellas. Saben a gloria… las devoro poquito a poquito mordisqueando su sufrimiento… su dolor… a pesar de que el cuerpo ya ha muerto… le queda el experimentado por su alma… aun mas intenso si cabe.
Ofrezco un trozo que me queda sin mordisquear a un demonio que me mira con las manos vacías… sonríe y prendemos fuego a una fogata recién creada.
Bailamos para la sonrisa incipiente de la luna bajo el brillo de las estrellas… agotamos la noche hasta que saludamos al día… y volvemos a sentirnos fuera del mundo. A veces consigo quedarme parado y sentir como soy uno con el mundo… Acto seguido llegan las ganas de aniquilar y destruir a la gente que pudiendo se empeñan en hacer las cosas mal.
Sonrío porque mi justicia es tan salvaje que pagan justos por pecadores… pero aun así… es justicia y por lo cual no entiende de clases… ecuánime con todas las partes… si me ves aparecer corre… porque aunque ya no sea San Juan… sigo jugando al póquer viéndote las cartas… puedes perder… o puedes perder… lo importante es que no apuestes la vida en ello.
24 junio 2009
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que bonita história =) muy rica y contagiante!
ResponderEliminarya, buena historio, la verdad hay que reconocerla.
ResponderEliminar¿tú escribes libros? porque lo parece.
un saludo