18 mayo 2010

Accidentes a destiempo...

No era sensato, ni pensaba serlo. Dicen que si lo eres una vez siembras precedentes y sin hacerlo en cambio siempre puedes alegar costumbre… así que enseñaba todos sus defectos como si fueran insignias que mostrar y entre sus medallas brillaba aquella vez que consiguió pasarse una maquina entera con una moneda de 25.

Su pasado era un relato vivo que iba contando ahora alegremente. Su pasión de retransmitir su vida era hilarante porque a veces no se sabía en cuál de los momentos estaba presente. Así que todo el mundo sonreía al verle pasar. Siempre ofrecía una ayuda, pero venía con una historia que aguantar, así que si no estabas muy necesitado era mejor rechazarla amablemente.

Porque si algo tenía ese chico era la amabilidad a flor de piel. Había sido educado de forma estricta por unos tutores que residían en su casa. Tom que era alemán… y Clancy británico. Su infancia se vio inmersa en una batalla ideológica entre el estricto germano y el libertino ingles de modales más distendidos. Los otros niños tenían los dibujos animados, pero el oía los diálogos en real. Así que creció entre dos anticiclones cuyo único nexo era el amor paternal por ese muchacho. Pero como toda tormenta, se desató en un momento y alguna pieza de su engranaje cerebral salto, y nadie supo donde fue a parar.

Pero el chico cambió. Había almacenado tantas cosas en su corta pero intensa vida que la tragedia tenía que llegar. Y bien sabe el mundo que llegó. Porque montado en cólera arrasó todo su apacible hogar. La tuerca se había pasado de rosca y había acabado por estallar. Sus padres millonarios habían muerto en un accidente de avión cruzando unas montañas. Los tutores que tenía en ese momento se encargaron de cuidarle durante su adolescencia.

Y todo parecía ir bien… o todo lo bien que podía ir conociendo que no se puede hacer nada bueno con un jarrón de cristal roto. Salvo conservar las imágenes del pasado. Aunque él ya se había cansado. Estaba hastiado de las fotos de sus padres mirando todos sus movimientos, de la ausencia del cariño y una conversación normal en el sofá el domingo por la mañana. Su vida era de manual y sus zapatos de cocodrilo y de esa combinación no salían algo que esperar.

Era una torre de naipes con otros objetos incrustados. La base no se reconocía a esas alturas, y el viento comenzaba a soplar fuerte en su mollera, como una olla a presión a punto de explotar. Los silbidos se podían escuchar a kilómetros de distancia, pero sus queridos Tom y Clancy se vieron sumergidos también en mitad de la segunda guerra mundial.

Los tiros sonaban en todas direcciones y ninguna trinchera parecía lo suficientemente buena para salvaguardarse. Sapos y culebras surgían de su garganta cansada de aguantar. Mientras Tom reprochaba haber enseñado al chaval ese lenguaje con una severa mirada.

Las fotos se rompían al sonido de sus cristales… un mar de plata y oro estaba repartiéndose sobre la alfombra persa. El sillón de cuero rojo de su padre se llevó la peor parte. Sus tripas fueron arrancadas con el afilado corte de un abrecartas… acuchillo la falta paterna en los malos momentos, rompiendo a llorar también le echo de menos en los buenos.

El tacto de su madre le consoló en una imagen de nana de cuna. Pero al abrir los ojos era la sincera mano de su amigo Holmes.

Son las 5. Creo que un té te vendrá bien… tenemos que hablar, pero no corre prisa. Acércate a la alacena a por unas tazas de las que han quedado sanas, el cascarrabias de Tom también tomará uno.

Después una amnistía se instauro en esa casa. Las normas se rompieron junto a su pasado y a pesar de que algo le había dejado de funcionar bien. La verdad es que ahora sonreía más y lloraba menos. Así que a nadie le importaba ese pequeño fallo inapreciable si te encontrabas en este punto actual de la historia.

Porque los que mantienen el resto en la memoria, aun recuerdan la caída de un imperio que sepulto bajo sus escombros a un heredero demasiado joven para haber aguantado. Sus huesos se quebraron, pero había adquirido un estoicismo en su lugar digno de reseñar… el pobre crio, aguardo años enteros hasta que tuvo que estallar.

Clancy opina que es la primavera… Tom que no diga tonterías… en esa conversación solo uno permanece callado. Escondido en su cabeza, por fin conoce la libertad. Bebe sorbos cortos de su te rojo favorito que por primera vez no le traen malos recuerdos. Esta tranquilo consigo mismo y refleja eso a los demás.

Sus tutores no tienen ninguna prisa por marcharse. Son su única familia y están encantados de ese extraño encargo que les llego caído del cielo. Cuando esté preparado tiene un vuelo que remontar porque sus alas quebradas han ido recomponiendo sus pedazos a lo largo de su infancia.
El alemán saca unos billetes del bolsillo con su nombre impreso. Siente en el corazón que hoy fuese esa jodida fecha en que su pasado se colapso en un precipicio. Pero que todo tiene que continuar y le invitan a sus respectivos hogares para conocer la historia de sus mundos por separado.

Una sonrisa amable florece resignada en el semblante del joven adulto que allí se ha forjado. Acepta los billetes del primer vuelo que tomará tras el desastre. Irá bien acompañado. No llevan su sangre, pero también han aguantado. Les abraza con cariño y se marcha a descansar. Es temprano, pero comprenden que ha sido un día muy largo.

Camino a su habitación recoge una foto que no se ha dañado demasiado. Esa le gusta en especial, así que se la lleva a su cuarto. Pide disculpas por el estropicio montado y ruega que si pueden hacerlo limpiar. Su pasado ocupa 4 bolsas de basura negra apiladas junto al contenedor de su comunidad. No importa mucho. Las ratas no entienden de metales preciosos y cristal. Roen por igual todo lo que cae en sus dientes.

Cierra los ojos y borra todo lo innecesario. Mantiene la imagen de su pequeña mano diciendo adiós a un avión que se pierde en la distancia y que no volverá. Sus padres le recuerdan que todo lo que no se puede ver no tiene por qué no estar presente. Entierra el hacha de guerra y encuentra por fin algo optimista que contar.

Muere el indio y renace alguien sin pasado. Empieza a aprender desde el principio hasta como suena el trino de los pájaros. Un funeral convertido en bautizo que salva de todo pecado. No cree en Dios… pero ha firmado una conformidad con el patíbulo. Sueña aliviado como vuela hacia Berlín y después va a Londres. Comprenderá la manera de pensar de sus amigos, pero seguirá sin llevar sus zapatos. Le gustan los cocodrilos porque se comen todo a bocados, piensa en solomillos mordisqueados con los dientes señalados como un dibujo animado.

Así que con estomago rugiendo se levanta… ha decidido hacer las cosas cuando realmente le apetezcan. Es un proyecto de algo mezclado entre Lady Di y el mariscal Rommel, pero había florecido alguna semilla distinta por el camino. Estan exultantes de percibir su nuevo potencial. Ha despertado de su calvario aquel dulce niño con hoyuelos que no paraba de reír. Su primera sonrisa en mucho tiempo que parecía lo suficientemente sincera para no recibir apercibimiento alguno por lo sucedido.

Tengo hambre…

Sus compañeros le preparan un tentempié de tortitas con caramelo y un jugosos brownie de chocolate negro. Sonríen satisfechos mientras el niño perdido ha vuelto. Sus agujeros brillan en su cara como la bandera de Japón en el firmamento. Todo funcionará, no se perdió lo esencial porque sólo había olvidado donde estaba.

1 comentario:

  1. kramen
    es muy buena prosa... hay melancolía y tristeza. Ingredientes para la reflexión.Supera lla mirada infantil.
    Amalia

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