24 abril 2009

Erosión.

-No.- Dijo él.
-Tampoco.- Contestó el otro.
-¿Pero quién se ha creído ud.? ¿Sabe con quien está hablando?
-No.
-A decir verdad, yo tampoco.
-Encantado.
-Un gusto.
-No, el gusto es mío.- Contestó visiblemente enojado.
-El gusto es mutuo.- Intentó mediar.
-No, mío.
-De acuerdo, suyo.
-No, porque de esa forma usted, en efecto, se está dando el gusto a usted.
-Como usted prefiera...
-¡No!, ¡como yo prefiera no!- Contestó muy turbado al tiempo que golpeaba con el puño la añejada mesa de roble- ¡Como usted no prefiera!

Y aquel hombre, sentado en esa antigua silla de madera que crujía cada vez que alguien se sentaba, prefirió el silencio.
El otro hombre se hizo polvo.

3 comentarios:

  1. Muy bueno. Parece sacado de un vodevil. Me gusta porque juega con los tópicos y los rehúsa con ironía.

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  2. Verdad absoluta...no hay mejor dicho, que el que dice, que dos no discuten si uno no quiere....

    Marabillosa manera de reflejarlo.....

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  3. Me gusta. Muy bueno!, Tan simplificado y bien explicado. Ejemplifica con exactitud el echo de discrepar por y para chocar.

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